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La bandera nacional fue enarbolada por primera vez en la Batería Independencia, en Rosario, el 27 de febrero de 1812. (Foto es.wikipedia.org)
El 20 de junio es celebrado en todo el país como el Día de la Bandera en memoria a que en esa fecha de 1820 moría, pobre y olvidado, su creador, el general Manuel Belgrano.
Tan pobre murió, que su familia debió disponer del mármol del lavabo para hacerle la lápida; y tan olvidado, que sólo el periódico El Despertador Teofilantrópico publicó el aviso de su muerte con una resumida biografía. Los demás lo ignoraron.
Es que ese 20 de junio de 1820 eran muy otras las preocupaciones políticas y sociales: la guerra civil hizo que ese día Buenos Aires llegara a tener tres gobernadores distintos.
Pero, ¿por qué no se celebra el Día de la Bandera en su verdadera fecha, es decir, en la que eligió el propio Belgrano para enarbolarla por primera vez? ¿Qué necesidad hay de emparentar un hecho luctuoso con una creación tan sublime y perenne?
La bandera nacional fue enarbolada por primera vez en la Batería Independencia, en Rosario, el 27 de febrero de 1812, por decisión de Belgrano, para poder distinguir su tropa de la enemiga, ya que ambas usaban un distintivo colorado.
Si no se eligió el 27 de febrero para recordarla, podría pensarse que fue porque el 20 de junio reforzaría el reconocimiento al prócer y evitaría que tamaña celebración quedase fuera del calendario escolar por vacaciones.
Pero la historia depara sorpresas que hacen dudar de que esto sea cierto: sucede que a muy pocos días de enarbolarla, el Triunvirato le ordenó a Belgrano que escondiera esa bandera y hasta el día de hoy nadie sabe a ciencia cierta dónde está.
Todo había sucedido de forma inesperada: el 7 de febrero de 1812, Belgrano –que se encontraba en Rosario al mando del Regimiento 5 de Patricios– le había reclamado al Triunvirato: "Me tomo la libertad de exigir a V.E. que se declare una escarapela nacional para que no se equivoque con la de nuestros enemigos". El distintivo propuesto era una escarapela azul y blanca que se adosaría al uniforme, en reemplazo de la colorada, que se confundía con la enseña realista.
El Triunvirato le hizo saber su aprobación y el 18 de febrero 1812 se creó la escarapela nacional de las Provincias Unidas del Sur, con los colores blanco-celeste-blanco, inversa a la actual.
Pero el 27 de febrero, Belgrano informó al Triunvirato: "Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé a hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de vuestra excelencia".
Pero el 27 de febrero, Belgrano informó al Triunvirato: "Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé a hacer celeste y blanca, conforme a los colores de la escarapela nacional. Espero que sea de la aprobación de vuestra excelencia".
Pero el Triunvirato no tenía pensado cortar los lazos con España. De hecho, poco antes el gobierno había proclamado "la unidad indivisible de la nación española de la cual forman parte las provincias del Río de la Plata".
De inmediato, Bernardino Rivadavia, secretario de Guerra del Triunvirato, le escribió a Belgrano: "Haga pasar como un rasgo de entusiasmo el suceso de la bandera blanca y celeste enarbolada, ocultándola disimuladamente".
Pero Belgrano no recibió a tiempo esa carta porque se encontraba en viaje hacia Salta para ponerse al frente del Ejército del Norte; y fue así como el 25 de mayo de 1812 volvió a hacer jurar allí la bandera.
Furibundo, el secretario de Guerra volvió a escribirle a Belgrano, usando esta vez un lenguaje mucho más enérgico: "El gobierno no hace más que dejar a la prudencia de V.S. la reparación de tamaño desorden, pero debe prevenirle que ésta será la última vez que sacrificará hasta tal punto los respetos de autoridad y los intereses de la nación que preside", lo amenazó.
El 18 de julio de 1812, Belgrano le respondió: "La bandera la he recogido y la desharé para que no haya ni memoria de ella".
En su Historia argentina sin mitos, el historiador Juan Carlos Christensen ironizó al respecto: "La serie de cargos que se le puede hacer a Rivadavia es casi tan larga como la calle que lleva su nombre y que se extiende fuera de la capital, es decir, adonde él nunca puso el pie..."
Porque Manuel Belgrano no le hizo caso a Rivadavia, es que la Argentina tiene su bandera desde el 27 de febrero de 1812. Que se la celebre el 20 de junio, es otro cantar.
Por MDZ Sociedad
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