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miércoles, 12 de octubre de 2011
Día de la Raza?. Nada de espejitos de colores (fragmentos del libro “Los mitos de la historia argentina” de Felipe Pigna)
“Pese al relato interesado que nos quiere hacer creer que los habitantes originarios de estas tierras recibieron en todas partes a los invasores como dioses y se entregaron como corderos en el matadero, el viejo imperio incaico, al igual que gran parte del continente, resistió heroicamente el despojo y el genocidio.
El primer intento de resistencia nació con la llegada de Pizarro en 1536 y fue encabezado por el hermano de Atahualpa, Manco Inca, en quines los españoles habían puesto sus expectativas para que les facilitara el saqueo de aquellas ricas tierras.
En abril del año 1536 Manco partió del Cuzco con la excusa de ir a buscar unas estatuas de tamaño humano para Hernando Pizarro, que gustoso dio el consentimiento. Manco también dijo que realizaría una cacería (el gran “chaco” o caza ceremonial de vicuñas), aunque lo que pretendía era realizar los rituales previos a un enfrentamiento militar.
Pocos días después los invasores se enteraron de que continentes indígenas se habían concentrado en Yucay y enviaron soldados armados en su búsqueda, pro el intento fue desbaratado por los nativos. Por ese entonces, las tropas de Manco sumaban unos 10.000 hombres, sin contar a las mujeres, que, según el uso indígena, acompañaban a los combatientes.
Tras arduos preparativos, Manco cercó la Ciudad de Cuzco. Años más tarde, se recordaría el pavor que sufrieron los españoles sitiados, al verse rodeados por tal cantidad de hombres que permanentemente levantaban un gran vocerío y en las noches encendían fogatas que marcaban el cerco de la ciudad.
Para evitar que Francisco Pizarro enviase refuerzos que rompieran desde afuera el cerco de Cuzco, Manco había coordinado también un ataque a Lima. Por su parte, Francisco Pizarro había decidido enviar una expedición al Cuzco a las órdenes de Gonzalo de Tapia, por la ruta de Pisco. En el ascenso anterior a Vilcahuaman, se toparon con las fuerzas del Inca cerca del río Pampas, donde se libró una sangrienta batalla que terminó con la derrota total de los españoles.. Las tropas nativas siguieron su camino y arribaron a Parcos (Huancavelica), donde se las vieron con un nuevo contingente de españoles que trataban de avanzar hasta el Cuzco.
Una tercera expedición enviada desde Lima por via de Jauja fue sorprendida n Angoyacu, donde murió su jefe, Juan Morgovejo de Quiñones. La ruta del Mantaro quedó despejada para los naturales a través de otros dos combates: Jauja y Pariacaca.
El 5 de setiembre de 1536 el ejercito inca, a las órdenes de Quizo Yupanqui, llegó a las puertas de Lima y sostuvo varios duros encuentros con los españoles en Mama, Cañete, Mala, Chancay y Ate. Un contingente a mando de Pedro de Lerma intentó detenerlos en las inmediaciones de Puruchuco, pero los atacantes llegaron a instalarse en los cerros que rodeaban a la ciudad de los reyes y comenzaron a bajar para completar el ataque. Quizo Yupanqui había sido derrotado en Pachacámac por Alonso de Alvarado y, con el estratégico apoyo de tropas indígenas de diversos lugares, los españoles consiguieron la victoria final en Lima. Quizo Yupanqui y Cusi Rímac, los principales jefes de la ofensiva indígena, perecieron.
En el Cuzco, el cerco a la ciudad terminó tras nueve meses, cuando retornaron las tropas de Almagro procedentes de Chile.
Manco decidió trasladarse con su pueblo a la zona de Vilcabamba, donde instalaría, con capital en la imponte ciudad sagrada de Machu Picchu, el Estado neoinca, que iba a perdurar hasta 1572. Allí se restableció el antiguo ceremonial de la religión inca, con l rechazo de todo tipo de elemento cristiano.
Manco fue sucedido por su hijo, Sauri Túpac, y su hermanastro, Titu Cusi, que hacia 1560 dominaba un extenso territorio. Ambos habrían de continuar la resistencia contra los españoles, hasta la muerte de Titu Cusi, en 1571, cuando nombró sucesor al hijo legítimo de Manco Inca, Túpac Amaru, que sería finalmente apresado y decapitado por los españoles.
Así se puso fin a casi treinta y seis años de un Estado neoinca que mantuvo en jaque a los invasores y que atrajo a miles de indios fugitivos de minas y obrajes. Por aquellos años también se produjo el movimiento del Taki Ongoy, que en lengua quichua significa “canto o danza de la enfermedad”. Fue un movimiento netamente milenarista, “rabiosamente anticatólico y antihispano”.
Sus líderes, Juan Chocne, y las indias Santa María y Santa María Magdalena, propugnaron el rechazo del uso de las ropas españolas o cualquier elemento de índole hispana, incluso los nombres. Denunciaban a la Iglesia y al gobierno virreinal como los principales responsables de las condiciones de sometimiento de los indios. Anunciaban un diluvio inminente que acabaría con todos los españoles. Su tradición indicaba que el imperio había estado precedido por cuatro épocas o soles, de mil años cada una, por lo que justo en el año del estallido del movimiento, 1565, sucumbía la última luna, lo que originaría una nueva humanidad."
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