En momentos en que Cristina Kirchner y la primera plana de sus obsecuentes funcionarios exigen a la gente que no compre dólares, sus declaraciones juradas muestran que ellos siempre apostaron fuerte por la verde divisa y ganaron.
Por ejemplo, en su última presentación Cristina Kirchner declaró tener un plazo fijo en dólares estadounidenses por US$ 2.906.621. Un año antes había informado tener este mismo tipo de inversión financiera por US$ 5.315.738.
Algo similar ocurre con el vicepresidente Amado Boudou, que reconoció tener ahorros en dólares, que pasaron de 44.000 a 145.000 en un año de lapso.
Cabe destacar que Néstor Kirchner, pocos meses antes de morirse, apareció en un listado del Banco Central tras haber comprado US$ 2 millones, e intentó justificar la operación diciendo que lo hizo para adquirir el hotel Alto Calafate.
Esa no fue la única operación, ya que la compra de dólares fue una práctica habitual del matrimonio Kirchner. El giro de pesos a dólares comenzó en 1999 y se hizo totalmente efectivo en 2000, cuando la convertibilidad transitaba su recta final. Por aquel entonces, el gobernador de Santa Cruz pasó a la divisa norteamericana la totalidad de sus ahorros: $ 1.581.516.
Un año después, meses antes del corralito, los Kirchner sacaron sus casi US$ 2 millones del país y lo depositaron en el Deutsche Bank de Estados Unidos. Para el final de su primer año como presidente, el patrimonio se había multiplicado: sólo el 20% de sus ahorros eran pesos.
Como gobernador de Santa Cruz, Kirchner habría enviado millones de dólares de su provincia a bancos del exterior. Concretamente, en 1993 el gobierno de Santa Cruz cobró de la Nación US$ 680 millones entre efectivo y títulos; y con parte del dinero compró más acciones de YPF a US$ 19 la acción. En el año 1999, cuando se completó la segunda etapa de la definitiva privatización de YPF, Kirchner le vendió a Repsol esas acciones a US$ 44 cada una. Así se llegó a la suma de más de US$ 1.000 millones.
Aunque parezca increíble, poco es lo que se sabe sobre cómo se manejó realmente esa fortuna; la información siempre se obtuvo de trascendidos o declaraciones oficiales aisladas y parciales. En 1995 hubo un incompleto informe ante la Legislatura santacruceña. Allí se supo que el operador financiero había sido la firma Dean Witters Reynolds-Morgan Stanley de los EEUU y que se habían comprado bonos de la Reserva Federal. Nada se pudo saber sobre comisiones y honorarios pagados. Luego, predominó la oscuridad sobre el manejo del dinero, quebrada cada tanto por noticias periodísticas que mencionaban al Gran Ducado de Luxemburgo o al banco Credit Suisse como los lugares en los que los fondos errantes se encontraban depositados.
La versión oficial es que esos fondos se utilizaron para sostener gastos del Estado santacruceño, y que ya se habrían agotado. Pero existen muchas dudas.
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