“Te vas porque yo
quiero que te vayas, a la hora que yo quiera te detengo, yo sé que mi cariño te
hace falta porque, quieras o no, yo soy tu dueño”.
Hoy, esta estrofa de
“La media vuelta”, el lindísimo bolero que escribió Luis Miguel, podría
firmarla, mal que le pese a doña Cristina, más del 75% de los argentinos, según
ya nos informan los encuestadores que, unánimemente, informan de un triunfo de
los opositores –en especial Massa, en la esencial Provincia de Buenos Aires-
que duplicará las marcas exhibidas en agosto. Un punto a considerar es qué
significaría, entonces, la frase “a la hora que yo quiera te detengo”, pues
podría adquirir el ritmo de cumbia tumbera y perfume carcelario.
Más allá de sus
antecedentes de discursos de izquierda y robos personales, la desesperación ha
cundido en Olivos y sus alrededores, y han llevado al Frente para la Victoria a exhibir su
costado más esquizofrénico, pero no menos rapaz. ¿De qué otro modo podrían
calificarse sus últimas actitudes? Recordemos: Insaurralde dijo que había que
bajar la edad de imputabilidad de los menores; Kunkel y Araña Conti lo mataron,
Cristina y Scioli lo dejaron solo y, con seguridad, todos le pasarán la factura
de la derrota electoral.
Scioli, finalmente,
entregó a Casal y nombró Ministro de Seguridad a Alejandro Cowboy Granados; el
Perro Verbitsky y su CELS y La
Cámpora salieron a matarlo. Galuccio, pese a que reconoció la
existencia de la crisis energética, y Berni, cuando dijo que la inseguridad no
era una sensación, fueron ignorados y desmentidos; no los crucificaron por ser
imprescindibles, al menos por el momento. Echegaray, después de regalarle un
Audi A1 a su querida hijita, se contradijo a sí mismo aumentando los mínimos de
los monotributistas. Milagro Sala y Kunkel abjuran de su kirchnerismo. El
groucho-marxista Kiciloff subsidia a los más ricos sus viajes y sus autos; y
así hasta el infinito.
Como dijo Carlos
Pagni el jueves, la
Presidente parece haberse resignado a la derrota, pero
pretende conservar un 20% -su núcleo duro e irreductible- para soñar con un
futuro menos incierto, reteniendo una cuota importante de poder; sin embargo,
debería alguien informar a la señora que, como los granos de arena, éste se le
está yendo rápidamente entre los dedos. El cielo está poblado de gente saltando
hacia el Tigre, antes que Kolynos Massa haya ganado siquiera una elección; ese
dato permite imaginar qué sucederá después del 27 de octubre.
Antes de que la
derrota se transforme en un decaimiento general en la “escribanía
parlamentaria”, el cristinismo está consumando dos grandes estafas a los
argentinos. La primera se tradujo en la adjudicación a Ferreyra
(Electroingeniería), de las represas Cepernik y Kirchner, en Santa Cruz; se
trata del terrorista que compartió, y seguramente compartirá, una celda con el
Bis-Chino Zannini una celda en Córdoba por su participación en actividades
terroristas (¡curiosa evolución la de estos “jóvenes idealistas”!). Ferreyra,
seguramente, subcontratará a Lázaro Báez que, por impresentable, no pudo ser
elegido directamente. Las represas no son prioritarias, su energía resultará
carísima, y nuestros nietos deberán pagar por ellas.
La segunda consiste
en que, manipulando las cifras del Indec en cuanto al inexistente crecimiento
de nuestra economía, y tal como lo había dicho desde esta misma columna,
Argentina deberá pagar entre 2014 y 2015 la increíble cifra de US$ 11.500
millones a quienes compraron bonos de deuda atados, precisamente, a ese
crecimiento. Me permitiré formular, otra vez, la pregunta más obvia: si todos
los informes de los organismos y centros de estudios internacionales están
convencidos que nuestro país no crecerá, ¿quién puede haber comprado esos bonos
si no estuviera en condiciones de falsear las estadísticas? La semana pasada,
después de pagar en Bonar, las reservas nominales cayeron a US$ 35.000
millones; esa cifra da una idea de la catástrofe que producirá este nuevo robo.
Alguien muy cercano
me ha reprochado, en estos días, que me limito a actuar como cronista de los
hechos y, eventualmente, a proponer soluciones para los problemas nacionales,
sin comprometer mi opinión a favor de algún candidato en especial, presumiendo
que es mi obligación hacerlo. Mi respuesta ha sido siempre idéntica: no estoy
dispuesto a seguir un nombre, y sólo lo haré cuando quienes pujan por hacerse
con el poder nos informen qué quieren hacer con él; por ahora, también, imito a
Churchill cuando le preguntaron por qué se asociaba a Stalin y respondió que,
para terminar con Hitler, estaba dispuesto a abrazarse al mismo Diablo.
La próxima semana, si
esta calma que preanuncia tormentas continúa, me explayaré sobre el tema de la Justicia , que merece una
reforma substancial, sin por ello perder la independencia que, como uno de los
poderes del Estado, la Constitución
establece.
Mientras tanto, a
seguir rezando a Dios, cualquiera sea el nombre con que lo llamemos, que la
señora Presidente no siga haciendo de las suyas, la mediquen bien y le quiten
el acceso a Twitter.
excelente nota, muy real, lástima que los perjudicados de todo esto somos nosotros.
ResponderEliminary peor todavía es que los seguidores de este desastre también son perjudicados.
el séquito de alcahuetes y obsecuentes pronto saldrá corriendo para Tigre, como siempre lo han hecho en años anteriores.
Hola Jorge, que tal? estoy de acuerdo con tu comentario, hasta ahora el perjudicado es el pueblo, pero como dicen que no hay mal que dure 100 años, tengo fé que todo cambie para bien muy pronto. Saludos.-
Eliminarojalá cambie, aunque lo que no cambiará es la ideología política.
ResponderEliminarno tenemos una oposición que deje de pelearse por el figurar en la lista primero o segundo,. parecen artistas de cabaret.
hombres decentes, transparentes, incorruptibles se necesitan, pero como escuché en una serie que ví la semana pasada en la que el padre hablaba con su hijo.
padre: crees que soy un criminal?
hijo: no, algo peor, eres político.
por aquí todo bien, luchando y viviendo, y tambien "despuntando el vicio"
En esto como en todo, hay que tener mentalidad positiva, y tengo fe que llego el momento en el que van a cambiar las cosas para bien, nunca como ahora estuvimos tan mal, y por eso mismo siento que teniamos que llegar a este punto para que tomemos conciencia y apostar al gran cambio, para que nunca mas volvamos a llegar a vivir y sufrir lo de ahora, se que hay (aunque parezca mentira) gente honrada, que va a sacar el pais adelante. Saludos.-
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