jueves, 25 de noviembre de 2010

Violencia domèstica, para mas consultas, la Ciudad abre un centro para mujeres


Es el primero del Gobierno porteño y atenderá desde fin de mes todos los días durante las 24 horas. En 2010 las consultas aumentaron un 12% debido al maltrato o abuso sexual de sus parejas. Violencia doméstica

El tema parte de una contradicción insoslayable. Es bueno que se busquen alternativas para brindar asistencia a los ciudadanos ante un problema; es malo que el problema crezca . En 2010 aumentaron un 12% las consultas por violencia doméstica y sexual en la Dirección General de la Mujer de la Ciudad de Buenos Aires. Para contenerlas, a fin de mes el Gobierno porteño abrirá el primer Centro Integral de la Mujer, que funcionará todos los días, durante las 24 horas, en 24 de Noviembre 113, Once.

“Vivimos en un contexto de violencia generalizada donde, obviamente, hay más víctimas mujeres que hombres”, explica María Eugenia Vidal, ministra de Desarrollo Social de la Ciudad. Y en ese camino se potencian dos cuestiones. “En el 90% de los casos que atendemos, los hijos de estas mujeres también son víctimas de maltrato y abuso sexual (en este grupo, las prestaciones aumentaron un 32%; y en el 60% de los casos el victimario es el padre). Por otro lado, también están las madres que son víctimas de maltrato por parte de sus hijos, un tipo de violencia que es muy difícil de aceptar y verbalizar (el programa Lazos, que contiene estos casos, creció un 17%”, continúa la Ministra Vidal.

El CIM 24 horas se sumará a los seis centros que funcionan durante el día en la Ciudad, donde se brinda asesoramiento jurídico y psicológico a las víctimas de violencia. También al refugio confidencial para aquellas mujeres que corren riesgo de vida (en 2010 la demanda aumentó un 4%), a las residencias de tránsito medio (con un crecimiento del 32%), y al refugio para víctimas de trata.

“Es una necesidad –justifica Vidal–, porque muchas de las situaciones violentas se producen durante la noche o los fines de semana. Este nuevo espacio nos permitirá intervenir en estos casos y en los que deriva la oficina de violencia de la Corte, de manera más operativa”. Y, una vez más, la lectura es simple. La oscuridad de la noche deja más solos a los que están solos. Nadie mira, nadie escucha y todo invita a los excesos que conforman el caldo de cultivo para la violencia más extrema, la que mata y la que suicida.

Las especialistas coinciden e insisten: la violencia contra la mujer no distingue clase social ni edad . De hecho, hay programas para contener la problemática de los noviazgos violentos en adolescentes. Y los datos de la Dirección General de la Mujer terminan de dar contexto al problema. El 83% de las mujeres que se presentan en las consultas sufren violencia de tipo emocional. Y seis de cada diez han padecido algún tipo de violencia física y/o sexual. En el 60% de los casos, la situación se produce a manos del novio, marido o pareja conviviente actual (“o de la persona que dice querernos”, como repiten ellas, porque de “parejo” no hay nada en este tipo de situaciones). Y en el 10% de los casos atendidos, el victimario es una relación antigua.

El problema no es local. Desde Naciones Unidas sostienen que una de cada tres mujeres será violada, golpeada, forzada a mantener relaciones sexuales o abusada de algún modo a lo largo de su vida. Y las estimaciones también muestran que en siete de cada diez hogares del mundo las mujeres padecen malos tratos, en cualquiera de sus variables.

En ese sentido, en la Legislatura porteña también se han hecho avances. “En abril se aprobó la modificación de la Ley 1688, con el fin de facilitar vacantes y asistencia para aquellos chicos que deben mudarse o trasladarse con urgencia, para que puedan continuar sus estudios y no seguir violentando una situación que, de por sí, es violenta”, explica Carolina Stanley, impulsora de la medida. Y se avanza con la implementación de una reglamentación que permita tomar medidas para resguardar a las víctimas de sus victimarios.

“Que ninguna mujer pase la noche llorando”
El acompañamiento, la presencia, la tranquilidad de que no va a haber juicios. Lucrecia Oller sabe de lo que habla porque estuvo de los dos lados. Ella se presenta como una sobreviviente de la violencia, y en la actualidad coordina grupos de autoayuda que funcionan en los CIM desde hace un año. “Mi objetivo es que ninguna mujer pase la noche sola, en la cocina, llorando”, dice. Y esas pocas palabras alcanzan para construir la escena. “Porque eso es lo que pasa cuando el marido la echa del cuarto, y no puede dejar la casa para que no la vean, ni estar frente a los chicos”, insiste. Y habla de la culpa y de la baja autoestima que hacen que las víctimas se vayan quedando, sufriendo, empequeñeciendo.
La violencia se aprende y se enseña. “Un chico que escuchó que a su mamá le dicen que es una boba y no sirve para nada durante toda la vida, lo va a repetir”, sostiene Oller. Es el golpe (el que se ve y el que no se ve), pero también el maltrato, la humillación en público, el conminar al aislamiento (no poder ver amigos ni trabajar), la limitación económica y todas aquellas cosas que llevan a que la mujer viva pendiente de que él no se enoje. “Pero nunca sucede, porque siempre tiene motivos y nunca es suficiente”, resume sobre la patología.
Además de contener a las víctimas, a través de estos grupos trabajan en la difusión de la temática. “Cuando vas a denunciar un robo nadie pone en duda lo que estás contando. En cambio si se trata de una situación de violencia, la pregunta es ‘¿usted qué le hizo?’”, agrega Oller.

Einat Rozenwasser - Clarin



Mi opiniòn:

Yo he sufrido en el pasado la violencia de gènero, tanto fìsica como sicològica, y esta no solo puede venir de una pareja, sino tambien de cualquier cobarde (hijos, sobrinos, jefes, padres etc.) que se creen que tienen la autoridad y hacen abuso de poder, por su superioridad fìsica (fuerza bruta) o econòmica, y pasan por alto los derechos de una mujer, el abuso se manifiesta ya sea levantàndote la mano, amenazando con asesinarte, o tambièn faltando el respeto, despreciando, ignorando, insultando, discriminando, bajandote la autoestima, hacièndote sentir miserable, sin valor y que no servis para nada.
Hago votos para que en el futuro, ninguna mujer tenga que sufrir este tipo de abusos de parte de esta clase de engendros cobardes que de hombres solo tienen el titulo.

Analu.-

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