sábado, 13 de noviembre de 2010

Me caí del mundo y no sé por donde se entra


Eduardo Galeano, periodista y escritor Uruguayo
(Para mayores de 30)

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!

¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!

¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!

Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!

¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!
Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)

No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.
Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tenés esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo,pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.

Eduardo Galeano

viernes, 12 de noviembre de 2010

El Marketing de la locura - Vendiéndole la enfermedad al sano preocupado

Este video es parte del documental en DVD "El Marketing de la Locura: ¿Estamos todos locos?"




La compra-venta de la enfermedad es una estrategia altamente exitosa que convierte las situaciones normales de la vida en condiciones de enfermedad psiquiátrica, haciendo que la gente de todos los estratos sociales se preocupe acerca de la "enfermedad mental" más reciente; y que soliciten una pastilla.

LA TEORÍA DEL "DESEQUILIBRIO QUÍMICO DEL CEREBRO" ES EL FRAUDE MÁS EXITOSO DE LA PSIQUIATRÍA.

Al paso de los años, la psiquiatría ha convencido a millones de personas que sus cambios emocionales, se deben a la deficiencia de serotonina y que solamente pueden ser aliviados tomando fármacos que trastornan la mente, como los antidepresivos.

Cuando se dio a conocer la teoría del desequilibrio químico cerebral, surgió una avalancha de críticas y cuestionamientos, tanto que, el Dr. Steven Sharfestein, entonces presidente de la Asociación Americana Psiquiátrica (APA) tuvo que retractarse públicamente diciendo que "no existe 'ninguna prueba contundente de laboratorio que determine la existencia de un desequilibrio químico en el cerebro".

El vocero de la APA, el Dr. Marc Graff, dijo que la teoría del desequilibrio químico del cerebro, ERA PROBABLEMENTE UNA AFIRMACIÓN PROVENIENTE DE LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA
(No resulta para nada sorprendente si consideramos que sólo por la venta de antidepresivos semueven más de 13 mil millones de dólares anuales).

Cuando se le preguntó al Dr. David Burns, ganador del premio A.E. Bennett de la Sociedad de Bioética de Psiquiatría, sobre el estatus de la teoría del desequilibrio químico de la serotonina, dijo: "pasé los primeros años de mi carrera, investigando tiempo completo el metabolismo de la serotonina, pero nunca encontré ninguna evidencia convincente de que cualquier trastorno psiquiátrico, incluyendo la depresión, fuera debido a una deficiencia de serotonina del cerebro, de hecho no hay forma de medir los niveles de serotonina en una persona viva, por lo que no hay forma de probar éstas teorías".

A pesar de estos hechos, se les ha prescrito psicofármacos a decenas de millones de personas en todo el mundo, Muchos de los consumidores creen, debido al bombardeo de publicidad, que están corrigiendo una condición física, CONDICIÓN QUE SIMPLEMENTE NO EXISTE.

Recién en el 2004, y después de las innumerables tragedias que se habían registrado, se alertó al público del riesgo que corren los niños y adolescentes al tomar antidepresivos. También los adultos corren los mismos riesgo (entre ellos el suicidio).

Los antidepresivos son peligrosos, causan entre otras cosas, ansiedad, agitación, ataques de pánico, insomnio, irritabilidad, hostilidad, impulsividad, acatisia (intranquilidad severa), hipomanía (excitación anormal, manía leve) y manía (psicosis caracterizada por sentimientos exagerados y alucinaciones).

Mientras que los psiquiatras insisten en que la enfermedad es una condición neurobiológica, y han gastado miles de millones de dólares sin haber conseguido evidenciar esta teoría, el psicólogo Bruce Levine, autor de Commonsense Rebellion (La Rebelión del Sentido Común) está dentro de aquellos que han enderezado los conceptos diciendo: NO SE HAN ESTABLECIDO MARCADORES BIOQUÍMICOS O GENÉTICOS PARA EL TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN, EL TRASTORNO OPOSICIONISTA DESAFIANTE, LA DEPRESIÓN, ESQUIZOFRENIA, ANSIEDAD, COMPULSIÓN POR EL ALCOHOL O EL ABUSO DE DROGAS, SOBREALIMENTARSE, APOSTAR, O NINGÚN OTRO DE LOS SUPUESTOS ENFERMEDADES, MALES O TRASTORNOS MENTALES.

http://www.luchaporlosninos.com


Evidentemente somos ganado viviendo en una granja de experimentación y exterminio, donde quienes se creen dueños, hacen lo que se les ocurre con el resto de los humanos... SALGAMOS DE ELLA!!! DE NOSOTROS DEPENDE.

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jueves, 11 de noviembre de 2010

La carga del escepticismo


Una sociedad cada vez más crédula, cuyos miembros aceptan igualmente lo que les
ofrece la medicina, las filosofías de la Nueva Era, la tecnología, la pseudociencia, los
políticos y las sectas, es una sociedad carente del menor sentido del escepticismo. Y
entre todo esto, mentes lúcidas como las de Carl Sagan tratan de hacernos ver cuán
importante es para el hombre desarrollar ese pensamiento crítico, tratan de
encendernos una luz en la oscuridad.

¿Qué es el escepticismo? No es nada esotérico. Nos lo encontramos a diario. Cuando
compramos un coche usado, si tenemos el mínimo de sensatez, emplearemos algunas
habilidades escépticas residuales (las que nos haya dejado nuestra educación). Podrías
decir: "Este tipo es de apariencia honesta. Aceptaré lo que me ofrezca." O podrías
decir: "Bueno, he oído que de vez en cuando hay pequeños engaños relacionados con
la venta de coches usados, quizá involuntarios por parte del vendedor", y luego hacer
algo. Le das unas pataditas a los neumáticos, abres las puertas, miras debajo del capó.
(Podrías valorar cómo anda el coche aunque no supieses lo que se supone que tendría
que haber debajo del capó, o podrías traerte a un amigo aficionado a la mecánica.)
Sabes que se requiere algo de escepticismo, y comprendes por qué. Es desagradable
que tengas que estar en desacuerdo con el vendedor de coches usados, o que tengas
que hacerle algunas preguntas a las que es reacio a contestar. Hay al menos un
pequeño grado de confrontación personal relacionado con la compra de un coche
usado y nadie afirma que sea especialmente agradable. Pero existe un buen motivo
para ello, porque si no empleas un mínimo de escepticismo, si posees una credulidad
absolutamente destrabada, probablemente tendrás que pagar un precio tarde o
temprano. Entonces desearás haber hecho una pequeña inversión de escepticismo con
anterioridad.

Ahora bien, esto no es algo en lo que tengas que emplear cuatro años de carrera para
comprenderlo. Todo el mundo lo comprende. El problema es que los coches usados son
una cosa, y los anuncios de televisión y los discursos de presidentes y líderes políticos
son otra. Somos escépticos en algunas cosas, pero, desafortunadamente, no en otras.
Por ejemplo, hay un tipo de anuncio de aspirina que revela que el producto de la
competencia sólo tiene una cierta cantidad del ingrediente analgésico que los médicos
recomiendan (no te dicen cuál es el misterioso ingrediente), mientras que su producto
tiene una cantidad dramáticamente superior (de 1,2 a 2 veces más por cada pastilla).
Por tanto deberías comprar su producto. Pero ¿por qué no simplemente tomar dos
pastillas de la competencia? Nadie te ha dicho que preguntes. No apliques escepticismo
en este asunto. No pienses. Compra.

Las afirmaciones de los anuncios comerciales constituyen pequeños engaños. Nos
hacen gastar algo más de dinero, o nos inducen a comprar un producto algo inferior.
No es tan terrible. Pero considera esto: Tengo aquí el programa de este año de la Expo
Whole Life de San Francisco. Veinte mil personas asistieron a la del año pasado. He
aquí algunas de las presentaciones: "Tratamientos Alternativos para Enfermos de
SIDA: reconstruirá las defensas naturales y prevendrá crisis del sistema inmunitarioaprende
sobre los últimos avances que los medios han ignorado por completo." Me
parece que esa presentación podría causar graves daños.

"Cómo las Proteínas Sanguíneas Atrapadas Producen Dolor y Sufrimiento." "Cristales:
¿Son Talismanes o Piedras?" (Yo tengo mi propia opinión) Dice: "Al igual que un cristal
enfoca ondas de sonido y luz para la radio y la televisión" las radios de galena tienen
bastante tiempo- "también podría amplificar las vibraciones espirituales del hombre
desintonizado." Apuesto a que muy pocos de vosotros estáis desintonizados. O esta
otra: "El Retorno de la Diosa, Ritual de Presentación." Otra: "Sincronicidad, la
Experiencia de Reconocimiento." Esa la da el "Hermano Charles". O, en la siguiente
página: "Tú, Saint-Germain, y Cómo Curarse Mediante la Llama Violeta." Sigue y
sigue, con montones de anuncios acerca de las oportunidades (que van desde lo
dudoso a lo espurio) disponibles en la Expo Whole Life.

Si tuvieras que bajar a la Tierra en cualquier momento del dominio humano, te
encontrarías con un conjunto de sistemas de creencia populares, más o menos
similares. Cambian, a veces rápidamente, a veces en una escala de varios años: pero,
a veces, sistemas de creencia de este tipo duran muchos miles de años. Al menos unos
cuantos están siempre presentes. Creo que es razonable preguntarse por qué. Somos
Homo Sapiens. Ésa es nuestra característica diferenciadora, eso de sapiens. Se supone
que somos listos. Entonces ¿por qué nos rodea siempre todo ese tema? Bueno, por
una parte, muchos de esos sistemas de creencia tratan necesidades humanas reales
que no se presentan en nuestra sociedad. Existen necesidades médicas insatisfechas,
necesidades espirituales, y necesidades de comunicación con el resto de la comunidad
humana. Puede que haya más de esos defectos en nuestra sociedad que en muchas
otras de la historia de la humanidad. Por tanto, es razonable para la gente probar y
hurgar en varios sistemas de creencia, para ver si ayudan en algo.

Por ejemplo, tomemos una manía de moda: la canalización. Tiene como premisa
fundamental, al igual que el espiritualismo, que, cuando morimos, no desaparecemos
exactamente, sino que una parte de nosotros continúa. Esa parte, dicen, puede
retomar el cuerpo de un humano u otras criaturas en el futuro, y por tanto,
personalmente, la muerte pierde mucha amargura para nosotros. Y lo que es más,
tenemos una oportunidad, si los argumentos de la canalización son ciertos, de
contactar con seres queridos que han muerto.
¿Hemos contactado con los extraterrestres?

Hablando personalmente, yo estaría encantado de que la reencarnación fuese cierta.
Perdí a mis dos padres en los últimos años, y me encantaría tener una pequeña
conversación con ellos, para decirles cómo están los niños y asegurarme de que todo
va bien dondequiera que estén. Eso toca algo muy profundo. Pero, al mismo tiempo, y
precisamente por esa razón, sé que hay gente que intenta beneficiarse de las
vulnerabilidades de los afligidos. Mejor que los espiritualistas y los canalizadores
tengan un argumento convincente.

O tomemos la idea de que, pensando mucho sobre formaciones geológicas, podemos
decir dónde hay depósitos de mineral o petróleo. Uri Geller afirma eso. Ahora bien, si
eres un ejecutivo de una compañía de exploración de mineral o petróleo, tus
garbanzos dependen de que encuentres los minerales o el petróleo: por tanto, gastar
cantidades triviales de dinero, comparadas con lo que te gastas a menudo en
exploración geológica, en este caso para encontrar físicamente los depósitos, no suena
tan mal. Podrías caer en la tentación.
O tomemos a los OVNIs, el argumento de que nos están visitando continuamente seres
de otros mundos en naves espaciales. Encuentro esto muy emocionante. Al menos es
una ruptura con lo ordinario. He empleado una buena cantidad de tiempo en mi vida
científica trabajando en el tema de la búsqueda de inteligencia extraterrestre. Piensa
cuánto esfuerzo podría ahorrarme si esos tipos están visitándonos. Pero cuando
podemos reconocer alguna vulnerabilidad emocional relacionada con una pretensión,
es cuando tenemo s que hacer los esfuerzos más firmes de escrutinio escéptico. En esa
situación es cuando pueden aprovecharse de nosotros.

Ahora reconsideremos la canalización. Hay una mujer en el Estado de Washington que
afirma entrar en contacto con alguien que tiene 35.000 años de edad: Ramtha (quien,
por cierto, habla muy bien inglés con lo que me parece un acento indio). Supongamos
que tenemos a Ramtha aquí y supongamos que Ramtha es cooperativo. Podríamos
hacer algunas preguntas: ¿Cómo sabemos que Ramtha vivió hace 35.000 años?
¿Quién está llevando la cuenta de los milenios que se interponen? ¿Cómo es que son
exactamente 35.000 años? Eso es un número muy redondo. ¿35.000 más qué, o
menos qué? ¿Cómo eran las cosas hace 35.000 años? ¿Cómo era el clima? ¿Dónde
vivió Ramtha? (Sé que habla inglés con un acento indio, pero ¿dónde se hablaba así
hace 35.000 años?) ¿Qué come Ramtha? (Los arqueólogos saben algo sobre lo que
comía la gente por aquel entonces.) Tendríamos una buena oportunidad de descubrir si
sus afirmaciones son ciertas. Si fuera realmente alguien de hace 35.000 años,
podríamos aprender mucho sobre hace 35.000 años. Por tanto, de una manera u otra,
o Ramtha es realmente alguien de hace 35.000 años, en cuyo caso descubriremos algo
sobre ese periodo (que es anterior a la glaciación de Wisconsin, una época
interesante), o es un farsante y se equivocará. ¿Cuáles son los idiomas indígenas,
cómo es la estructura social, con quién más vive Ramtha (hijos, nietos), cuál es el ciclo
de vida, la mortalidad infantil, qué ropas lleva, cuál es su esperanza de vida, qué
armas, plantas y animales hay? Dinos. En cambio, lo que oímos son las homilías más
banales, indistinguibles de las que los supuestos ocupantes de los OVNIs les dicen a los
pobres humanos que afirman haber sido abducidos por ellos.
Ocasionalmente, por cierto, recibo una carta de alguien que está en contacto con un
extraterrestre que me invita a "preguntar lo que sea". Así que tengo una lista de
preguntas. Los extraterrestres están muy avanzados, recordemos. Por tanto pregunto
cosas como: "Por favor, denme una demostración simple del Último Teorema de
Fermat." O de la Conjetura de Goldbach. Y luego tengo que explicar qué son estas
cosas, porque los extraterrestres no las llamarán Último Teorema de Fermat, así que
escribo la pequeña ecuación con sus exponentes. Nunca recibo respuesta. Por otra
parte, si le pregunto algo como "¿Deberíamos ser buenos los humanos?", siempre
recibo respuesta. Pienso que se puede deducir algo de esta habilidad diferenciada para
contestar preguntas. Si son cosas imprecisas y vagas, están encantados de responder,
pero si es algo específico, que dé ocasión a descubrir si saben algo realmente, sólo hay
silencio. El científico francés Henri Poincarè hizo una observación sobre por qué la
credulidad está tan extendida: "También sabemos lo cruel que es la verdad a menudo,
y nos preguntamos si el engaño no es más consolador." Eso es lo que he intentado
decir con mis ejemplos. Pero no creo que ésa sea la única razón por la que la
credulidad está ext endida. El escepticismo desafía a instituciones establecidas. Si
enseñamos a todo el mundo, digamos a los estudiantes de instituto, el hábito de ser
escépticos, quizá no limiten su escepticismo a los anuncios de aspirinas y a los
canalizadores de 35.000 años. Puede que empiecen a hacerse inoportunas preguntas
sobre las instituciones económicas, o sociales, o políticas o religiosas. ¿Luego dónde
estaremos?


El escepticismo es peligroso. Ésa es precisamente su función, en mi opinión. Es
menester del esceptic ismo el ser peligroso. Y es por eso que hay una gran renuencia a
enseñarlo en las escuelas. Es por eso que no encontramos un dominio general del
escepticismo en los medios. Por otra parte, ¿cómo evitaremos un peligroso futuro si no
poseemos las herramientas intelectuales elementales para hacer preguntas agudas a
aquéllos que están nominalmente al cargo, especialmente en una democracia?
Creo que éste es un buen momento para reflexionar sobre el tipo de problema nacional
que se podría haber evitado si el escepticismo estuviese más disponible en la sociedad
americana. El fiasco de Irán/Nicaragua es un ejemplo tan obvio que no tomaré ventaja
de nuestro pobre y hostigado presidente (Reagan) hablando sobre ello. La resistencia
de la Administración a un Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares y su continua
pasión por aumentar las armas nucleares (uno de los pilotos principales en la carrera
nuclear) bajo el pretexto de estar más seguros es otro asunto semejante. También lo
es La Guerra de las Galaxias. Los hábitos de pensamiento escéptico que fomenta el
CSICOP tienen relevancia para asuntos de la mayor importancia para la nación. Hay
tantas tonterías promulgadas por los partidos políticos que el hábito de escepticismo
imparcial debería declararse un objetivo nacional esencial para nuestra supervivencia.
Quiero decir algo más sobre la carga del escepticismo. Se puede coger un hábito de
pensamiento en el que te diviertes burlándote de toda la gente que no ve las cosas tan
bien como tú. Esto es un peligro social potencial, presente en una organización como el
CSICOP. Tenemos que protegernos cuidadosamente de esto.

Me parece que lo que se necesita es un equilibrio exquisito entre dos necesidades
conflictivas: el mayor escrutinio escéptico de todas las hipótesis que se nos presentan,
y al mismo tiempo una actitud muy abierta a las nuevas ideas. Obviamente, estas dos
maneras de pensar están en cierta tensión. Pero si sólo puedes ejercitar una de ellas,
sea cual sea, tienes un grave problema.
Si sólo eres escéptic o, entonces no te llegan nuevas ideas. Nunca aprendes nada
nuevo. Te conviertes en un viejo cascarrabias convencido de que la estupidez gobierna
el mundo. (Existen, por supuesto, muchos datos que te apoyan.) Pero de vez en
cuando, quizá uno entre cien casos, una nueva idea resulta estar en lo cierto, ser
válida y maravillosa. Si tienes demasiado arraigado el hábito de ser escéptico en todo,
vas a pasarla por alto o tomarla a mal, y en ningún caso estarás en la vía del
entendimiento y del progreso.

Por otra parte, si eres receptivo hasta el punto de la mera credulidad y no tienes una
pizca de sentido del escepticismo, entonces no puedes distinguir las ideas útiles de las
inútiles. Si todas las ideas tienen igual validez, estás perdido, porque entonces, me
parece, ninguna idea tiene validez alguna.

Algunas ideas son mejores que otras. El mecanismo para distinguirlas es una
herramienta esencial para tratar con el mundo y especialmente para tratar con el
futuro. Y es precisamente la mezcla de estas dos maneras de pensar el motivo central
del éxito de la ciencia. Los científicos realmente buenos practican ambas. Por su
cuenta, cuando hablan consigo mismos, amontonan grandes cantidades de nuevas
ideas y las critican implacablemente. La mayoría de ellas nunca llega al mundo
exterior. Sólo las ideas que pasan por rigurosos filtros salen y son criticadas por el
resto de la comunidad científica. A veces ocurre que las ideas que son aceptadas por
todo el mundo resultan ser erróneas, o al menos parcialmente erróneas, o al menos
son reemplazadas por ideas de mayor generalidad. Y, aunque, por supuesto, existen
algunas pérdidas personales (vínculos emocionales con la idea de que tú mismo has
jugado un papel inventivo), no obstante la ética colectiva es que, cada vez que una
idea así es derribada y reemplazada por algo mejor, la misión de la ciencia ha salido
beneficiada. En ciencia, ocurre a menudo que los científicos dicen: "¿Sabes?, ése es un
gran argumento; yo estaba equivocado." Y luego cambian su mentalidad y jamás se
vuelve a escuchar de sus bocas esa vieja opinión. Realmente hacen eso. No ocurre tan
a menudo como debiera, porque los científicos son humanos y el cambio es a veces
doloroso. Pero ocurre a diario. No soy capaz de recordar la última vez que pasó algo
así en la política o en la religión. Es muy raro que un senador, por ejemplo, responda:
"Ése es un buen argumento. Voy a cambiar mi afiliación política."

Me gustaría decir unas cuantas cosas sobre las estimulantes sesiones sobre la
búsqueda de inteligencia extraterrestre (SETI) y sobre el lenguaje animal en nuestra
conferencia del CSICOP. En la historia de la ciencia, existe un instructivo desfile de
importantes batallas intelectuales que resultan tratar todas ellas sobre lo centrales que
son los seres humanos. Podríamos llamarlas batallas sobre la presunción anticopernicana.
¿Cuál es nuestra posición en el Universo?
He aquí algunas de las cuestiones: Somos el centro del Universo. Todos los planetas y
las estrellas y el Sol y la Luna giran alrededor nuestro. (Chico, debemos ser realmente
especiales.)

Ésa era la creencia impuesta (Aristarco aparte) hasta la época de Copérnico. Le
gustaba a mucha gente porque les daba una posición central personalmente
injustificada en el Universo. El mero hecho de estar en la Tierra te hacía privilegiado.
Eso te hacía sentir bien. Luego llegó la prueba de que la Tierra era sólo un planeta y de
que esos puntos brillantes en movimiento eran también panetas. Decepcionante.
Incluso deprimente. Mejor cuando éramos centrales y únicos. Pero al menos nuestro
Sol está en el centro del Universo. No, esas otras estrellas también son soles, y lo que
es más, nos encontramos en las afueras de la galaxia. No estamos nada cerca del
centro de la galaxia. Muy deprimente. Bueno, al menos la Vía Láctea está en el centro
del Universo. Luego un poco más de progreso científico. Descubrimos que no existe
eso del centro del Universo. Lo que es más, hay cien mil millones de galaxias más.
Ésta no tiene nada de especial. Completamente deprimente. Bueno, al menos
nosotros, los humanos, somos el pináculo de la creación. Somos aparte. Todas esas
criaturas, las plantas y los animales, son inferiores. Nosotros somos superiores, no
tenemos conexión con ellos. Todo ser viviente ha sido creado separadamente.
Luego viene Darwin. Descubrimos una continuidad evolucionaria. Estamos relacionados
estrechamente con las otras bestias y vegetales. Lo que es más, nuestros parientes
biológicos más cercanos son los chimpancés. Ésos son nuestros parientes más
cercanos (¿esos bichos?) Es una vergüenza.

¿Has ido alguna vez al zoo y los has visto? ¿Sabes lo que hacen? Imagina lo
embarazosa que era esta verdad en la Inglaterra victoriana, cuando Darwin tuvo esta
idea. Hay otros ejemplos importantes (sistemas de referencia privilegiados en física y
la mente inconsciente en psicología) que pasaré por alto. Mantengo que en la tradición
de este largo conjunto de debates (cada uno de los cuales ha sido ganado por los
copernicanos, por los tipos que dicen que no hay nada especial en nosotros), hubo una
nota callada profundamente emocional en los debates de las dos sesiones del CSICOP
que he mencionado. La búsqueda de inteligencia extraterrestre y el análisis de un
posible lenguaje animal hieren a uno de los sistemas de creencia pre-copernicanos
que quedan:

Al menos somos las criaturas más inteligentes de todo el Universo. Si no existen más
chicos listos en ninguna parte, aunque estemos relacionados con los chimpancés,
aunque estemos en las afueras de un universo vasto y tremendo, al menos todavía nos
queda algo especial. Pero, en el momento que encontremos inteligencia extraterrestre,
se perderá el último pedazo de presunción. Creo que parte de la resistencia a la idea
de la inteligencia extraterrestre es debida a la presunción anti-copernicana. Asimismo,
sin tomar ninguna postura en el debate de si hay otros animales (los primates
superiores, especialmente los grandes monos) inteligentes o con un lenguaje, es
claramente, a nivel emocional, la misma cuestión. Si definimos a los humanos como
criaturas que tienen lenguaje y nadie más tiene lenguaje, al menos somos únicos en
ese aspecto. Pero si resulta que todos esos sucios, repugnantes y graciosos
chimpancés pueden, con el Ameslan o de cualquier otra manera, comunicar ideas,
entonces ¿qué nos queda de especial a nosotros? En los debates científicos existen, a
menudo inconscientemente, impulsoras predisposiciones emocionales sobre estas
cuestiones. Es importante darse cuenta de que los debates científicos, al igual que los
debates pseudocientíficos, pueden llenarse de emociones por todas estas razones.
¿Estamos solos en el universo?

Ahora echemos un vistazo más de cerca a la búsqueda de inteligencia extraterrestre
por radio. ¿En qué se diferencia de la pseudociencia? Dejadme contar un par de casos
reales. A principios de los sesenta, los soviéticos ofrecieron una rueda de prensa en
Moscú en la que anunciaron que una fuente distante de radio, llamada CTA-102,
estaba variando sinusoidalmente, como una onda seno, con un periodo de unos 100
días. ¿Por qué convocaron una rueda de prensa para anunciar que una fuente distante
de radio estaba variando? Porque pensaban que era una civilización extraterrestre de
inmenso poder. Eso se merece convocar una rueda de prensa. Esto es incluso anterior
a la existencia de la palabra cuásar. Hoy sabemos que CTA-102 es un cuásar. No
sabemos muy bien lo que es un cuásar: y existe más de una explicación para ellos
mutuamente exclusiva en la literatura científica. No obstante, pocos consideran
seriamente que un cuásar, como CTA-102, sea una civilización galáctica extraterrestre,
porque hay un número de explicaciones alternativas de sus propiedades que son más o
menos consistentes con las leyes físicas que conocemos sin evocar a la vida alienígena.
La hipótisis extraterrestre es una hipótesis de último recurso. Sólo si falla todo lo
demás se acude a ella.

Segundo ejemplo: en 1967, científicos británicos encontraron una fuente de radio
cercana que fluctuaba en un periodo de tiempo mucho más corto, con un periodo
constante de hasta diez cifras significativas. ¿Qué era? Su primer pensamiento fue que
era algo como un mensaje que se nos estaba enviando, o un faro de navegación
interestelar para las naves espaciales que volaban entre las estrellas. Incluso le dieron,
entre los de la Universidad de Cambridge, el pervertido nombre de LGM-1 (Little Green
Men, u Hombrecillos Verdes). Sin embargo (eran más listos que los soviéticos),
no convocaron una rueda de prensa, y pronto se hizo claro que lo que tenían era lo
que ahora se llama un púlsar. De hecho fue el primer púlsar, el púlsar de la Nebulosa
Cangrejo. Bueno, ¿qué es un púlsar? Un púlsar es una estrella comprimida hasta el
tamaño de una ciudad, soportada como no lo está ninguna otra estrella, no por presión
gaseosa, no por exclusión electrónica, sino por las fuerzas nucleares. Es, en cierto
sentido, un núcleo atómico del tamaño de Pasadena. Sostengo que esa es una idea al
menos tan rara como la del faro de navegación interestelar. La respuesta a lo que es
un púlsar tiene que ser algo muy extraño. No es una civilización extraterrestre, es otra
cosa: pero otra cosa que abre nuestros ojos y mentes e indica posibilidades en la
naturaleza que nunca habríamos adivinado.

Luego está la cuestión de los falsos positivos. Frank Drake en su original experimento
Ozma, Paul Horowitz en el programa META (Megachannel Extraterrestrial Assay)
patrocinado por la Sociedad Planetaria, el grupo de la Universidad de Ohio y muchos
otros grupos han recibido señales que han hecho palpitar sus corazones. Piensan por
un momento que han captado una señal genuina. En algunos casos no tenemos la
menor idea de lo que fue; las señales no se han repetido. La noche siguiente apuntas
el mismo telescopio al mismo punto en el cielo con la misma modulación y la misma
frecuencia, y lo pasa-bandas todo de la misma manera, y no oyes nada. No publicas
esos datos. Puede ser un mal funcionamiento del sistema de detección. Puede ser un
avión militar AWACS revoloteando y emitiendo en canales de frecuencia
supuestamente reservados para la radioastronomía.

Puede ser un aparato de diatermia en la misma calle. Hay muchas posibilidades. No se
declara inmediatamente que has descubierto inteligencia extraterrestre sólo porque
has encontrado una señal anómala. Y si se repitiese, ¿lo anunciarías? No. Puede ser
una broma. Puede ser algo que le pasa a tu sistema y que no eres capaz de descifrar.
En cambio, llamarías a los científicos de un montón de radiotelescopios y les dirías
que en ese punto particular del cielo, a esa frecuencia, modulación, y banda y todo
eso, pareces captar algo curioso. ¿Por favor, podrían mirar si captan algo parecido? Y
sólo si obtienen la misma información varios observadores independientes del mismo
punto del cielo piensas que tienes algo. Aun entonces sigues sin saber que ese algo es
inteligencia extraterrestre, pero al menos has podido determinar que no es algo de la
Tierra. (Y también que no es algo en órbita terrestre; está más lejos que eso.) Este es
el primer plan de acción que se requiere para asegurarse de que realmente tienes una
señal de una civilización extraterrestre.

Fíjate que hay una cierta disciplina implicada. El escepticismo impone una carga. No
puedes salir y gritar pequeños hombrecillos verdes, porque vas a parecer muy tonto,
como les pasó a los soviéticos con el CTA-102, que resultó ser algo muy distinto. Es
necesaria una cautela especial cuanto las implicaciones son de tanta importancia como
aquí. No estamos obligados a decidirnos por algo en cuanto tenemos unos datos. No
pasa nada por no estar seguros.
Me suelen preguntar: "¿Crees que existe inteligencia extraterrestre?" Y yo respondo
con los argumentos habituales. Hay un montón de lugares allá afuera, miles de
millones. Luego digo que me sorprendería mucho que no existiese inteligencia
extraterrestre, pero que por supuesto no tenemos pruebas concluyentes de ello. Y
luego me preguntan: "Vale, pero ¿qué es lo que crees realmente?" Y respondo: "Ya te
he dicho lo que creo." "Sí, pero ¿qué te dicen tus entrañas?" Pero yo no intento pensar
con mis entrañas. En serio, es mejor reservarse la opinión hasta que tengamos
pruebas.
Después de que se publicase mi artículo El Arte de la Detección de Camelos en Parade
(1 feb. 1987), recibió, como puedes imaginar, un montón de cartas. Parade es leído
por 65 millones de personas. En el artículo di una larga lista de cosas que eran
presuntos o demostrados camelos (treinta o cuarenta). Los defensores de todas esas
cosas resultaron uniformemente ofendidos, por lo que recibí montones de cartas.
También ofrecí un conjunto de instrucciones muy elementales acerca de cómo tratar a
los camelos (los argumentos de una autoridad no valen, todos los pasos de una cadena
de evidencias tienen que ser válidos, etcétera). Mucha gente contestó diciendo: "Tiene
usted toda la razón en las generalidades; desafortunadamente, eso no es aplicable a
mi doctrina particular." Por ejemplo, uno de ellos decía que la idea de que existe
inteligencia extraterrestre fuera de la Tierra es un ejemplo de excelente camelo.
Concluía: "Estoy tan seguro de esto como de cualquier otra cosa en mi experiencia. No
hay vida consciente en otro lugar del Universo. El Hombre vuelve así a su legítima
posición en el centro del Universo."
Otro remitente también estaba de acuerdo con todas mis generalidades, pero decía
que, como escéptico empedernido, yo había cerrado mi mente a la verdad. Más
notablemente, he ignorado la evidencia de que la Tierra tiene seis mil años de
antigüedad. Bueno, no la he ignorado; he considerado la supuesta evidencia y luego la
he rechazado. Existe una diferencia, y ésta es una diferencia, podríamos decir, entre
prejuicio y postjuicio.


Prejuicio es hacer un juicio antes de considerar los hechos. Postjuicio es hacer un juicio
después de considerarlos. El prejuicio es terrible, en el sentido de que se cometen
injusticias y graves errores. El postjuicio no es terrible. Por supuesto, no puedes ser
perfecto; también puedes cometer errores. Pero es permisible hacer un juicio después
de haber examinado la evidencia. En algunos círculos incluso se fomenta.
Creo que parte de lo que impulsa a la ciencia es la sed de maravilla. Es una emoción
muy poderosa. Todos los niños la sienten. En una clase de parvulario, todos la sienten;
en una clase de bachillerato casi nadie la siente, o siquiera la reconoce. Algo pasa
entre el parvulario y el bachillerato, y no es sólo la pubertad. No sólo los colegios y los
medios no enseñan mucho escepticismo, tampoco se fomenta mucho este mocionante
sentido de lo maravilloso. Ambas ciencia y pseudociencia despiertan ese sentimiento.
Una pobre popularización de la ciencia establece un nicho ecológico para la
pseudociencia.

Si la ciencia se explicase a la gente de a pie de una manera accesible y excitante, no
habría sitio para la pseudociencia. Pero existe una especie de Ley de Gresham por la
que, en la cultura popular, la mala ciencia expulsa a la buena. Y por esto pienso que
tenemos que culpar, primero, la comunidad científica por no hacer un mejor trabajo
popularizando la ciencia, y segundo, a los medios, que a este respecto son casi por
completo inútiles. Todo periódico americano tiene una columna diaria de astrología.
¿Cuántos tienen siquiera una columna semanal de astronomía? Y también pienso que
es culpa del sistema educativo. No enseñamos a pensar. Esto es un error muy serio
que podría incluso, en un mundo infestado con 60.000 armas nucleares, comprometer
el futuro de la humanidad.


Sostengo que hay mucha más maravilla en la ciencia que en la pseudociencia. Y
además, en la medida que esto tenga algún significado, la ciencia tiene como virtud
adicional (y no es una despreciable) su veracidad.

Carl Sagan

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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Awakening (Despertar) (doblado al español)

Tenemos que despertar de una buena vez. Abrir los ojos a la realidad, no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere oir.-

Awakening
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martes, 9 de noviembre de 2010

Un “segundo cerebro” funciona en la panza y dicen que regula emociones


Su red neuronal no elabora pensamientos, pero influye en el estado de ánimo y hasta en el sueño.

Que se use la palabra “entripado” para referirse a un enojo podría no ser del todo metafórico. Y que el estómago “se cierre” en una situación estresante o que parezca poblado de mariposas ante el amor también tendría una explicación científica. El aparato digestivo está tapizado por una red de neuronas (celulas nerviosas) de tan amplio alcance que algunos científicos la han denominado “segundo cerebro”. Y ese cerebro, según estudios científicos recientes, influye en nuestro estado de ánimo, carácter y hasta en el ritmo de sueño.

Michael Gershon, investigador de la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos, y autor de El segundo cerebro ( The Second Brain ), un libro de referencia en las investigaciones sobre el tema, explica que, conocido técnicamente como sistema nervioso entérico, el segundo cerebro está compuesto por capas de neuronas ubicadas en las paredes del tubo intestinal, y que contiene unos 100 millones de neuronas.

El pequeño cerebro que tenemos en las entrañas funciona en conexión con el grande, el del cráneo, y en parte determina nuestro estado mental y tiene un papel clave en determinadas enfermedades que afectan otras partes del organismo. Además de neuronas, en el aparato digestivo están presentes todos los tipos de neurotransmisores que existen en el cerebro. De hecho, el 95 por ciento de la serotonina, unos de los neurotransmisores más importantes del cuerpo, se encuentra en el intestino.

Sin embargo, aunque su influencia es amplia, se deben evitar confusiones: el segundo cerebro no es sede de pensamientos conscientes ni de toma de decisiones . Como puede leerse en una nota publicada por la revista de divulgación científica Scientific American , gran parte de la potencia neurológica del segundo cerebro se concentra en la ardua tarea diaria de la digestión.

Emeran Mayer, profesor de Fisiología, Psiquiatría y Ciencias del Biocomportamiento de la Universidad de California, le dijo a esa publicación que una gran parte de nuestras emociones probablemente se vea influida por los “nervios de los intestinos”. En el mismo sentido, Gershon afirma que el bienestar emocional cotidiano quizá también dependa de mensajes que el cerebro intestinal envía al craneano.

Guido Iantorno, jefe de la Unidad de Motilidad Digestiva del Hospital Bonorino Udaondo, le explicó a Clarín que, aunque de modo indirecto, a través del eje cerebrointestinal, el sistema nervioso entérico puede influir en situaciones emocionales y en otros síntomas como la hipersensibilidad al dolor.

Cuenta Iantorno que mediante tomografías computadas por emisión de positrones pudo comprobarse que, ante un estímulo en el intestino, en las personas con afecciones funcionales del aparato digestivo reacciona un sector del cerebro diferente del que reacciona en personas sanas. “Esto significa que la corteza cerebral responde de diferente modo si se padece, por ejemplo, el síndrome de colon irritable”, dice Iantorno.

Algunos científicos piensan que en un futuro, algunos padecimientos intestinales podrían tratarse con terapias aplicadas a nivel neuronal. De hecho, el síndrome de colon irritable en parte deriva de un exceso de serotonina en el intestino, y quizá podría ser considerado una “enfermedad mental” del segundo cerebro.

Los trabajos de Mayer con el sistema nervioso del intestino lo han llevado a pensar que, en los próximos años, la psiquiatría tendrá que ampliar su alcance para tratar el segundo cerebro además del que está sobre los hombros.

Consultado vía correo electrónico, el científico Michael Gershon contó que ahora se sabe además que en el intestino hay células madre adultas que pueden reemplazar a las neuronas que mueren o son destruidas.

Además, afirmó Gershon: “El sistema nervioso entérico le habla al cerebro y este le responde. El intestino puede afectar el humor, y la estimulación del nervio principal que conecta al cerebro con el intestino (el vago) puede ayudar a aliviar la depresión, y es usado para tratar la epilepsia”.

Para Gershon, el segundo cerebro tiene un papel en la mayoría de las cosas que enferman al intestino , desde el síndrome de colon irritable hasta las enfermedades relacionadas con la inflamación del intestino. “Uno no puede vivir sin su sistema nervioso entérico.

Hasta la constipación de la tercera edad es un problema del segundo cerebro.

Necesitamos saber más sobre él para tener mayor información sobre cómo abordar muchos de los males más comunes de la humanidad”, le dijo el experto a Clarín



Para tratarlo, hay nuevas disciplinas



NERVIOS EN EL ESTOMAGO. ESTAN RELACIONADOS CON ESTE “CEREBRO”.

Con el “segundo cerebro”, aparecieron nuevos campos científicos. Uno de ellos es el de la neurogastroenterología, que probablemente permita conocerlo a fondo. Y también se insinúa la psicogastroenterología. Sobre ella, Ezequiel Gleichgerrcht, investigador del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) le dijo a Clarín que si bien como disciplina requiere aún acumular muchísima más evidencia consistente y desarrollar métodos más sólidos, se sabe hoy que algunas señales del sistema entérico llegan de manera directa a estructuras de nuestro cerebro que tienen un importante rol en las emociones. “Asimismo –agregó el científico–, algunas personas que sufren trastornos gástricos desarrollan síntomas psiquiátricos. Y, de manera inversa, se sabe que algunas patologías psiquiátricas y neurológicas tienen una mayor incidencia de trastornos del tracto digestivo que en la población normal. Toda esta evidencia demuestra que poder abordar aspectos psicológicos y conductuales en simultáneo con medidas de la fisiología y la actividad gástrica es importante”.

El pionero alemán

Leopold Auerbach, un neurólogo alemán, descubrió en el siglo XIX dos capas de células nerviosas muy próximas a un trozo de intestino que estaba diseccionando. Sintió curiosidad y al verlas al microscopio concluyó en que eran parte de una red compleja. Sin saberlo, fue el primero en observar al “segundo cerebro”, que fue descripto en en 1998.

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lunes, 8 de noviembre de 2010

La teoría Ninja de Leopoldo Abadía

Este español con conocimientos básicos de Economía logra describir la crísis mundial con una calidad y simpleza increibles.

Su blog tiene mas de 1 millon de visitas.

Leopoldo Abadia y su teoria



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Frase para pensar

"La religion es un insulto a la dignidad humana.
Sin ella habria gente buena haciendo el bien, y gente mala haciendo el mal.
Pero para que gente buena haga el mal, se necesita a la religion"

Steven Weinberg,premio Nobel de fisica

domingo, 7 de noviembre de 2010

The Beautiful Planet Hearth (El Hermoso Planeta Tierra)



El mundo es hermoso, las personas que nacen en las ciudades, no entienden a la naturaleza en toda su extensión. Creo que hay que terminar con los edificios altos que bloquean la vista de los campos que nos rodean., La tecnología es algo que nos arrastra lejos de lo que es grande, lo que es real, lo que es bello. Hay que arreglar la crueldad en este mundo, las personas deben respetarse mutuamente, no importa en quien o lo que creemos, no importa, todos somos humanos para cuidar, amar y vivir al màximo. Para cuidarnos los unos a los otros.

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La historia de las cosas

Impresionante y excelente video, que todo el mundo deberia ver




Desde su extracción hasta su venta, uso y disposición, todas las cosas que hay en nuestras vidas afectan a las comunidades, y sin embargo la mayoría de todo esto se oculta. La Historia de las Cosas es un DVD entretenido, dinámico y cargado de datos, que describe en 20 minutos el lado oculto de nuestros patrones de producción y consumo. La Historia de las Cosas expone las conexiones entre una gran cantidad de problemas ambientales y sociales, y hace un llamado a que nos unamos para crear un mundo más sustentable y justo. Les enseñará mucho, les divertirá y puede que cambie para siempre la visión que tienen sobre las cosas.

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