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La enfermedad y operación de podrá cambiar algunas
cosas en el panorama político argentino. Acaso una parcial
reconsideración social de su imagen, por aquello de la lógica
solidaridad con el paciente; acaso alguna mejora en el caudal de
votos, a fin de mes, pero lo que de ninguna manera puede cambiar
ninguna operación, son los problemas que la Argentina enfrenta.
Estaban antes, y tenían al gobierno casi inerme. Están ahora, y
seguirán estando dentro de un mes.
Fuera de pequeños y mezquinos intereses personales, o sectoriales, nadie obtiene beneficio alguno de la situación que atraviesa la Argentina. Se ha enfermado y está de licencia una mala presidente, que nunca pudo corregir el rumbo para intentar solucionar los serios problemas del país, principalmente los de la economía; una presidente que tiene una pésima imagen internacional y cuya ligazón política ya constituye, para fueron sus principales allegados, como Dilma Rousseff o José Mujica, antes un serio problema, que algún tipo de beneficio.
Y ejerce la primera magistratura un vicepresidente testimonial, acechado por múltiples causas judiciales, que resulta ser el funcionario argentino con peor valoración en la sociedad. Un advenedizo que llegó a la defaulteada investidura, antes por ciertas travesuras hormonales, calidad política alguna.
Como se ve, nada cambia demasiado con Cristina en Balcarce 50, o en la clínica Favaloro. La Argentina sigue siendo un país gobernado por amateurs, que crearon la tormenta perfecta y ni siquiera sospechan cómo salir de ella. Apenas se preocupan en poder escaparse medianamente indemnes, antes de la inundación.
Antes de la internación de Cristina Kirchner se estaba discutiendo la sucesión. Ahora también.
La única diferencia consiste en que, con Cristina en funciones, existía una figura sobre la que depositar las responsabilidades del fracaso. La mujer, de una u otra forma, ponía la cara.
Ahora, con Cristina de licencia, la Argentina entra en un limbo gubernamental con responsabilidades dirigenciales licuadas entre las de la desinformación, y donde nadie conoce a ciencia cierta quién está gobernando, o si hay, efectivamente, alguien que esté gobernando.
En un serio, alguien serio hubiera asumido formalmente la presidencia para decir - señores aquí está el presidente y todo está bajo control -. En la Argentina kirchnerista esas cosas no ocurren. Nos dicen que Cristina "comanda" desde la clínica, aún desde la sala de terapia intensiva, dormida, incluso. Ninguna diferencia con la parodia venezolana de Hugo Chávez. Es la misma precariedad intelectual, es el mismo irrespeto por la gente. Se llama decadencia.
Una acefalía formal y machaza hubiera sido infinitamente más seria que esto...
La realidad indica, tal como ya lo hemos dicho hasta el cansancio, que la Argentina está en acefalía desde la mañana del 27 de Octubre de 2010, cuando se murió Néstor Kirchner. Estamos a punto de cumplir tres años exactos sin gobierno, y lo festejaremos el 27, votando a personajes patéticos como Juan Cabandié. Un lujo de país, vea...
Fuera de pequeños y mezquinos intereses personales, o sectoriales, nadie obtiene beneficio alguno de la situación que atraviesa la Argentina. Se ha enfermado y está de licencia una mala presidente, que nunca pudo corregir el rumbo para intentar solucionar los serios problemas del país, principalmente los de la economía; una presidente que tiene una pésima imagen internacional y cuya ligazón política ya constituye, para fueron sus principales allegados, como Dilma Rousseff o José Mujica, antes un serio problema, que algún tipo de beneficio.
Y ejerce la primera magistratura un vicepresidente testimonial, acechado por múltiples causas judiciales, que resulta ser el funcionario argentino con peor valoración en la sociedad. Un advenedizo que llegó a la defaulteada investidura, antes por ciertas travesuras hormonales, calidad política alguna.
Como se ve, nada cambia demasiado con Cristina en Balcarce 50, o en la clínica Favaloro. La Argentina sigue siendo un país gobernado por amateurs, que crearon la tormenta perfecta y ni siquiera sospechan cómo salir de ella. Apenas se preocupan en poder escaparse medianamente indemnes, antes de la inundación.
Antes de la internación de Cristina Kirchner se estaba discutiendo la sucesión. Ahora también.
La única diferencia consiste en que, con Cristina en funciones, existía una figura sobre la que depositar las responsabilidades del fracaso. La mujer, de una u otra forma, ponía la cara.
Ahora, con Cristina de licencia, la Argentina entra en un limbo gubernamental con responsabilidades dirigenciales licuadas entre las de la desinformación, y donde nadie conoce a ciencia cierta quién está gobernando, o si hay, efectivamente, alguien que esté gobernando.
En un serio, alguien serio hubiera asumido formalmente la presidencia para decir - señores aquí está el presidente y todo está bajo control -. En la Argentina kirchnerista esas cosas no ocurren. Nos dicen que Cristina "comanda" desde la clínica, aún desde la sala de terapia intensiva, dormida, incluso. Ninguna diferencia con la parodia venezolana de Hugo Chávez. Es la misma precariedad intelectual, es el mismo irrespeto por la gente. Se llama decadencia.
Una acefalía formal y machaza hubiera sido infinitamente más seria que esto...
La realidad indica, tal como ya lo hemos dicho hasta el cansancio, que la Argentina está en acefalía desde la mañana del 27 de Octubre de 2010, cuando se murió Néstor Kirchner. Estamos a punto de cumplir tres años exactos sin gobierno, y lo festejaremos el 27, votando a personajes patéticos como Juan Cabandié. Un lujo de país, vea...
Cristina Kirchner debe seguir gobernando este país durante dos años
más. Nadie puede decir si esto acontecerá, o no. Tampoco parece ser
un tema que desvele a muchos argentinos.
Estamos en manos de gente que ha llevado a una presidente a hablar en la ONU, con un coágulo en el cerebro. En una de esas, cuando hablan de una "colección subdural" , se refieren a 40 millones de personas coleccionadas, como figuritas, en el album de un país continuamente absurdo....un país que está dormido, siempre gris, tras el Pj...
Fabián Ferrante
Estamos en manos de gente que ha llevado a una presidente a hablar en la ONU, con un coágulo en el cerebro. En una de esas, cuando hablan de una "colección subdural" , se refieren a 40 millones de personas coleccionadas, como figuritas, en el album de un país continuamente absurdo....un país que está dormido, siempre gris, tras el Pj...
Fabián Ferrante
para El Opinador Porteño
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