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viernes, 25 de noviembre de 2011
Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Hoy viernes 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, hay que crear conciencia sobre esta problemática.
Civilización y machismo
“Las mujeres tenemos una desventaja porque es un colectivo social que ha sido sometido durante milenios”, señala la psicóloga Irene Meler, que dirige el foro de psicoanálisis y género de la Asociación Argentina de Psicología. “El machismo ha coincidido con la civilización. Es muy difícil que sea erradicado con tanta rapidez. El proceso en las democracias contemporáneas ha empezado después de las grandes guerras. Desde esa perspectiva, se ha avanzado muchísimo. No es posible revertir un proceso que lleva milenios en unas cuantas décadas”, agrega.
Sin embargo, dice Meler, en lo cotidiano “existen tanto actitudes de dependencia de las mujeres como de dominación masculina que son vistas como naturales. Y este dominio puede virar hacia el odio”. Odio que, cuando se transforma en heridas lacerantes o en carne y piel chamuscadas, ya no puede ser considerado como un acto privado ocurrido en el sacrosanto hogar, sino como algo que afecta a la sociedad toda.
La violencia de género, según Meler, se define como “ataques violentos de varones perpetrados contra las mujeres por el hecho de ser mujeres”. En la Argentina no hay cifras fidedignas sobre estos casos. Recién en las últimas dos décadas este debate ha penetrado en la sociedad civil, el sistema legal y el Estado, entre otras cosas, gracias a la insistencia de las organizaciones feministas.
La socióloga Adriana Causa, investigadora del Instituto Gino Germani de la UBA, nos recuerda que recién en 1993 las Naciones Unidas acuñaron el término “violencia contra la mujer” y que fue en la asamblea de Belém do Pará, en Brasil. En 2009, aquí se sancionó la ley de Protección Integral para la Mujer, una medida muy avanzada cuyo objetivo es “prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres”. Y no sólo la violencia física, sino también la psicológica, la sexual, la económica y la patrimonial. El Poder Ejecutivo tardó un año en reglamentar la norma, pero aún así no ha podido empezar a ser implementada porque no cuenta con un presupuesto mínimo, según sostiene la diputada nacional Cecilia Merchán.
“Lo que necesitamos es un registro único de violencia en el que consten las denuncias a la policía, a las salitas de salud, que sean registros únicos para saber qué casos hay. La ley de 2009 habilita este registro”, señala la legisladora. Pero, en año electoral, pareciera que no hay plata para estos fines.
Lo ves o no lo ves
La Oficina de Violencia Doméstica que depende de la Suprema Corte de Justicia también registró un número ascendente de denuncias. Sólo en enero de 2011, se produjeron 657. Dos años antes, la cifra había sido de 375. ¿Qué está pasando? ¿Hay más violencia o está más a la vista? No podemos tener una respuesta a ese interrogante. Las fuentes consultadas coinciden en que las historias de violencia de género, terminen como terminen, están unidas por un denominador común: el varón que trata a la mujer como si fuera una cosa. De esto nos habla Fernanda Túñez, de La Casa del Encuentro. La organización queda en un viejo PH de la Avenida Rivadavia. Al final de unas escaleras muy altas, un retrato enorme de Marlene Dietrich, la fabulosa actriz alemana del período de entreguerras, vestida con smoking sorprende por su tamaño. “La violencia de género tiene sus orígenes en una cuestión social y cultural, que es la concepción de la mujer como objeto de pertenencia. Se coloca a la mujer del lado de la sumisión y al varón del lado del poder. La cultura machista viene con la educación y nos atraviesa a hombres y mujeres por igual”, señala Túñez.
Coincide con este análisis la socióloga Causa. “La familia es uno de los lugares donde se institucionaliza la violencia de género. Se dice: ‘él la mató porque era suya’. En la medida que en que sos un objeto, no hay respeto ni derecho asociado a la mujer. No es un par, es una propiedad.”
Contra los mentirosos y manipuladores que mutilan nuestra autoestima
Vivimos en una sociedad que nos bombardea con mensajes sobre el cuidado y la calidad de vida: no fumar, alimentarse bien, hacer actividad física, yoga y meditación. Sin embargo, muchas personas llegan a casa y encuentran la peor de las toxinas: el desamor.
Ya sea que convivan o no, muchas relaciones sostienen durante muchos años un estilo de relación que va atentando contra la dignidad de alguno de sus miembros y va minando lentamente la autoestima y la confianza en sí mismos.
El desamor llega de la mano de la descalificación, del silencio, de la indiferencia, de la mentira. Muchas mujeres quedan atrapadas en vínculos en los que esperan lo que nunca va a llegar o naturalizan el maltrato cotidiano que toma la forma de la violencia psicológica.
En “Estrés Conyugal” se analiza la manera en que las personas llegan a enfermar dentro de sus relaciones: una palabra que hiere, una burla que humilla, un silencio que taladra. El que promete y no cumple, la que da celos con actitudes ambiguas, el que desaparece sin dar explicaciones, el que abandona aún estando en la misma casa, el que no tiene para dar más amor que a sí mismo.
Narcisistas, mezquinos, histéricas, manipuladores, mentirosos, estafadores desfilan por las páginas de mi libro para mostrar que existen ciertas propuestas de relación que son inaceptables porque mutilan la autoestima y se devoran los sueños.
Nuestro organismo está preparado para defenderse de una amenaza, un desafío o un peligro. Pone en marcha una serie de mecanismos biológicos para enfrentar la lucha o darse a la fuga según sea conveniente. Este es un dispositivo de adaptación que protege al individuo frente a los cambios constantes. No obstante, cuando esa amenaza se sostiene en el tiempo, el sistema se desajusta y comenzamos a enfermar. ¿Cuál es la amenaza en el estrés conyugal? El abandono y el desamor.
Cuando se pierde la esperanza aparece una sensación de derrota. Cuando se sabe con certeza que nada va a cambiar y no quedan fuerzas para seguir luchando aparece la enfermedad. Pero será sólo la punta del iceberg. Por debajo de las enfermedades cardiovasculares, de hormonas que se descontrolan, de un sistema inmune que enloqueció y se ataca a sí mismo, de un cerebro que no puede proteger ni a sus propias neuronas, por debajo de todo esto, decíamos, está el dolor emocional. Un dolor que grita en el cuerpo lo que las palabras no pueden decir. Eso es el estrés conyugal.
Por Patricia Faur, licenciada en Psicología, docente en la Universidad Favaloro y autora de los libros “Amores que matan”, “Amores fugaces” y “Estrés conyugal” (Ediciones B), entre otros.
Dónde pedir ayuda:
Oficina de Violencia Doméstica de la CSJN (no se atienden consultas telefónicas): Lavalle 1250
Dirección General de la Mujer: 0800-666- 8537
Casa del Encuentro: Rivadavia 3917, 4982-2550. Emergencias: 15-5938-4357.
Tambien podés pedir asesoramiento y asistencia online a la fundación por mail a violencianunca@gmail.com.
Y tené presente siempre que el Amor NO duele, a veces se confunden los celos con amor y el control con afecto, la violencia es tal que muchas veces se llega al femicidio.Estos crímenes son el resultado de la misoginia (odio o desprecio a las mujeres) y el machismo,actitudes que debemos borrar desde las primeras etapas de la vida”
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