Uploaded with ImageShack.us
Decía José Ingenieros en su obra El hombre mediocre:
“La mediocridad es una ausencia de características personales, que permiten
distinguir al individuo en una sociedad porque la sociedad piensa por él, tiene
voz pero sin eco, no tiene un ideal propio, es un ser domesticado que vive
inmerso en la rutina, carente de personalidad, convertido en un muñeco del
medio social, incapaz de crear y de enseñar algo positivo para los demás”. Sin
temor a equivocarnos, estamos en presencia de un mediocre social.
El mediocre, es una sombra del otro porque su esencia es
imitar, sin ideales y criterios propios, no crea algo útil para los demás, pero
defiende los esquemas por muy absurdos que sean, al punto que odia a los
creadores. No soporta la creatividad y el talento de los demás; como dijo
alguien: “envidian a los emprendedores y los tildan de locos”.
Es un tipo incapaz de arriesgarse en algo difícil para
lograr el éxito y dar más utilidad por el bien común. Es un hombre conformista
que no se propone metas en beneficio de la sociedad; “los mediocres no viven
los sueños, los matan”.
Su incapacidad los hace criticar a los luchadores, aquellos
que aceptan las adversidades pero no se conforman, critican a aquellos que son
incansables ante las dificultades y luchan a costa de nadie para triunfar y ser
útiles a los demás y a sí mismos. El mediocre social odia a quienes son los
verdaderos profesionales del arte de vivir porque ellos ponen de manifiesto la
mediocridad de los demás.
El mediocre ataca la
pasión por el progreso espiritual y se burla de todo aquel que quiere ser mejor
persona, se burla de todo aquel que vive rompiendo la rutina sin dañar a sus
semejantes. Es un hombre que odia el amor y la paz.
Otra característica del mediocre es la vulgaridad. No ama lo bello y esencial
de la naturaleza humana. Es un hombre vulgar para hablar y actuar como ser
social. Es un signo de ostentación y falsedad. Vive lo externo, pero nunca
descubre el contenido o lo esencial de la vida. En resumen es un estercolero
social que critica sin medidas pero no es capaz de crear algo
nuevo y útil para los otros.
Siempre me he preguntado ¿por qué el mediocre social no
piensa, no crea, solo imita y repite lo que le dicen? Una persona, cuyos
criterios admiro, dice: “No piensa porque no está entrenado para pensar por sí
mismo, para crear y lograr un juicio propio ante determinada situación”. Es una
mediocridad adquirida porque aparece en el tipo debido a la educación recibida
desde el seno familiar, es un entrenamiento prolongado de repetir lo que dicen
y hacer lo que hacen lo demás. Mediocridad que puede ser contagiosa cuando lo
normal en un grupo es no pensar por sí mismo, sin un razonamiento propio
al extremo de convertirse en un hábito o costumbre, como dice un genio, la mediocridad
social adquirida “puede ser tan profunda que a los hombres solo le preocupa la
cantidad sin importarle la calidad en todos los aspectos de la vida social y
personal del ser humano”. Es todo un adverbio de cantidad que nunca llegará a
ser verbo.
La mediocridad, puede llegar a producir trastornos tan
severos en la conducta del individuo que éste puede llegar a creerse cosas que
no son reales en su vida personal, al punto de ser víctima de otra enfermedad
muy lesiva para el ser humano: la elefantiasis del yo, un
egoísmo sin límites. No sabe vivir los pequeños detalles, muy esenciales para
enriquecer su espíritu y ser feliz. Siempre recuerdo las palabras de
Benedetti cuando dice “Lo más trágico no es ser mediocre pero inconciente de
esa mediocridad, lo peor es ser mediocre y saberlo y no conformarse con su
destino que, por otra parte (eso es lo peor), es de estricta justicia”.
La envidia es una de las características principales del
mediocre social, ésta acaba con el hombre desde adentro, como un parásito que
lo convierte en un inadaptado que no acepta lo que tiene y lucha por tener lo
ajeno, es obsesivo por acabar con la felicidad ajena, es un individuo amargado
por los éxitos de sus semejantes.
Algunos consideran que la pasión del mediocre es la envidia,
es el mayor mérito de la mediocridad, porque sufre el bien y la dicha ajena. Es
un fenómeno espontáneo en los hombres de corazones pequeños, pues trabajan con
la mentira y odian la verdad.
La hipocresía es uno de los rasgos más sobresalientes en la
personalidad del mediocre. Comparto el criterio de que la hipocresía es más
profunda que la mentira porque ésta puede ser accidental pero la hipocresía es
permanente, el hipócrita transforma su vida entera en una mentira metódicamente
organizada. Hace lo contrario de lo que dice, siempre que le reporte un
beneficio. La mentira es el poderoso instrumento de la hipocresía.
Hermógenes en su obra Lo esencial de la vida, nos
dice: “Los hombres más atrasados en la escala evolutiva, son manipulados por su
propio egoísmo, se conducen como diabloides perversos y pervertidos. Luego
están aquellos que son muy egoístas y sin amor por los demás, estos forman el
grueso de la humanidad, los mediocres, son los que luchan incansablemente por
no ser sacrificados y por el contrario, conseguir siempre sacrificar a
los demás. Los sabios y los santos nunca piensan en sacrificar a los demás,
sino que optan por sacrificarse ellos mismos en beneficio del amor y en armonía
con la verdad”.
Aplaudo a los que dicen que la ignorancia engendra
mediocridad y viceversa. “La ignorancia de muchos la padecen unos pocos”. Yo
agrego, la mediocridad de muchos acaba con la razón de las personas y los
convierte en una masa de ignorantes sin capacidad de pensar por sí mismos. Los
convierte en imbéciles fáciles de manipular por la basura espiritual de hoy.
Por todo esto, alejemonos
de esta clase de individuos que solo procuran causarnos infelicidad , y tratemos de rodearnos de
personas que nos hagan bien y nos eleven como ser humano.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario