jueves, 3 de junio de 2010

El combustible para el alma


El libro “El combustible espiritual” de Ari Paluch se ubica al tope de ventas de títulos no ficción y batió récords en la última edición de la Feria del Libro. El reconocido conductor radial, periodista y escritor nos revela las claves para lograr la felicidad.

¿En qué momento comenzaste a cargar el combustible espiritual?

No fue por causa de un momento determinado, sino de una serie de cosas que me pasaron. La primera se presentó cuando, al finalizar una charla de periodismo que brindé a 300 estudiantes de la profesión, se me acerca una chica y me dice: “¿Ari, ¿cómo podés vivir con tanto ego?”. En mi ignorancia de entonces sobre los temas espirituales, me sentí atacado. Hoy se lo agradezco. Otra causa fue la muerte de una persona cercana que tenía casi mi misma edad; la situación me llevó a analizar y a replantearme la importancia que uno le asigna a las cosas, a los problemas y, sobre todo, ver que no apreciamos el presente, el ahora, porque creemos que vamos a vivir hasta los 90 años, como si eso dependiera de uno. Al mismo tiempo cambié de psicólogo por un evangelista que era oyente de mi programa y me propuso hacer una terapia espiritual más allá de cualquier religión. La otra fuente de inspiración fue el doctor y escritor Wayne Dyer, que con su libro “El poder de la intención” me disparó a cambiar el enfoque de mis lecturas. Una cosa trajo a la otra, el acercamiento fue progresivo.

La sección espiritual dentro del éxito de “El exprimidor” y el boom editorial del libro +El combustible espiritual+ le otorgan un plus al Ari Paluch conductor y periodista. ¿Qué esperás para más adelante?
Yo siempre digo, “Si querés hacer reír a Dios hablale de tus planes” y esos planes implican vivir el poder del ahora, como dice Eckhart Tolle. El rol que uno debe proyectar es el de poder cumplir con el aquí y el ahora; primero surge la necesidad y después aparece el producto. Con la espiritualidad pasa lo mismo, capté el momento de necesidad y entonces le di forma al combustible que le da alimento y cubre dicha necesidad. La radio fue el primer producto, “El combustible espiritual” fue una sección dentro del programa que nació para cumplir con ese fin. Hace mucho tiempo en mi programa dije que la sociedad violenta, irónica y sarcástica -siendo la televisión un reflejo de esta realidad- va a ir progresivamente mutando hacia un momento de mayor espiritualidad.

¿Cómo llega “El combustible espiritual” a ser un libro?

Editorial Planeta me ofrece escribir un libro sobre el ser argentino, lo agradecí pero me negué a hacerlo, proponiéndoles hacer algo que tuviese relación con la visión espiritual. Deseaba despertar y generar en las personas el mismo entusiasmo que yo les dedicaba a los libros, marcando y subrayando frases, ideas y conceptos. De golpe eso sucedió y el libro se convirtió en un éxito editorial gracias a que es una respuesta justa a una necesidad espiritual que vive mucha gente. Tal vez lo que venga sea una etapa de mayor espiritualidad en la que uno se pueda constituir en un difusor masivo y serio de este despertar.

Las claves de tu libro son explicar las cosas con un lenguaje simple, el lenguaje de la gente y del entendimiento, ¿es correcta mi evaluación?
Así es justamente el lenguaje del espíritu.

¿El mal es funcional al despertar del bien?

Para que exista la compasión, por desgracia y necesidad, al mismo tiempo debe haber alguien que sufra y otro que ayude. Si no existiese el mal y no hubiese gente malvada, no valoraríamos el bien y la bondad. Son contraprestaciones que realzan los valores virtuosos de la vida.

¿Las crisis son disparadores de lo bueno y de lo malo del espíritu humano?

El mejor ejemplo fue la crisis de 2001; sacó lo peor y lo mejor de nosotros. Cuando creíamos que había finalizado el curso de aprendizaje que significó la crisis, nos anestesiamos con el crecimiento económico. Como lamentablemente no entendimos la dificultad que teníamos de trascender, no completamos el proceso y, lamentablemente, quedó inconcluso y aparece como una deuda pendiente a reclamar su cancelación. Espero que no sea un proceso muy doloroso, aunque creo que va a haber dolor. Nuestra visión equivocada de la crisis nos llevó a creer que no hay más enfermedad porque desaparecieron los síntomas. En 2001 parece que no fuimos a fondo como deberíamos, entonces 6 años después volvimos a las andadas.

Como si la crisis se hubiera “resuelto” con un crecimiento económico y no con una maduración espiritual del conflicto…
Hubo quimioterapia, pero no remisión tumoral. El tumor siguió estando y por años no disparó síntomas y, como un paciente en espera de años para ver si la enfermedad vuelve a mostrarse, el país desafortunadamente volvió a sufrir las consecuencias de un tumor que volvió a aparecer. Desafortunadamente nunca en el país se analizó la cuestión a fondo de lo que sucedió y ni el porqué. Fundamentalmente para que no vuelva a repetirse.

Es bueno que el mensaje lo expreses desde el Ari Paluch que siempre fuiste y no que provenga de un Ari Paluch que, por el contenido de su mensaje, adoptó el mote de gurú y se vistió con túnica blanca. ¿Cómo ves esto?


En el fondo nos estamos hablando a nosotros mismos. El libro es consecuencia de mis miserias y habrá otras personas que participarán de sus miserias y se sentirán identificadas con el mensaje. Si no hubiera transitado por todas esas carencias, limitaciones y crisis que forman parte de la vida y que llamo miserias, no podría haber escrito el libro. “El combustible espiritual” es el resultado de todas esas experiencias. El dolor que me atraviesa a mí es el mismo dolor que atraviesa a otros. La empatía es un principio de la espiritualidad; el poder ponerse en lugar del otro es conocimiento sin dogma. El único pecado de la espiritualidad es alejarse de la luz. La espiritualidad no es una obligación, es un despertar y no hay que forzar a las personas a que lo hagan. Cada uno tiene su momento.

¿Qué te dio profesionalmente la espiritualidad?

Un cambio en lo que hago y cómo lo hago. Antes venía a la radio a medir resultados y sufría la ciclotimia del ego. Un día me creía el mejor locutor de radio y al siguiente programa me cuestionaba cómo podían llegar a escucharme. Aprendí que la gente no es una anécdota, sino una trayectoria, y que siempre podemos ser la solución al problema o la necesidad de alguien. Ahora vengo a la radio, me siento y hablo sabiendo que detrás de lo que hago hay una misión y cada vez lo siento más firme. Esa misión se expandió a un libro y a futuro quizá sea hacia algo más. Mi sueño es internacionalizar esto. Uno hace su laburo y las cosas surgen como resultado de la calidad de su trabajo.

¿Qué respuesta ves que generó tu libro?

El éxito rotundo de la Feria del Libro, la respuesta de la gente, son justamente combustible espiritual para seguir y crecer, es maravilloso. Desde los medios más diversos y los tipos más irónicos se hablaron maravillas del libro. Creo que en definitiva todos nos sentimos necesitados de vivir en paz. No me bajo de esto ni loco, una vez que uno transita lo espiritual y disfruta lo que te brinda, no salís más.

¿Cuál es tu fórmula para poder compatibilizar la espiritualidad que se gana en un curso o se adquiere en un libro, con el mundo de los problemas, del vecino malhumorado o del colapso del tráfico?


El tipo que tuvo la oportunidad de acceder al instrumento que le otorga la espiritualidad tiene que hacer su aporte práctico del mismo. Es fácil no ponerse nervioso en un retiro espiritual, pero es difícil hacerlo en medio de un embotellamiento. El conocimiento es para aplicarlo. Nadie, por más espiritual que sea, está inmunizado frente a muchas cosas dolorosas o difíciles de la vida. El despertar espiritual te facilita el enfrentar y controlar una situación conflictiva de otra manera. Estamos continuamente a prueba. Las personas parece que quieren poner a prueba el universo, mientras que es un proceso a la inversa: el universo nos pone a prueba a nosotros.

¿Para qué creés que estamos sobre el planeta?

Somos administradores del don de Dios, somos seres de amor y estamos aquí para difundirlo. Fuimos diseñados para utilizar combustible de amor, si cargamos combustible de ego y odio seguro que, al igual que un automóvil a nafta que le carguemos diesel, vamos a funcionar mal. Somos amor. Las personas a bordo del avión que se iba a estrellar en las Torres Gemelas y que pudieron hablar con sus familiares sabiendo cuál iba a ser su destino final, lo único que sintieron decir fue “¡Te amo!”. La vida es como la bolsa: las buenas acciones siempre terminan dando buenos dividendos.

Nota Original Publicada en la Revista 'El Planeta Urbano'.

Por Brad Hunter

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