jueves, 19 de noviembre de 2009

LOS HIJOS SON COMO LOS NAVÍOS


Al mirar un navío en el puerto, imaginamos que
está en su lugar más seguro, protegido por una
fuerte ancla.


Sin embargo, sabemos que está allí
preparándose, abasteciéndose y alistándose
para ser lanzado al mar, cumpliendo con el
destino para el cual fue creado, yendo al
encuentro de sus propias aventuras y riesgos.


Dependiendo de lo que la fuerza de la
naturaleza le reserve, tendrá que desviar la
ruta, trazar otros caminos y buscar otros
puertos.


Pero retornará fortalecido por el conocimiento
adquirido, enriquecido por las diferentes
culturas recorridas. Y habrá mucha gente
esperando feliz en el puerto.


Así son los HIJOS. Tienen a sus PADRES, o sea
el puerto seguro, hasta que se tornan
independientes


Por más seguridad, protección y manutención
que puedan sentir junto a sus padres, los hijos
nacieron para surcar los mares de la vida,
correr sus propios riesgos y vivir sus propias
aventuras.


Cierto es que llevarán consigo los ejemplos
adquiridos, los conocimientos obtenidos en el
colegio, pero lo más importante estará en el
interior de cada uno:

LA CAPACIDAD DE SABER SER FELIZ

Sabemos que no existe felicidad inmediata, que
no es algo que se guarda en un escondite para
ser dada o transmitida a alguien.


El lugar más seguro para el navío es el
puerto. Pero no fue construido para permanecer allí.


Los padres piensan que serán el puerto seguro
de los hijos, pero no pueden olvidarse que
deben de prepararlos para navegar mar adentro
y encontrar su propio lugar, donde se sientan
seguros, con la certeza que deberá ser, en
otro tiempo, un puerto para otros seres (los nietos).


Nadie puede trazar el destino de los hijos.

Lo que sí podemos hacer es tomar conciencia y
procurar que lleven en su equipaje VALORES
como:

HUMILDAD, SOLIDARIDAD, HONESTIDAD, DISCIPLINA,
GRATITUD Y GENEROSIDAD.


Los hijos nacen de los padres, pero deben
convertirse en CIUDADANOS DEL MUNDO

Los padres pueden querer que haya siempre una
sonrisa en los hijos, pero no pueden sonreír
por ellos. Pueden desear su felicidad, pero
no pueden ser felices por ellos.


LA FELICIDAD CONSISTE EN TENER UN IDEAL PARA
BUSCAR Y LA CERTEZA DE ESTAR DANDO PASOS
FIRMES EN EL CAMINO DE ESE LOGRO.

Los padres no deben seguir los pasos de los
hijos y los hijos nunca deben descansar en los
pasos que los padres alcanzaron.
Los hijos deben seguir desde el puerto a donde sus
padres llegaron y como los navíos, partir en
busca de sus propias conquistas y aventuras.


Para ello, requieren ser preparados y amados,
con la certeza de que:

“QUIEN AMA EDUCA”.


¡Cuán difícil es soltar las amarras y dejar
partir al navío!…

Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre es la autonomía.




Fuente: Historias de Vida.

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