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jueves, 26 de agosto de 2010
Los insectos y la telaraña
"Para alguien que no pasó por la experiencia cuesta entender por qué la mujer aguanta y se queda después de la primera agresión", explica Diana Stauli, ex coordinadora del Centro Municipal de la Mujer de Vicente López, que recibió el premio de Naciones Unidas a la "Mejor gestión municipal de defensa de los derechos de las mujeres en Latinoamérica".
Stauli dice que en los relatos de las víctimas aparece la imagen de un insecto inmovilizado por una sutil pero espesa tela de araña que se fue construyendo desde los comienzos de la relación. Esta violencia tiene un ciclo preciso que se repite prácticamente sin variaciones. También está perfectamente estudiado cómo su efecto produce lo que se llama "Síndrome (conjunto de síntomas) de la mujer maltratada":
El hombre se muestra irritable y se enoja sin motivo. Todo empieza con sutiles menosprecios, ira contenida, indiferencia, sarcasmos, largos silencios, demandas irrazonables o manipulaciones. Cuando ella le pregunta, él niega su enojo y retruca devolviéndole la culpabilidad. "Sos demasiado sensible", "Estás haciendo un problema de nada", "No sé de qué estás hablando", "¿Tenés ganas de discutir?"
La mujer comienza a andar sobre alfileres, con infinito cuidado. Se siente confusa. Intenta evitar que él se enoje y se esmera en todo lo que hace. Se echa la culpa de lo que sucede y excusa a su compañero con alguna clase de racionalización.
El primer episodio de violencia física suele ocurrir en la luna de miel o durante el primer embarazo. A la primera violencia física aguda le sigue un período de "luna de miel" donde el hombre se arrepiente, pide perdón, jura que no repetirá su conducta y realmente hace buena letra durante algún tiempo. Pero, una vez perdonado, vuelve la irritabilidad, la tensión aumenta y se inicia una nueva discordia y con ella un nuevo ciclo en el que él intenta crear miedo y obediencia. Todo recomienza pero las etapas se acortan cada vez más y la agresión se vuelve más encarnizada.
Si no se entiende esta particularidad de la violencia doméstica llamada "síndrome de la mujer maltratada", no puede entenderse por qué ellas aguantan tanto tiempo: el maltrato psicológico diezma la autoestima volviéndola cada vez más dependiente de su pareja, con cada vez menos poder para reclamar o negociar hasta llegar a la convicción de que no podría existir sin su compañero. Convertida en un rehén de la dependencia, ella llega a aguantar esa situación a veces por muchos años.
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