viernes, 24 de febrero de 2012

¡NO PONGAS EXCUSAS!


Se dice que muchos años atrás el Virrey de Nápoles hizo una visita a Barcelona, España. En el puerto había un barco de remos, una galera, con prisioneros condenados a remar, castigo usual para la época. El Virrey se acercó a los prisioneros y les preguntó que había pasado, que los había llevado a estar ahora en esta situación. Así escuchó de primera voz terribles historias.

El primer hombre dijo que estaba allí porque un juez aceptó un soborno de sus enemigos y lo condenó injustamente. El segundo dijo que sus enemigos habían pagado a falsos testigos para que lo acusaran. El tercero dijo que había sido traicionado por su mejor amigo, quien escapó de la justicia dejándolo. Y así por el estilo.

Finalmente el Virrey dio con un hombre que le dijo: “mi Señor, yo estoy aquí porque lo merezco. Necesitaba dinero y le robé a una persona. Estoy aquí porque merezco estarlo.”

El Virrey quedó absolutamente anonadado y volviendo sobre el capitán del navío de esclavos dijo: “aquí tenemos a todos estos hombres que son inocentes, están aquí por injustas causas, y aquí este hombre malvado en medio de todos ellos. Que lo liberen inmediatamente, temo que pueda infectar a los demás”.

De esta manera el hombre que se había confesado culpable fue liberado y perdonado, mientras aquellos que continuaban excusándose a si mismos volvieron a los remos.

Esta es una historia verdadera, y la moraleja es bastante obvia. Buscamos todas las excusas posibles y nos quejamos del poder que estas ejercen sobre nosotros, de como nos manenjan y nos encandenan a muchas de las situaciones que vivimos, pero no hacemos nada por cambiarlas, y seguimos en la esclavitud que hemos creado: Todos tenemos la capacidad de decidir si merece la pena cambiar eso que nos mantiene esclavizados, buscar los medios necesarios, para cambiarlo. Por intentarlo, no pierdes nada.

¡NO PONGAS EXCUSAS… !

1 comentario:

  1. muy buena enseñanza, ojala que aprendamos de esta historia a tener suficiente valor y coraje para aceptar nuestros errores y estar dispuestos a pagarlos

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