sábado, 23 de febrero de 2013

Un ejemplo del porque no salimos de la mediocridad


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En 2002 se celebró una competencia de remo entre dos equipos, uno compuesto por trabajadores de una empresa argentina y otro por sus colegas de una empresa japonesa.

Apenas fue dada la orden de partida, los remeros japoneses comenzaron a destacarse.

Llegaron rápidamente a la meta. El equipo argentino llegó una hora después.

De regreso a Argentina, la Dirección de la empresa se reunió para analizar las causas del desconcertante e imprevisto resultado. Se llegó a esta conclusión:

En el equipo japonés había un jefe de equipo y diez remeros, mientras que en el argentino había un remero y diez jefes de equipo. Se decidió entonces adoptar las medidas pertinentes para el año siguiente.

En 2003, ya desde la primera remada el equipo japonés volvió a adelantarse. El equipo argentino esta vez llegó dos horas después.

La Dirección volvió a reunirse luego del nuevo revés, y tras estudiar lo acontecido comprobó que:

En el equipo japonés había un jefe de equipo y diez remeros, mientras que en el argentino, luego del intenso estudio realizado el año anterior, estaba compuesto por un jefe de equipo, dos asesores de gerencia, siete jefes de sección y un remero. 



Tras un minucioso análisis se llegó a una conclusión unánime: el remero es un incompetente.

En el año 2004 el equipo japonés escapó desde la salida. La tripulación argentina, cuya composición había sido encomendada al Departamento de Nuevas Tecnologías, esta vez llegó tres horas más tarde.

Para tomar el toro por las astas y ganar en el 2005, se llevó a cabo una reunión en el salón VIP del piso 28, esta vez con todo el staff con presencia obligatoria y se concluyó que:

Posiblemente para desconcertar, esta vez el equipo japonés optó por la formación original de un jefe de equipo y diez remeros.

El equipo argentino, que había sido conformado según el informe final de una afamada consultora con casa central en Nueva York, prefirió una formación vanguardista integrada por un jefe de equipo, dos auditores de la afamada consultora, un asesor de downsizing, un asesor de calidad total, un experto en ISO 9001 y tres controllers administrativos, que no quitaban el ojo al único remero a quien ya habían amonestado y castigado quitándole todos los premios e incentivos por el fracaso del año anterior.


Luego de varios días de reuniones realizadas en un famoso “resort”, se concluyó que debía recurrirse a la contratación de un nuevo remero, pero a través de un contrato de outsourcing para no tener que lidiar con el sindicato y no estar atados a convenios laborales que esclerosan la eficiencia y degradan la productividad.





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