martes, 27 de octubre de 2009

Cumpliendo metas


Medita constantemente
No tengo ninguna revelación en especial de la voluntad de Dios… Él se revela a Sí mismo a todo ser humano diariamente, pero nosotros cerramos nuestros oídos a su aún pequeña voz. Mahatma Gandhi

Muchos consideran a la meditación solamente como una práctica espiritual o como una cuestión religiosa. Y en ocasiones nos topamos con que algunas sectas están completamente en desacuerdo con ella y manifiestan que es una práctica inadecuada de origen oriental o bien es una corriente de la new age, la mayoría opina más por desconocimiento, que por razonamiento de lo que realmente es.
Sin embargo la meditación nos sirve para muchas cosas. Para entrenar a la mente a enfocarse en forma efectiva y clara, para el relajamiento del cuerpo y la mente y también para conectarnos con nosotros mismos.

Pero lo fundamental de la meditación es el que entres en contacto con Dios. Recuerda que cuando oras, le estas hablando a Dios. Cuando meditas, le permites a Dios que te hable. ¿Cómo es esto? Dicen los expertos que tenemos alrededor de 60,000 (sesenta mil) pensamientos al día. ¿Si esto es así, cómo entonces estando ocupada nuestra mente todo el tiempo, podemos escuchar esa aún pequeña voz en nuestro interior?
Debemos darnos al menos quince minutos al día para relajarnos completamente, acallar nuestros pensamientos, aquietar la mente y entrar en contacto con Dios (los místicos le llaman meditación contemplativa). Al meditar, podremos encontrar las respuestas a las dudas que nos agobian, la solución a grandes problemas, paz y serenidad. Se pueden mejorar con la meditación la confianza en uno mismo, la memoria y reducir el estrés. Podemos lograr una mejora en nuestra calidad de vida con la práctica cotidiana de la meditación.
Numerosos estudios han demostrado fehacientemente que cuando meditamos se estimula nuestro sistema límbico, nivelando la producción de sustancias conocidas como hormonas del estrés. La relajación empieza por el cerebro y nuestro sistema endocrino responde a la meditación, favoreciendo el estado de los huesos, músculos y órganos internos y también equilibrando el ritmo cardiaco y el ritmo respiratorio.
También al meditar se estimula nuestro sistema inmunológico, reforzando nuestra protección contra las enfermedades. Además de la práctica de la meditación en forma relajada podemos realizar actividades y meditar al mismo tiempo por ejemplo la meditación con movimiento como el Tai Chi, o bien al estar desempeñando nuestro trabajo, ejercitándonos o simplemente caminando.
Lo que tenemos que hacer es concentrarnos precisamente en esa actividad, sin dejar que nuestra mente divague. Si acaso llega algún pensamiento no relacionado con lo que estamos haciendo, sin esfuerzo, dejemos que ese pensamiento se aleje. Poco a poco aprenderemos a enfocar nuestra mente en forma efectiva y clara en lo que estamos haciendo. Así, obtenemos los beneficios de la meditación y al concentrarnos, hacemos mejor lo que estemos haciendo, con más calidad. Estaremos viviendo y disfrutando del momento presente, el aquí y el ahora.


Perdona y perdónate
Si vienes a ofrendar, deja tu ofrenda a un lado y ve a reconciliarte primero con tu hermano. Jesús de Nazaret

La palabra perdón se compone de otras dos: Para y dar. Pues el que perdona se da más a sí mismo. Perdonar es el camino a la liberación, el que auténticamente se libera es el que perdona, echando de su alma el rencor y la venganza, pasiones que envilecen y consumen; además se despojan del círculo culpa/resentimiento. Al perdonar no pretendemos cambiar el pasado, pero cambiamos el presente y consecuentemente el futuro se verá beneficiado.
Emmet Fox dice en su libro El Sermón de la Montaña, que cuando guardamos resentimientos hacía alguien, estamos unidos con esa persona por una cadena más fuerte que el acero. Si de verdad queremos separarnos de ese alguien lo mejor es soltar cualquier sentimiento negativo hacia la persona y verla como un ser más en la tierra.
Perdonar es un instrumento de compasión que nos libera de nuestras viejas heridas y resentimientos, eliminando por completo el complejo de víctima. El hecho de perdonar no quiere decir que estés condonando la acción y menos aún que estés dispuesto a que te vuelvan a lastimar. De eso no se trata, aunque algunas veces si no manejas bien la acción de perdonar, puedes caer en esta situación.
Es muy importante también perdonarte a ti mismo. Algunas veces eres muy crítico y severo contigo mismo. Debes aprender a soltar el remordimiento y a perdonarte lo antes posible en cualquier situación en que te encuentres.
¿Cómo sabrás que ya has perdonado de verdad? Si puedes recordar el suceso y no sientes el más mínimo dolor, malestar o cualquier sentimiento negativo, quiere decir que ya te has liberado de esa atadura. Recuerda que nada se olvida, el no recordar el suceso o el agravio es porque lo has ocultado en lo más profundo de tu ser para no sentir dolor. Sin embargo algún evento como una canción, una situación similar, etc., te lo hará recordar y surge a la superficie causándote dolor, entonces es el momento de utilizar tu inteligencia emocional y resolverlo una vez por todas.
Algunos pasos que puedes hacer para perdonar son:
1. Considera qué circunstancia vivió esa persona para llegar a ser como es, o qué situación estaría viviendo para haber hecho lo que hizo, aún intencionalmente.
2. Considera qué parte jugaste o qué hiciste que propició el incidente. Cuál fue tu responsabilidad en el conflicto.
3. Deja atrás el papel de víctima y prosigue con tu vida.
4. Recuerda las cosas positivas y buenas que te unieron a esa persona, los ratos buenos y bellos que pasaste con ella, los momentos de amor, apoyo, consejo y comprensión mutuos.
5. Visualiza a la persona que te lastimó recibiendo bellos regalos, muestras de amor y de perdón, logrando sus anhelos, triunfando.
6. Deséale que se encuentre a sí misma, que encuentre su camino.
7. Liberar a la persona con el perdón es liberarnos a nosotros mismos para vivir en el presente, en el aquí y en el ahora; disfrutando la vida al máximo.
Al conservar ese odio, rencor, resentimiento o remordimiento, estás perpetuando tu malestar y te vas consumiendo poco a poco, dejando de disfrutar el momento. Cada vez que recordamos cualquier episodio que nos causa dolor, dejamos de vivir el aquí y el ahora. Dejamos de avanzar en nuestro desarrollo personal, en nuestro crecimiento espiritual.
Para concluir esta sección te pido que recuerdes el Padre Nuestro. Esta oración que nos dejó Jesús, es la oración más completa que conozco. Matemáticamente se divide en siete enunciados contundentes y redondos. Pero lo que más me impacta es el flujo y reflujo de energía y las situaciones que causa si esta energía la manejamos adecuadamente. Lee con detenimiento esta frase: …perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Claramente se observa que la condición para ser perdonado es haber perdonado. Necesitas optar por liberar el pasado y perdonar a todo el mundo, incluyéndote a ti mismo para que puedas recibir el perdón de Dios.
Tal vez no sepas cómo perdonar; quizá no quieres perdonar, pero el solo hecho de decir que estas dispuesto a perdonar inicia el proceso del perdón. Y lo demás vendrá por añadidura, porque Dios te perdonará por las ofensas en que incurras y estés arrepentido de ello.

Ten una actitud mental positiva, elimina el temor
La gente triunfa más por su actitud que por su aptitud. Juan Antonio Razo


Dentro de la sociedad actual, encontramos a mucha gente víctima del temor. Viven un estado de ánimo negativo que va más allá de lo que aparece en la superficie de la gente con temor. Mucha gente no se atreve a enfrentarse a ellos mismos, a su problemática y a su situación. Ante el temor, si tan sólo nos acercáramos a Dios un mundo nuevo viviríamos, aún con la incertidumbre.
Jesús tenía miedo y se lo comentaba a sus discípulos. Peleó contra él hasta el punto de sudar sangre en el huerto. Sin ese miedo, Jesús no hubiera sido un ejemplo para nosotros, hubiera sido sólo un hombre y nada más.
Es probable que toda la vida tengamos que lidiar con el miedo. Si esperamos a que desaparezcan nuestros miedos antes de empezar a hacer algo, jamás comenzaremos. El libro de Proverbios menciona a un granjero tonto que esperaba a que el cielo esté totalmente despejado para sembrar el campo. Casi siempre hay por lo menos una nube en el cielo y aquellos que están acostumbrados a observarlo probablemente vean más. No existe el momento perfecto, sólo es un gran pretexto y una explicación racional para no avanzar.
Jesús sabía que la mejor manera de vencer el miedo era mirar hacia delante. Él tuvo que ir a Jerusalén a pesar de que sabía lo que le esperaba; ahí declaró su identidad con valentía ante sus ejecutores y lloró hasta que el sudor se convirtió en sangre, no obstante siguió adelante. Enfrentó el miedo con dignidad.
Aceptar a los demás, sin juzgarlos, sin expectativas, es algo fácil de decir y difícil de hacer. El miedo siempre es el problema; el amor siempre es la solución. Amar incondicionalmente significa celebrar la inteligencia divina trascendiendo todos los miedos. Es un constante desafío para el equilibrio de la dualidad razón/emoción. Este equilibrio significa, vivir lo eterno ahora, sin resentimientos del pasado, ni expectativas del futuro. Al amar incondicionalmente aprendes a codificar el futuro sólo como una posibilidad y no como una expectativa. Una expectativa incumplida genera frustración. Una posibilidad, aunque no se concrete, sigue siendo una posibilidad.
El temor es la energía que contrae, cierra, capta, huye, oculta acumula y daña. El amor es la energía que expande, abre, emite, permanece, revela, comparte y sana. El temor cubre nuestros cuerpos de ropa, el amor nos permite permanecer desnudos. El temor se aferra a todo lo que tenemos; el amor lo regala. El temor prohíbe, el amor deja ir. El temor duele, el amor alivia. El temor ataca, el amor repara. Lo que más temas es lo que te atormentará, el temor lo atraerá hacia ti como un imán.
La definición de temor es: Expectativas y recelo de un daño futuro. Aceptar que algo malo va a pasar. Profunda convicción al fracaso. Actitud propia del perdedor. Lo peor y negativo del temor, es que programa mentalmente a quien lo sufre, para que le sucedan las cosas que más teme. Este efecto del temor está ilustrado en la vida de Job, según narra la Biblia, Job, era un hombre rico y con una gran familia, sin embargo era víctima de un gran temor, que él mismo explica cómo se martirizaba.
Porque el temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía. No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposando: no obstante, me vino turbación (Job: 25-26).
El temor de Job le produjo derrota, destrucción, enfermedad y desastres en su persona, en su familia y en sus posesiones. La vivencia de Job parece ser el modo de vida de mucha gente de ahora en día, que vive en temor y con temor. Cuando una persona tiene temor, le está dando lugar a crear una realidad (lo que teme) y a más temor.
Si alguna persona teme...
Al fracaso, es altamente probable que fracasará.
A una enfermedad, las probabilidades aumentarán para tenerla.
A que no gustará su nuevo proyecto, estará propiciando a que así sea.
A que su decisión no sea efectiva, de antemano estará fijando los resultados.
A conflictos con sus enemigos, ya estará propiciando un conflicto grave.


Finalmente, cuando ocurre lo que tanto temía, terminará repitiendo las palabras de Job:

El temor que me espantaba me ha venido, y me ha acontecido lo que yo temía. Es evidente que la incertidumbre genera miedo y éste conlleva al temor. Es lo opuesto a la fe, pues mientras ésta expresa la creencia segura de que va a acontecer lo que deseamos (que debe ser bueno para nosotros y aceptable para los demás), el temor expresa que algo malo nos puede pasar.
El miedo es parte de la vida. ¿Cuáles son tus miedos que no te dejan alcanzar sus metas? Una vez que has asimilado que los miedos nunca van a desaparecer, ¿cuánto tiempo más estás dispuesto a seguir estancado? Te recomiendo que cantes todas las mañanas para fortalecer tus emociones. Recuerda que el pájaro no canta porque sea feliz, sino es feliz porque canta. Cuando alguien te pregunte cómo estás, en tu mente responde: Lleno de amor y sentirás luego el milagro de esta declaración.
La pasión es el amor convertido en acción. Es el combustible que alimenta el motor de la creación. Es el cambio de los conceptos a la experiencia. La pasión es el fuego que nos lleva a expresar quiénes realmente somos. Nunca niegues la pasión, pues eso equivale a negar quién eres y quién quieres realmente ser. La pasión es el amor por el hacer. El hacer es ser experimentado.
Una actitud mental positiva se logra, no por las circunstancias externas que están en nuestro medio y a las cuales nos enfrentamos, sino por circunstancias internas relacionadas con el poder de nuestra mente y de nuestra fe. La diferencia en resultados estará en la actitud mental asumida ante las circunstancias externas.
La experiencia ha demostrado que el pensamiento es magnético: Si es positivo, seguro que atraerá cosas positivas; pero si es negativo, también atraerá lo negativo. Por eso solamente triunfan los que creen lograrlo, porque utilizan su mente, en la que guardan los recursos para triunfar. Ello explica el porqué una inmensa mayoría de gente vive mecánicamente, porque no sabe pensar. Lea con detenimiento lo siguiente: Si tienes temor, actúa como si tuvieras valor; si tienes tristeza, actúa como si estuvieras feliz; si tienes pesimismo, actúa como si tuvieras optimismo. La mente llega a aceptar las instrucciones (al pie de la letra) que repetidas veces se le dan y afirman; ve las cosas con optimismo y actúa como si ya tuvieras el triunfo. La actitud mental positiva se fortifica cuando nos conocemos y sabemos de nuestras debilidades y fortalezas, y así nos hemos aceptado. Para mantener el estado mental positivo te recomiendo que conozcas tus fortalezas y debilidades, actúes siempre positivamente y aproveches las oportunidades, piensa en grande pero con los pies sobre la tierra, mantén siempre pensamientos de bondad, amor nobleza y superación; visualiza tus objetivos como si ya los hubieses alcanzado.

Elimina la culpabilidad y el resentimiento de tu vida

Cuanto menos seguro se sienta un hombre Tanto más tendrá prejuicios extremos. Clint Eastwood

Examina cuidadosamente estas expresiones y piensa con qué frecuencia las usas en su vida: ¡Qué tonto soy! ¡Por qué demonios hice esto así! ¡No puedo creer que haya hecho esto tan estúpido! ¡Por qué yo, Señor! No soy muy bueno para estas cosas. No sirvo para esto. Soy tan torpe, etc. Esto es hablar de culpabilidad.
Hemos escuchado desde muy pequeños, frases como éstas de familiares y amigos, y que nosotros las repetimos constantemente: ¡Es tan tonto! ¡Por qué diablos hizo esto! Dios mío, lo hizo de nuevo. ¡Espero que nunca vuelva a ser tan estúpido!, etc. Esto es hablar de resentimiento que va de la mano con la culpabilidad. Es la misma actitud vuelta hacia afuera. La culpabilidad y el resentimiento son la misma enfermedad: La desilusión dentro de mí, por mí y la desilusión dentro de mí por ti. Cuando estás descontento en exceso contigo mismo, entonces simplemente descargas el exceso en otros como resentimiento.
Todos los vicios, como el cigarrillo, el alcohol, y las drogas; por un lado, y la comida, la televisión, el trabajo exagerado, por otro; son desahogos temporales de síntomas de culpa. Estos vicios sirven para dos propósitos: Nos esconden de la enfermedad y la alimentan, al proporcionarnos algo más de qué avergonzarnos. Así, el síndrome se mantiene. Evitamos cargar nuestra culpa, porque no la consideramos como una enfermedad, más bien como un defecto dentro de nosotros mismos que no podemos corregir. Es para nosotros más fácil mantener los síntomas distraídos, porque al evadirlos evitamos poner al descubierto nuestro dolor al darnos cuenta que no puede ser curado.
Para reconocer que existe una enfermedad en ti, visualízate en cómo serías sin padecerla. Naciste puro, perfecto y completo. Cada ser humano es perfecto del todo de la existencia. El todo de la existencia es Dios: Dios es perfecto. Describirnos a nosotros mismos o a los demás como imperfectos es una blasfemia cometida contra el modelo perfecto al que pertenecemos.
Hubo un tiempo, cuando el hombre era muy diferente de cómo es ahora, cuando vagaba libremente. Su trabajo en la vida era simplemente la supervivencia. Con el tiempo el hombre evolucionó, empezó a formar sociedades y comenzaron a surgir los problemas. El alojamiento, comida y defensa, tenían que ser organizados por un líder o un grupo de líderes. La cooperación de la comunidad era necesaria y dependía de estos líderes hacerla efectiva. En sus mentes primitivas el miedo era la única herramienta con qué contaban. Utilizaron la amenaza de muerte, el dolor, el encarcelamiento para mantener a la comunidad bajo su mando. Conforme avanzaba la sociedad, fue encontrando un método más eficaz que matar y encarcelar para mantener a la gente bajo el poder de los líderes. Los líderes aprendieron a crear dentro de la mente de las masas: Pasiones personales con verdugos personales. A través del adoctrinamiento, lentamente las masas, llegaron a estar por completo convencidas de que eran inherentemente perversas y que estaban equivocadas. A la larga, llegaron a creer que al dejárseles que se las arreglaran como mejor pudieran, la mayor parte de lo que hicieran estaría mal o sería estúpido o perverso. Después de varias generaciones, con este adoctrinamiento, se volvió muy acertada la idea de que sólo con la guía y liderazgo de aquellos en el poder, los individuos serían capaces de llevar una vida en la que podrían tener éxito y gozar de bienestar, vidas que no serían destruidas por la naturaleza perversa de ellos mismos y de otros. Previo a esa programación en masa, lo correcto y lo incorrecto simplemente significaba lo correcto contra lo incorrecto; o la eficiencia contra la ineficiencia; o lo factible contra lo no factible.
Fue a través del advenimiento de la religión y el gobierno, que utilizaron el sentimiento de culpa como herramienta para controlar a las masas, que aprendimos a concebir lo correcto y lo incorrecto como un profundo reproche personal y emocional. Tener la razón en cualquier caso ha venido a significar darle validez. Esto no quiere decir que tus acciones o tus pensamientos sean válidos, sino por el contrario, estoy indicando que la naturaleza personal del juego de lo correcto y lo incorrecto, te da a ti validez o no validez.
En términos simples, se nos ha dicho que no se puede confiar en que nosotros seamos exactamente quienes somos. ¡Debemos ser disciplinados, cuidados y vigilados, de otra manera no seríamos una sociedad de ciudadanos modelo! La mayoría de nosotros creemos, que debido a que la naturaleza del hombre es débil y deshonesta, debemos tener control externo de la policía y el ejército y los controles internos de la culpa implantada.
Hemos transmitido la enfermedad de la culpa a través de los siglos. Hemos aprendido que la culpa es una forma correcta de pensar, una forma correcta de ser y una herramienta necesaria para educar a nuestros hijos. Muchas sectas cristianas no se avergüenzan de predicar que las personas nacen perversas y que sólo aceptando a Jesucristo como su salvador personal, pueden ser liberados de su propia maldad. Sin embargo en las Escrituras, Jesús nos recuerda constantemente que nuestro único pecado es la culpa que nos separa de la unidad con el todo de la vida: Dios.
Nacemos para volar. Nacemos para remontarnos en la brisa de verano. Nacemos para jugar, para reír como niños. Nacemos para crear belleza y armonía entretejiendo diseños delicadamente balanceados unos con otros; el tapiz perfecto de la vida humana en el planeta Tierra. La mayoría de los seres humanos hemos perdido la confianza en nosotros mismos y en los demás. Hemos perdido la habilidad de vernos como personas. En lugar de eso, cada uno de nosotros fijamos nuestra atención en nuestras habilidades e inhabilidades. Cubrimos el terrible vacío que proviene de no darle la cara a Dios, pretendiendo ser grandiosos: Ropa grandiosa, autos grandiosos. Hablamos y caminamos de igual manera. No queremos que las personas noten esa confusión, esa soledad y ese miedo de penetrar el pozo profundo de nuestro ser.
Nadie está exento de los resultados caóticos de la culpa en masa y cada uno tiene la responsabilidad de erradicarla de nuestras vidas y de nuestra sociedad. Debemos trabajar juntos con el convencimiento de que las generaciones futuras puedan vivir en una sociedad que aliente y exalte la magnificencia personal del hombre, en vez de una sociedad que duda y lo protege en contra de maldades imaginarias. Sólo hay una forma de librarse de las culpas. Debemos cambiar las cintas programadas de nuestro subconsciente y esto requiere de dedicación y perseverancia. La culpa es una enfermedad que tu o yo programamos entre los que nos rodean. Encontramos vulnerabilidad en otras personas y usamos sutiles púas de culpa para manipularlas.
¿Cómo manipulas a otras personas con la culpa? ¿Cuáles son los juegos favoritos de culpa? Nunca responderás honestamente a esta pregunta, hasta que te hayas aceptado a ti mismo como alguien que manipula a otros. Si no ves mal el ser un manipulador o el usar la culpa como un instrumento de manipulación, te será imposible efectuar el cambio. Tus acciones manipuladoras continuarán. Aquello a lo que se resiste, persiste. Eso es lo que hace difícil curar la culpa. Sin embargo, podemos empezar a curarnos cuando estemos dispuestos a aceptar que somos culpables y que como tales, llegamos a contagiarnos la culpa como una enfermedad.
Un aspecto importante de la culpa es que siempre va acompañada de resentimiento. La culpa no sólo es una enfermedad que se contagia, es una enfermedad cuyos síntomas se sienten solamente como una reacción a alguien. Uno siente culpa como resultado de expectativas insatisfechas impuestas por uno mismo o por otros. Cuando son impuestas por uno mismo, estas expectativas representan puntos de vista de personas que son o han sido importantes para esa misma persona.
Las expectativas de Dios, como no son explicadas por los llamados representantes de Dios, consisten en que debemos comportarnos de un modo determinado. Cuando no satisfacemos estas expectativas; afligimos y enojamos a Dios, contrayendo una deuda de culpa que provoca una reacción secundaria, una sensación de resentimiento hacia Dios por hacernos sentir culpables. Y al continuar el círculo vicioso, ¿qué nos puede hacer sentir más culpables que el resentimiento hacia Dios mismo? Por lo que la tercera reacción, es la culpa otra vez. Las mismas condiciones existen con respecto a nuestros padres, los guardianes del orden, maestros, ministros, sacerdotes, amigos, familiares, etc.
Ahora que estás consciente de la relación culpa/resentimiento, piensa en las personas en que has programado culpa y reconoce que cada una de ellas tiene un resentimiento hacia ti, de igual tamaño que la culpa que lo ocasionó. Un hombre que cierra con llave todas sus rejas y puertas y emplea un gigantesco perro guardián para proteger sus posesiones, es un hombre convencido de que muy dentro de él, existe una inclinación por robar las pertenencias de otros. Sólo está proyectando aquello que siente acerca de sí mismo. Una sociedad incapaz de confiar en sí misma, llena de personas culpables, debe ser defendida, no en contra de acciones y reacciones naturales, sino en contra de reacciones perversas que provienen de una maldad y perversidad programadas.
¿Qué pasaría si volvieras la vista atrás y vieras todos esos incidentes caóticos como pasos imperfectos hacia tu despertar? ¿Qué pasaría si abolieras el lenguaje de fracaso de esas experiencias y las reconocieras como triunfos? ¿No estarías entonces en posibilidad de encontrarte y considerar tu magnificencia, en lugar de crear su sordidez imaginaria? Concentrándote en tu magnificencia, podrías empezar a reprogramar tu subconsciente y tu vida, hacia logros magníficos.
Se necesita valor para desafiar la vida, a sabiendas de que la posibilidad de fallar existe. Es mucho más fácil, pretender estar oprimido, hasta el punto, que nadie esperará que triunfes y entonces nadie te culpará si fracasas. El desafío que te ofrezco es uno que contiene infinidad de oportunidades personales y requiere de una tarea monumental. En este punto de la evolución del hombre, estamos reconociendo que mucha de la programación previa de la mente humana, es contraria a tus metas personales y globales.
La luz que es fuente de vida, perderá entonces su opacidad y se volverá clara. Nos veremos a nosotros mismos como seres eternos y reconoceremos nuestro lugar en la eternidad. Gozaremos de excelente salud, porque ya no tendremos necesidad de sufrir. La soledad imaginaria desaparecerá y seremos arrullados por cientos de personas cariñosas que nos rodean. Reconoceremos la muerte como el nacimiento a una mejor y obtendremos paz y confianza, liberándonos de la garra mortal con que la culpa ha estrangulado nuestras vidas.

Apártate de las adicciones
La filosofía de mi vida siempre ha sido que las dificultades se esfuman cuando se les hace frente con valentía. Isaac Asimov

El niño herido que subyace en nosotros es causa importante de una conducta adictiva. Si advertimos que nuestro niño herido está detrás de la conducta compulsiva/adictiva, podemos analizar la adicción en un contexto mucho más amplio. Una adicción tiene una relación patológica con cualquier forma de alteración del humor que tenga consecuencias perjudiciales para la vida. Las adicciones a todo lo que se pueda ingerir son las que más dramáticamente alteran el humor. El alcohol, las drogas y los alimentos tienen un inherente potencial que provoca a la alteración del humor. Pero existen diferentes maneras en que los sentimientos pueden ser trastornados.
Las conductas adictivas incluyen el trabajo, ir de compras, el juego, el sexo y los rituales religiosos. De hecho, cualquier actividad puede utilizarse para alterar los sentimientos porque distraen. Las actividades cognoscitivas son una manera poderosa de evitar los sentimientos. Todas las adicciones tienen un componente racional que se llama obsesión. Los sentimientos mismos pueden ser adictivos. Puedes ser adictivo a la ira. La ira disfraza el dolor y la vergüenza. Cuando haces corajes, te sientes fuerte y poderoso; más que vulnerable e impotente.
Probablemente conoces a alguien adicto al miedo. Los adictos al miedo tienden a imaginar catástrofes y desastres por todas partes. Siempre están preocupados y vuelven locas a otras personas.
Algunos son adictos a la tristeza y/o a las penas. Parecen no sentirse tristes; son tristes. Para un adicto a la tristeza, ésta se convierte en su propia forma de ser. Las personas que más me preocupan, son los adictos a la alegría, me refiero a los niños buenos obligados a sonreír constantemente y estar alegres. Es como si la sonrisa se hubiera congelado en su rostro. Los adictos a la alegría nunca ven nada mal. Sonríen mientras cuentan que su madre falleció. ¡Son una paradoja!
Los objetos también pueden crear adicciones. El dinero es lo más común. Sin embargo, cualquier objeto puede convertirse en una preocupación y, por lo tanto, es una fuente de alteración del humor. En el fondo de la mayoría de las adicciones, no importa qué factores genéticos intervengan, se encuentra el niño herido de la infancia, quien constantemente anhela la satisfacción de sus necesidades. No se requiere estar mucho tiempo junto a un adicto para observar esa conducta de él.
Las adicciones que más han mermado a los seres humanos, son al alcohol y a las drogas. Séneca, el filósofo romano contemporáneo de Jesucristo, dijo: La embriaguez es, sencillamente, una locura voluntaria. Casi dos mil años después, Bertrand Russell añadió: La embriaguez es un suicidio temporal... la alegría que trae es meramente negativa, un cese momentáneo de la infelicidad. El abuso del alcohol y las drogas se han convertido en una tragedia nacional, pero para mí es un síntoma de un malestar más grande aún, no obstante, hay una puerta abierta a este tipo de adicción y a otras similares. Sin embargo, las creencias de tu círculo social pueden influir negativamente en tu restauración. Con frecuencia se menciona que de las garras de las drogas y del alcohol nadie logra escapar, y yo te aseguro lo contrario. Víctor fue expulsado de la preparatoria por portar drogas dentro de las instalaciones, pero eso no era lo más grave, lo verdaderamente preocupante fue que para mantenerse “alegre” recurría a “desafíos” que gradualmente fueron creando una psicosis social que lo obligó a abandonar el lugar donde él vivía junto con su familia. Al llegar a la Universidad, aparentemente estaba tranquilo, pero no. Guardaba en su corazón culpa y resentimiento que lo hacían sentirse infeliz. Cuando Víctor entendió que aceptándose, reconociéndose, amándose y apoyándose lo llevaría hacia la felicidad, entonces tomó la decisión de ser un hombre nuevo y actualmente está entusiasmado por su desarrollo personal. En estos días visitó su lugar de origen y se sorprendió que la gente que lo rechazaba, ahora está sorprendida de la decisión que tomó Victor: De ser cada día mejor y consecuentemente es aceptado por ellos.
Nos servimos de la bebida para escapar de la depresión, sin embargo, lo que necesitamos es encontrar el modo de enfrentarnos a ella, utilizando pensamientos positivos con valor y creatividad. Durante las últimas décadas, las drogas recetadas han sido empleadas para controlar los síntomas de la depresión; al ser prescritas por respetables médicos psiquiatras pueden ser de uso seguro y de ayuda en el tratamiento de la ansiedad; por el rápido aumento de la popularidad de estas drogas, están siendo consumidas sin prescripción médica. Para escapar de la depresión, la gente está tomando tranquilizantes, excitantes y antidepresivos como si fueran galletas.
Lo peligroso de los tranquilizantes, es que cualquier paz mental que proporcionen, es una paz mental artificial. Cuando compramos una pastilla para conseguir paz, nos confiamos en soluciones baratas, en lugar de soluciones profundas. Otra forma económica, pero equivocada para escapar de la depresión, es la adicción a la televisión; el mundo se está volviendo adicto a la tele, la está usando irresponsablemente como un medio de evasión de la realidad y sus efectos que en él tiene, son por demás delicados porque contamina a los seres humanos con una serie de información dañina que se siembra en su mente, en la mayor parte de las veces de manera definitiva.
Sin embrago, lo que pasa por ahí no es tan importante como lo que ocurre en tu vida y en la mía ¿Cómo manejas tus propios errores y la depresión que seguramente sigue a eso?

Aléjate de las depresiones
Un corazón valiente siempre superará todas las dificultades. Anónimo

La realidad no se equipara con nuestros sueños y, en consecuencia, nos desesperamos. Entonces, para hacer frente a nuestra depresión, comenzamos a pensar y actuar destructivamente. Como resultado, nuestra vida cae en espiral, hasta que parece no haber manera de que logremos levantarnos de nuevo. Hay una tremenda tentación de sufrir en silencio. Nuestro orgullo no nos deja admitir la verdad. No queremos que la gente sepa que fracasamos. En el Oriente, por ejemplo, no perder cara lo es todo. Los británicos dicen: Mantén firme el labio superior. Es un mito machista mexicano eso de que los hombres no lloran. Yo no conozco a nadie a quien le agrade verse en conflictos.
Es más fácil, cuando menos al principio, pretender que todo está muy bien. Nuestra desgracia se convierte en un terrible secreto. Construimos murallas a nuestro alrededor y nos alejamos de aquellos que pudieran simpatizar con nosotros o incluso ayudarnos. Como un animal enfermo, nos escurrimos por ahí y esperamos sanar.
¿Eres tu así? Cuando tus sueños están amenazados y andas perdido en una niebla de desesperación, ¿te vuelves silencioso y te apartas de todos? ¿Te quedas rondando por ahí, sonriendo valientemente, pretendiendo que nada está mal cuando en realidad el mundo entero se está colapsando sobre tu cabeza? ¿Qué pasa cuando tus sueños se mueren y la depresión se adueña de ti? Algunas personas responden al ciclo de fracaso y depresión en formas francamente predecibles. Al principio, están tentadas a negar lo ocurrido o ignorarlo. Entonces tratan de echarle la culpa o de culpar a otros. Invariablemente intentan eludirlo. Algunas se quedan inmovilizadas por la depresión. Otras hacen cosas desesperadas y destructivas para ponerle fin. Otras más siguen viviendo por siempre en la desesperación. Finalmente, otras simplemente se sientan y se mueren, pero no tienen que hacerlo.
¿Te suena familiar todo esto? No podemos ayudarnos a nosotros mismos mientras simulamos estar bien. Y nadie puede ayudarnos cuando no admitimos que tenemos esa necesidad. Es particularmente triste que en nuestra sociedad (donde el amor debería prevalecer), tanta gente ponga una cara celestial, cuando en realidad vive en un infierno. La depresión no puede ser tratada mientras la neguemos o ignoremos. El principio del fin de esa lucha es admitir que se está luchando, primero para uno mismo y, luego, poco a poco, por aquellas personas a las que se les tenga confianza para que caminen con uno por el camino de la recuperación.
Yo sé que nuestras vidas pasan por momentos de grandes tragedias y de terrible sufrimiento. No creo en eso de poner buena cara, cuando es tiempo de luto. Negar nuestra depresión, enmascararla o tratar de escapar de ella para siempre, lleva a la desgracia. Existen ciertos sueños que, si mueren, no pueden volverse a soñar. Cuando mueren, lo único que podemos hacer es llorar y esperar a que se acaben las lágrimas; hasta que de alguna forma, Dios nos dé el valor de volver a soñar otra vez.
Pero no debemos entregarnos a la pena o dejar que nuestros fracasos y decepciones nos conviertan en víctimas. El pesimismo es una enfermedad peligrosa que puede sofocar o matar nuestro potencial humano. Debemos transmitir esperanzas, nunca desesperación. Compartamos nuestras alegrías, no nuestras tristezas. Yo creo que es bueno contar una y otra vez las obras de Dios en hombres y mujeres que conozco, que se levantaron de una profunda depresión, para amar y soñar nuevamente. Si nuestros sueños no se realizan, si la depresión obstruye nuestros pasos, debemos recordar que siempre hay esperanza.
Qué desperdicio es emborracharnos hasta matarnos durante la negra noche de la depresión, cuando la salida del sol puede estar a punto de ocurrir. Espero que mis próximas palabras no suenen a un optimismo demasiado exagerado, porque en el curso de mi vida he aprendido que efectivamente hay una lucecita al final de casi todos los túneles, como insinúa en uno de sus poemas Carlos Pellicer. Los arco iris, en realidad, salen después de casi todas las tormentas. Las lágrimas probablemente se conviertan en risa. El luto algún día sucumbirá ante la alegría. Hasta ahora, a mis cuarenta y seis años de vivir en este planeta, después de una noche larga y negra, he visto salir el sol para calentar de nuevo mi vida.
Después de la crucifixión, viene la resurrección. Después de la muerte, viene la vida. Después de la desesperanza, viene la esperanza. La depresión nos engaña cuando pensamos que nunca se terminará. En realidad, el final de su depresión bien puede estar a la vuelta de la esquina. De ningún modo estoy minimizando la depresión y el terror que ésta conlleva. Tengo gran simpatía por la gente que sufre desesperanza y privaciones a través de sus pesadillas privadas. Los familiares o amigos preocupados pueden ser como enviados de Dios durante el camino. Pero si sucumbimos a la depresión, si nos suicidamos o nos conformamos con una miserable muerte en vida, perderemos la oportunidad que la depresión nos brinda.
En nuestros tiempos de sufrimiento, Dios nos prepara para ayudar a otros que encontraremos por el camino. Cuando nuestros sueños mueren, Dios nos da la fuerza para estar ahí ayudando a nuestros hermanos y hermanas cuando ellos pierdan sus sueños. Estos tiempos son duros. Nuestros sueños se hallan amenazados por fuerzas que están más allá de nuestro control. A veces perdemos la batalla, pero juntos ganaremos la guerra, con ayuda de los demás aprenderemos a soñar de nuevo, y entonces, algún día, cuando menos lo esperemos, nos sorprenderá ver esos sueños hechos realidad.

Elimina el estrés de tu vida
Si no contribuyes a la solución del problema, entonces tu mismo eres parte de él. Proverbio chino

Vivimos en una sociedad en donde el 60% de las visitas al médico, son más bien por problemas de estrés que de enfermedades específicas. Es la sociedad del estrés, donde las medicinas que más recetan son tranquilizantes. El estrés es el resultado, entre otros factores, de las presiones a que se somete la gente en su afán desmedido de obtener logros, de resolver problemas y de otras muchas cosas. Hay estudios que demuestran el efecto que tiene el estrés en la salud. Nuestras defensas bajan y nuestro organismo se hace más propicio a las enfermedades. El odio, rencor, culpa, resentimiento y remordimiento son algunos sentimientos que causan estrés, que si se vuelven perennes nos llegan a causar enfermedades y hasta padecimientos graves, tales como el cáncer, cardiopatías, colitis, etc.
La fuente principal de tensión psicológica ejercida sobre la gente se deriva de la manera como trata sus propios sentimientos y actitudes, como resultado de los conflictos internos que son generados por una gran variedad de situaciones externas tensas. Es entonces, en el mundo interno de cada hombre, donde verdaderamente se presenta el meollo del problema.
Casi puede aseverarse que la gente vive con estrés y en estrés, cuando no da valor al significado y objetivo de un verdadero descanso. Un principio que no es bien comprendido por la sociedad.
Recurramos a lo que dice Dios por medio de la Biblia para entender cómo podemos manejar el estrés en nuestra vida. Para ello lean este versículo:
Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el séptimo día de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación (Génesis 2:23).
Eso es ritmo y armonía, las mismas características de todo cuanto ha creado el señor. Es indudable que cuando Dios contempló su obra, la analizó y reflexionó sobre significado y propósito. Dios así daba significado y propósito a su trabajo y con ello sentaba precedente para que el hombre también tuviera la necesidad de ese descanso, que el séptimo día cierra un mini ciclo de su vida.
El descanso no es solamente para reflexionar sobre el significado del trabajo y el camino de la vida, sino también es para refrescar mi creencia y mi compromiso con Cristo. Es un descanso para afinar mis instrumentos internos de navegación, de tal manera que esté preparado para regresar al mundo por otra semana más, para ser fecundos creadores... en fin, para justificar nuestra existencia misma.
No cabe duda, el descanso que Dios sugiere, no tiene nada que ver con la teoría actual del ocio físico, sino que es un reposo para llegar a lo más profundo de nuestro ser, precisamente ahí, donde la fatiga espiritual nunca es alcanzada por aquellos artículos y actividades producidos y dirigidos a superar el ocio físico. El descanso prescrito por Dios es el que nos permite reconstruir nuestro mundo interior; es el reposo que nos trae paz, entusiasmo y vida en abundancia.
En la actualidad hemos escuchado que también los niños padecen estrés y lo que es peor, también padecen depresión. ¿No era esto común sólo en los adultos? Y nos seguimos preguntando a dónde llegarán las futuras generaciones, si paralelamente al progreso y la civilización, las depresiones están a la orden del día. A veces, cuando el mundo parece estar en contra es difícil conservar el equilibrio mental. Para algunos es imposible. Entonces sobreviene el colapso nervioso.
Si el problema persiste en la mente aparecerá incluso la ansiedad, el sueño quedará perturbado, el trabajo en la oficina o en la fábrica rendirá menos por falta de concentración o calidad mental, disminuirá el apetito y el peso, y quizás dé origen a impulsos de suicidios. Las probabilidades de suicidio, sin embargo pueden interponerse en el proceso de restablecimiento.
Es de todos conocido que conforme vamos creciendo debemos ir madurando mentalmente y esto se refleja en nuestro comportamiento, no quiere decir esto que perdamos el sentido del humor o la capacidad de asombro; la madurez se demuestra cuando nos hemos enfrentado a algún problema y aplicamos la ecuanimidad y otras virtudes que debemos tener.

Da siempre las gracias
Ore siempre. La oración tiene un poder incalculable. Jackson Brown Jr

Hay que dar las gracias para reforzar y elevar el funcionamiento de nuestra vida. La gratitud es la madre de los demás sentimientos. Por lo general, reclamamos aquello que no tenemos y que nos gustaría tener, o aquello que tuvimos y perdimos. Es raro encontrar a alguien que dé las gracias por aquello que tiene, o por aquello que no tiene y no le gustaría tener. Hay una gran escasez de gratitud en el mundo de los seres humanos. Esta falta de gratitud genera desequilibrio e infelicidad en nuestra vida. Da gracias a Dios cada día por lo que tienes y te gustaría tener y Dios seguirá proporcionándote no sólo eso, sino también cosas que no tienes y no sabes todavía que te gustaría tener. Todas las mañanas da gracias a Dios por lo que te ha dado y por lo que te tiene preparado.
Te recomiendo que te despiertes muy de mañana y te des como regalo un amanecer. Observa la explosión multicolor de luces que te ofrece la aurora. Escucha cómo los pájaros agradecen a Dios antes que tu. Siente cómo la brisa acaricia tu cuerpo y saborea el aroma de las flores. De esta manera, al ver tanta gratuidad de Dios, lo más seguro es que sonrías y digas: Gracias Señor, gracias, y de esta manera ya estás empezando a hacer la oración del día.

Vive con entusiasmo
Para un alma alegre, el mundo está repleto de cosas interesantes. Alexandra Stoddard

Entusiasmo se deriva de dos vocablos griegos: En y theos, que quiere decir: Dios dentro de ti, o lleno de Dios. Mientras más vivo, más confirmo que el entusiasmo es el pequeño secreto reconocido para alcanzar el éxito. La diferencia verdadera en capacidad, habilidad e inteligencia entre aquellos que tienen éxito y aquellos que fracasan, generalmente es mínima. Pero si dos hombres están en igualdad de condiciones, el hombre con entusiasmo tiene la balanza a su favor. El entusiasmo es una fuerza interna ilimitada; es energía emocional del corazón y de la razón. Es emocional, porque nos hace vibrar y actuar con decisión; es del corazón, porque nos da gozo interno; y es de la razón porque nos hace actuar hacia donde queremos, hacia nuestros objetivos.
El entusiasmo es una actitud y un comportamiento que podemos adquirir en cualquier momento o a cualquier edad, pero no en forma de un elixir, sino bajo una actividad mental positiva y deseos de conquistar. Cuando carezcas de entusiasmo actúa como si lo tuvieras. Recuerda que la fuente del entusiasmo está contigo mismo y se revitaliza con una actitud mental positiva, la perseverancia y los logros que se van alcanzando en el camino para llegar al destino que has determinado. El entusiasmo no germina donde existe odio, pesimismo e ideas destructivas; entonces hay que modificar esa conducta, reconociendo tus fortalezas y tus debilidades.


Fuente: Esquina Mágica

2 comentarios:

  1. Gran artículo y valiosas premisas, resulta ser inspirador y motivante... diariamente leo sobre este tipo de artículos ya que nutren la mente y el espíritu, quisiera compartir con ustedes una artículo encantador, el cual nos hace pensar en nosotros mismos, y el tiempo que dedicarnos ya que muchas veces nos dejamos al olvido

    http://www.moonmentum.com/blog/brujula/vacaciones-y-tiempo-personal/#more-8404

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  2. Gracias por tus lindas palabras, y buenisimo que compartas con nosotros tus artículos, gracias nuevamente :)

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