Investigadores cordobeses potabilizan agua con energía solar
Ingenieros de la universidad crearon un equipo que pasteuriza el agua contaminada microbiológicamente sin necesidad de químicos ni combustibles tóxicos. También desarrollarán otro aparato que elimina sales como el arsénico. El drama de las enfermedades gastrointestinales.
La reciente contaminación del agua por sales como el arsénico (cancerígeno), sumado al riesgo de contraer diarrea e infecciones gastrointestinales movilizó el ingenio de un grupo de ingenieros de la Universidad Nacional de Córdoba y ahora presentaron un novedoso potabilizador a energía solar con una tecnología simple y económica.
Desde el Laboratorio de Energía Solar de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, dirigido por Fernando Arenas, el equipo creó un aparato capaz de pasteurizar entre 14 y 20 litros de agua diarios, los suficientes para el consumo de dos familias.
Tal como dio a conocer la universidad, a diferencia de los modelos comerciales existentes en el mercado, este equipo funciona de manera autónoma, sin requerir la intervención constante del usuario.
Además, su costo de aproximadamente 200 pesos es tres veces menor. "Es fácil de construir, instalar y manejar", indicó al periódico institucional Hoy la Universidad Alejandro Domínguez, responsable del proyecto junto a Pablo Aramayo.
Según adelantó este ingeniero, para funcionar el dispositivo sólo necesita ser conectado a un depósito de agua filtrada (por ejemplo, un bidón) que elimine insectos y otros elementos. Si ese depósito se ubica a dos metros de altura con respecto al aparato, cuando el sol sale el equipo comienza a funcionar automáticamente, generando medio litro cada 15 minutos.
Económico e ingenioso
El cuerpo del equipo consiste en una chapa pintada de negro -cubierta por un vidrio reticulado- que absorbe la radiación solar y se calienta. Por conducción, el calor se transmite a una serie de caños transversales que, por convección natural, dan temperatura al reservorio de agua. El líquido caliente asciende y es recolectado en el extremo superior.
"Aquí abaratamos costos porque incorporamos un simple termostato de automóvil que abre la salida del agua ya pasteurizada", relató Domínguez. El ingeniero agregó que también ganaron en eficiencia, "porque el agua entrante corre paralela a la que sale, que está caliente, y entra al sistema con una temperatura mayor a la del ambiente, lo que agiliza el proceso".
Como en el caso del termostato, que sustituye otros métodos más onerosos, todos los componentes son simples y accesibles. El aparato utiliza aislamiento de lana de vidrio, carpintería metálica de aluminio (la misma que se emplea en aberturas domésticas) y el soporte está realizado con los perfiles de una estantería común. Para los investigadores, la fabricación en serie podría disminuir aún más los costos.
En contraste con la cloración y la ebullición -alternativas también recomendadas por la Organización Mundial de la Salud - el pasteurizador solar no utiliza químicos ni combustibles contaminantes y, al ser automático, evita la tarea de capacitar a la gente para su uso. "Siempre es necesaria una fuente alternativa de energía y agua para los días nublados, pero en zonas de alta insolación, como el norte de la provincia, el aparato es ideal", sostuvo Domínguez.
Precisamente para esa área, que registra altos índices de contaminación con arsénico, los miembros del Laboratorio están diseñando un nuevo equipo capaz de eliminar sales por destilación.
La metodología es la misma: en base a elementos de fácil colocación y reparación por parte de los usuarios, se trata de mejorar la eficiencia y abaratar los costos de las tecnologías de los equipos comerciales.
Una realidad que preocupa
Los especialistas comenzaron a trabajar en el desarrollo de tecnologías económicas, ecológicas y de fácil uso una vez que tomaron contacto con la realidad de diversos pobladores en zonas desprovistas del servicio de agua potable, como ocurre en la zona norte de la provincia.
Y para ello, obtuvieron financiamiento de la Secretaría de Extensión Universitaria. Más allá de la contaminación con arsénico, en la Argentina la diarrea es la enfermedad de origen hídrico más frecuente, con una incidencia de 67 casos anuales cada mil niños menores de cinco años.
Pero el problema es mundial. Según la OMS, más de mil millones de personas en el mundo beben agua insalubre, lo que se traduce en millones de decesos anuales de niños y ancianos.
Hasta una tercera parte de las muertes pediátricas que ocurren en los países en desarrollo son atribuibles a la deshidratación que producen la diarrea e infecciones gastrointestinales, provocadas por microorganismos como la Escherichia Coli, Salmonella y la bacteria que causa el cólera. Así, cada año fallecen por esta causa entre 4 y 6 millones de niños. El principal medio de propagación de estos microorganismos es el agua contaminada.
Fuente: periódico "Hoy la Universidad"
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