viernes, 3 de mayo de 2013

¿"Sos sola"? No lo padezcas: las ventajas de estar soltera


Amigas, seguridad, tiempo para vos, espacios de intimidad para darle rienda suelta a tus proyectos personales. La soledad está mal vista y a muchas les pesa, pero también tiene su "zona de confort". Te faltan algunas cosas, pero tenés otras. Te propongo mirar el lado positivo.


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Hay mucha gente que no sabe cómo vivir sin pareja. Va encadenando un novio/a tras otro/a, sin dar espacio a algunos meses de soledad o al tiempo necesario entre una relación y otra para volver a uno mismo, repasar lo vivido, metabolizarlo, y preparar cuerpo y alma para ser dos otra vez.

El temor a estar solo, a no saber sostener una agenda impar, es más que frecuente. Y la sociedad mira mal, muchas veces, a quienes están solas (porque, además, estar "sola" es no tener pareja). La soledad, en el caso de la mujer, es "de hombres". Está estigmatizado (o supone alguna falla o problema) estar soltera.
Error. Para muchas, es una elección. Cada vez más mujeres avanzan en su autosuficiencia y saben estar solas y se sienten bien acompañadas por sí mismas. Además, estar soltera tiene muchas ventajas.


* Tenés tiempo para vos misma. Cuando tenés que alternar amigas, novio, trabajo y demás, los espacios para vos quedan arrinconados y postergados (para siempre). Estar un tiempo sola te permite planificar una agenda de cosas que te gusten, de proyectos pendientes, de ratos de soledad para hacer lo que se te canta: tirarte a mirar tele, pasar varias horas en el gym, hacer un curso de lo que sea, pasar mil horas con amigas... Ponerte tu peor y más amado pijama, embadurnarte la cara con una apestosa mascarilla y atarte un rodete en el pelo mientras te bajás, sin culpa, medio kilo de helado. Ni hablar de no depilarse por algunas semanas... ¿No está tan mal, no?


* Saltearte el finde: muchos sábado no tenemos ganas de salir. Nos encantaría alquilar una peli, ver tele o simplemente quedarnos en casa ordenando rincones o revisando recuerdos. Estando en pareja, un finde casa suena a bajón: cero onda. Estando soltera podés convertir el sábado en una noche para vos.


* Auto-erotismo y auto-mimo: las mujeres tenemos la costumbre de arreglarnos para otro. Para un hombre, para "competir" con otras mujeres, etc. Estando sola, podés experimentar la placentera novedad de arreglarte para vos, de ponerte linda porque te querés, porque te gustás. Y hasta explorar cosas nuevas: no tenés que agradar  a nadie, ni adecuarte a los gustos de nadie. Tenés que gustarte vos, que no es poco. Cuando juegues con eso y te amigues con esa imagen que te devuelve el espejo, estarás mucho más segura de vos misma.


A nivel sexual, también hay muchas cosas por explorar. Masturbación no es una mala palabra, y hay países en donde celebran el día del autoplacer.


* Armá los planes que quieras. Ya no necesitás consenso para ir a ver esa película que tanto te seduce ni acordar un restaurante y un paseo el domingo a la tarde. Armá tu agenda, invitá a amigas o compañeros que compartan tus intereses y disfrutá, sin depender de nadie. Salir sola de tanto en tanto también puede ser un excelente plan.

 * Vacaciones a tu medida: viajar sola tiene muchas virtudes. Especialmente la de conocer personas muy interesantes y de disfrutar de momentos de aventuras sin igual.


Además, si te creés un bicho raro, olvidate: la mitad de los porteños no tienen pareja.




Si conocés otras bondades de estar sola, compartilas. Y reflexionemos juntas por qué, para la mujer, la soledad es tan pesada, y cuánto de prejuicio y de pasado hay detrás de ese estigma que muchas veces  entristece.


La mitad de los porteños no tiene pareja

El 17% de las mujeres termina su vida fértil sin hijos. Surge de la última Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad. Hoy la soltería es una elección, cruza todas las edades y hasta está bien vista. Lejos de la estigmatización, el marketing del “soy solo” crece.


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Ser solo y elegir llevarlo por la vida como un slogan y no como una discapacidad no es sencillo. Que el pote familiar termine sacando hongos en la heladera, que la cena con amigos siempre tenga un plato impar y que se rumoree que “si a esta edad está sola/o por algún lado debe perder aceite”, no es para cualquiera. Pero si ya existen los fundamentalistas del ser single es porque, desde este lado del mostrador, hay pocos deseos de preguntar “¿cómo fue tu día, amor?”, de negociar espacios que bastante costó reconquistar, de dormir con alguien pero abrazado de nadie y de pagar caro lo que queda disponible en el mercado del usado.


“Ser solo” no es lo mismo que “estar solo"

 La primera es una elección aunque no necesariamente definitiva. Guarda (no esconde) un anhelo (no una urgencia) de encontrar (no de forzar el encuentro) un compañero/a. “Estoy solo”, en cambio, suena a padecimiento. Por desgracia o por vocación, un 49,9% de los porteños no tiene pareja. El dato corresponde a la última Encuesta Anual de Hogares del Gobierno de la Ciudad, que también muestra que el repliegue de algunas mujeres trascendió incluso la postergación de la maternidad: un 17,4% culminó su ciclo fértil sin haber tenido hijos.

“Hasta que comenzaron los movimientos de liberación femenina, la sumisión y la dominación estructuraban las relaciones amorosas. Nuestras abuelas decían ‘es lo que nos tocó’ o ‘hay que aguantar’ y de ahí brotó un concepto tan nocivo como el de ‘la media naranja’: el precio que se debe pagar por buscar la mitad que nos falta y ser alguien supuestamente completo”, introduce Walter Ghedin, médico psiquiatra y autor del libro “Tipos que huyen”.


“Hoy, en cambio, para muchas mujeres los mandatos ‘maternidad’ y ‘familia’ son una elección y no un imperativo, por lo que dejaron de ser el anzuelo para correr a buscar pareja. Claro que hay muchos hombres que, ante una mujer independiente, que tiene un pensamiento propio, que puede hacer demandas más profundas, que no tiene urgencia por tener hijos y que no necesita un hombre proveedor que la mantenga, se acobardan, mienten para encubrir sus temores ante el avance femenino y huyen”, describe.

El perfil de los “neosolteros” –así los llama la escritora Carmen Alborch, autora del libro “Solas”–es el siguiente: más de 30 y hasta 60 años, profesionales calificados, económicamente estables y que no tienen como meta la vida en pareja. “Además, están los hombres que ya tuvieron esposa e hijos, se separaron y lograron recuperar sus espacios y decorar sus departamentos como se les antoja. Aunque se muestren apetecibles y en carrera, tienen como lema ‘a mí no me agarran más”, suma Ghedín.


“Lo que hay es una enorme dificultad para formar parejas”, dice Teresita Ferrari, periodista y autora del libro “Soy sola”. “Por un lado, se retrasa el encuentro: antes, cuando terminabas el secundario estabas lista para casarte; hoy muchos prefieren avanzar solos con proyectos propios: el posgrado, el viaje, la casa. No quieren parecerse a esas madres que repiten ‘yo dejé todo cuando me casé’. Por otro, seguimos pensando en el amor en términos de mariposas en el estómago y perseguimos el viejo mandato de buscar a alguien que nos complete y nos guíe en vez de alguien con quien poder hacer una buena sociedad anónima. Ponemos en el otro un ideal y le terminamos echando la culpa de todo eso que no puede ser. Recién ahí nos damos cuenta de que el Príncipe Azul destiñe”, opina.


Aunque para quien está harto de estar en pareja la soltería por elección se parece al paraíso, el concepto de “ser solo” se lleva como una reivindicación pero no permanente. “La ventaja es la posibilidad de administrar tu propia vida. El solo dispone de su dinero, de su tiempo, de la libertad de irse, de pensarse y siente que es leal consigo mismo por no estar con alguien a quien no ama sólo por estar acompañado”, dice Ferrari.

Pero tiene aspectos negativos: “Muchos creen que tienen que salvarnos y presentarnos a alguien, pero las citas a ciegas son elecciones propias hechas por otro, por eso creo que no suelen funcionar”, opina la autora. “A veces me acuesto con la cara encremada y la remera de Snoopy y me siento una afortunada; otras me pregunto por qué no soy capaz de habitar esta cama con alguien. A veces pienso en lo maravilloso de que nadie me hable de mañana; otras, cuando me voy de viaje pienso ‘si me muero acá ¿me querés decir quién me va a reclamar?”, se ríe.

Y es así. Comprar un zapallito, una zanahoria y la planta de lechuga más minúscula, ponerle magia a una comida que nadie alabará o abrir la puerta de casa y encontrar que todo está exactamente como lo dejamos puede ser, según como se lo viva, una escena aterradora o simplemente un hogar.


Perfil de los neosolteros

La escritora española Carmen Alborch, tipificó en un ensayo a los “neosolteros”:

*  Son profesionales muy calificados, desenvueltos, competentes, seguros de sí mismos.

*  No tienen por referente social la pareja, no están obsesionados con la estabilidad económica.

*  No renuncian a las comodidades sino que las buscan y quieren disfrutarlas.

*  La vida en pareja no es una meta y compensan la cama vacía con el éxito profesional.



¿Coincidís con que "ser sola" ya no es un estigma? 







 





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