miércoles, 4 de junio de 2014

El "Boudougate" y el negocio de los billetes - Nota Febrero 2012





El llamado "Boudougate" ha deparado ya demasiadas sospechas sobre la posibilidad de que, desde el poder político, se haya favorecido a un grupo allegado al vicepresidente Amado Boudou y encabezado por el monotributista Alejandro Vandenbroele para quedarse con la legendaria imprenta Ciccone, primero, y para asegurarse suculentos negocios con el Estado, después.

Uno de los interrogantes que podría responder el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, es por qué desde el órgano recaudador se pidió la quiebra de Ciccone Calcográfica por una deuda multimillonaria y, posteriormente, una vez que esta empresa pasó a manos del grupo liderado por Vandenbroele, la propia AFIP la benefició con un plan de pagos excepcional, a una tasa de interés anual inferior incluso a la inflación medida por el INDEC y tres o cuatro veces menor a la inflación de las consultoras privadas.

Otra gran pregunta pasa por el negocio que, sin que mediara licitación, la Casa de Moneda le aseguró a la nueva imprenta Ciccone, rebautizada como Compañía de Valores Sudamericana S.A., consistente en su contratación para la impresión de unos 500 millones de billetes, el 38,5 por ciento del total de los 1300 millones de billetes que la Casa de Moneda se comprometió a proveer al Banco Central (BCRA).

En una misiva dirigida el 26 de enero último por el gerente general de la Casa de Moneda, Mario Enrici, a su por entonces par en el BCRA, Benigno Vélez, se señala que aquélla se proponía "alquilar la capacidad productiva" de la ex Ciccone para satisfacer la producción de recursos monetarios. Cabe recordar que hacia fines de 2010, la Casa de Moneda, como consecuencia de su antigua estructura productiva, no pudo imprimir los billetes que se requerían, por lo que se debió importar dos series de billetes de cien pesos de Brasil.

Tanto la presidenta de la Casa de Moneda, Katya Daura, como Vélez -presentó su renuncia al BCRA días atrás- son personas de íntima confianza de Boudou, lo cual alimentó todavía más las sospechas de un hecho de corrupción que podría involucrar a funcionarios y amigos del ex ministro de Economía y actual vicepresidente de la República.

Pero hay otra pregunta que añade más dudas. ¿Por qué se insiste en imprimir billetes de cien pesos en lugar de crear otros de mayor denominación, acordes a la realidad de los precios de la economía argentina, a un costo muchísimo menor?

Es evidente que los billetes de cien pesos resultan desde hace mucho tiempo exiguos como valor de máxima denominación para nuestra moneda. En tal sentido, basta con recordar que tanto el dólar como nuestra inflación han crecido de uno a más de cuatro desde la crisis de 2001.

La Casa de Moneda dispuso que Compañía de Valores Sudamericana se haga cargo de la impresión de 500 millones de billetes, supuestamente porque aquélla carecería de la estructura propia para producir la cantidad de papel moneda necesaria. Pero lo cierto es que si en lugar de imprimir tantos billetes de cien pesos, se crearan los de 500 pesos, la cantidad de billetes que habría que fabricar se reduciría notablemente y, probablemente, no sería necesario tercerizar la impresión de papel moneda.

Lo ha dicho con claridad un ex jefe de Auditoría y Control de la Casa de Moneda, Roberto Alfredo Taccari: "En 2012, el Banco Central considera que debe imprimir 600 millones de billetes de 100 pesos. Y de acuerdo con las noticias que se conocieron, la Casa de Moneda tiene capacidad para imprimir 300 millones y los otros 300 millones serían contratados con la empresa Ciccone. Si se imprimieran billetes de 500 pesos, con 75 millones de billetes de 500, más 225 millones de 100, se imprimiría el mismo monto de circulante, pero sólo con 300 millones de billetes, esto es, la mitad".

Según el especialista consultado, se ahorrarían varias decenas de millones de dólares como costo de impresión y se podrían fabricar todos los billetes en su ámbito natural, la Casa de Moneda.

La desvalorización de nuestro billete de mayor denominación es elocuente si se compara a nuestro peso con otras monedas. Mientras que once años atrás nuestro billete de 100 pesos equivalía a 100 dólares estadounidenses, hoy apenas representa 22,8 dólares.

En Brasil, el billete más alto, de 100 reales, equivale a 255 pesos argentinos. En Uruguay, el papel de mayor denominación, el de 1000 pesos uruguayos, equivale a unos 250 pesos argentinos, en tanto que en Chile, el billete más grande, que es el de 20.000 pesos chilenos, es equivalente a 182 pesos.

El rechazo del gobierno nacional a crear billetes mayores a los cada vez más exiguos 100 pesos puede explicarse por su pretensión de disimular la inocultable inflación. Desde que tomó estado público el "Boudougate", también podría conjeturarse que la resistencia oficial a tomar esa medida tendría vinculación con otros negocios no precisamente transparentes

Por Fernando Laborda  LA NACION - Febrero 2012.-

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