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Oscar `Ringo` Bonavena, uno de los boxeadores símbolo de la Argentina en la década del `70, fue asesinado un sábado 22 de mayo, un día como hoy, pero de 1976, en la ciudad de Reno, estado de Nevada, en los Estados Unidos.
Era una tarde gris y lluviosa en Buenos Aires y una noticia recorría el país: "Lo mataron a Ringo, lo mataron de un balazo", se decía.
El disparo del rifle Winchester calibre 30-30 accionado por Willard Ross Brymer, matón a sueldo de un ganster llamado Joe Conforte, el dueño del prostíbulo Mustang Ranch de Reno, apagó un corazón que a partir de allí se alojaría para siempre en la memoria de todo un pueblo.
Mientras eso sucedía, a unos 20 mil kilómetros de distancia, en Sudáfrica, vía cable coaxil, el recordado relator de boxeo Osvaldo Caffarelli trasmitía por Radio Rivadavia cómo otro grande del ring, Víctor Galíndez, combatía a todo coraje contra Ritchie Kates, defendiendo el título mundial medio pesado.
De pronto se hizo un silencio en medio de la transmisión radial: "Tenemos que informar que Ringo Bonavena murió hoy en Nevada, estamos todos consternados, esperamos que haya más precisiones al respecto", dijo Caffarelli, con la voz entrecortada por la emoción.
Ese día de mayo no fue una tarde más. Los argentinos venían recibiendo golpes bajos con asiduidad. Dos meses antes un grupo de militares había derrocado al gobierno de María Estela (Isabel) Martínez de Perón usurpando el poder constitucional e instalando en la Argentina un reinado de terror.
Eran las 6.20 en la Costa Oeste de Estados Unidos, cuando un disparo traicionero de un matón acertó al pecho de "Ringo" Bonavena, provocándole la muerte instantánea a los 33 años.
El argentino vivía en una casa rodante cercana al Mustang Ranch, un burdel situado en las afueras de Reno, propiedad del matrimonio Joe y Sally Conforte. La mujer era manager de la ya declinante campaña boxística de Bonavena.
Las relaciones entre el boxeador argentino y la señora Sally no eran del agrado del mafioso Joe, quien junto al sheriff del lugar, Robert De Carlo, le había sugerido a `Ringo` que se alejara del Mustang para evitar mayores complicaciones a la ya deteriorada relación de los esposos Conforte.
Bonavena era un ídolo con todas la letras, grande de cuerpo, de voz finita, aprendiz de cantor, bueno con los amigos y de noble de corazón. Cuando su estrella se iba apagando se fue a los Estados Unidos, camino a su ocaso boxístico.
Entre sus 67 peleas -con 57 triunfos, nueve reveses y un empate-, quedará en el recuerdo la noche del 7 de diciembre de 1970, en el Madison Square Garden de Nueva York, donde cayó en el 15to. round ante el gran Muhammad Alí, pero llegó a tenerlo a su merced en el décimo round a quien hasta se dio el gusto de llamarlo "gallina" antes del combate.
Las 150 mil personas que despidieron a `Ringo` una semana más tarde de su muerte, poblando las inmediaciones de un Luna Park que jamás se vio tan triste, ratificaron el cariño hacia el hombre que irritó al mismísimo Alí y que inmortalizó las ravioladas televisadas del domingo junto con su madre, doña Dominga.
El 4 de setiembre de 1965, Bonavena le arrebataba la corona argentina de los pesados al sanjuanino Gregorio `Goyo` Peralta, en una noche inolvidable para la historia del boxeo argentino, en la cual 25.236 espectadores marcaron un record inigualable de concurrencia hasta el momento para el legendario Luna Park.
Bonavena venía masticando bronca contra el ya consagrado Peralta, quien cuando tenía que pelear por el título mundial ante Willie Pastrano, un año antes en Nueva York. El sanjuanino le había rechazado a `Ringo` una propuesta para trabajar como sparring para la preparación previa de ese combate.
Peralta, en esa oportunidad -dicen algunos-, habría manifestado: "Este quiere hacerse famoso a costilla mía, que vaya a laburar".
Por eso, de allí en más, Bonavena juró vengarse en el ring el supuesto desplante del sanjuanino, y lo hizo con un triunfo legítimo por puntos sin dejar dudas.
"Si no gano, me tengo que exiliar", había dicho Bonavena al llegar al estadio y contemplar una verdadera multitud que en su mayoría aclamaba a Peralta, quien era el favorito natural para quedarse con el combate.
El inefable `Ringo` no se achicó ante esa responsabilidad y, ya en los camarines, irrumpió en el vestuario de Peralta, dándole un empujón a la puerta y gritarle al sorprendido `Goyo`: "¡Buuuh! Ahora vas a pelear contra el cuco, te voy a arrancar la cabeza!", dijo en tono burlón.
Ahora "Ringo" y su duende habitan en el Parque de los Patricios. Un rústico monumento de granito que fue inaugurado hace diez años por sus familiares y amigos frente a la sede de su Huracán querido, recuerda al "Titi" de doña Dominga.
Peralta, en esa oportunidad -dicen algunos-, habría manifestado: "Este quiere hacerse famoso a costilla mía, que vaya a laburar".
Por eso, de allí en más, Bonavena juró vengarse en el ring el supuesto desplante del sanjuanino, y lo hizo con un triunfo legítimo por puntos sin dejar dudas.
"Si no gano, me tengo que exiliar", había dicho Bonavena al llegar al estadio y contemplar una verdadera multitud que en su mayoría aclamaba a Peralta, quien era el favorito natural para quedarse con el combate.
El inefable `Ringo` no se achicó ante esa responsabilidad y, ya en los camarines, irrumpió en el vestuario de Peralta, dándole un empujón a la puerta y gritarle al sorprendido `Goyo`: "¡Buuuh! Ahora vas a pelear contra el cuco, te voy a arrancar la cabeza!", dijo en tono burlón.
Ahora "Ringo" y su duende habitan en el Parque de los Patricios. Un rústico monumento de granito que fue inaugurado hace diez años por sus familiares y amigos frente a la sede de su Huracán querido, recuerda al "Titi" de doña Dominga.
Télam
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