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miércoles, 28 de octubre de 2009
LAS ZONAS VULNERABLES
Todos hemos ido armando desde chicos una "forma" determinada para mostrarnos a los demás, en general con esta "forma" nos sentimos de cierta manera protegidos en los lugares donde pensamos que seríamos vulnerables. Entonces nos mostramos al mundo como personas sumamente seguras, ocultando la inseguridad, y como seres fuertes y valientes a quien nadie podrá dañar, para esconder el miedo a ser lastimado y a sufrir. Y así andamos por la vida padeciendo en silencio un sinfín de sensaciones de las que la mayoría ni se entera y generando a nuestro alrededor una especie de muralla que no muchos se animarán a saltar. En primera instancia esta estructura que se armó como defensa, se armó justamente en un momento donde sentimos que era necesario hacerlo, por ejemplo un niño que tiene padres agresivos y que se enojan o castigan con facilidad, podría crear, entre varias otras cosas de las que escribiré en otro momento, una figura de fortaleza y agresividad (los avasalladores) cosa de que nadie sospeche el temor guardado en su interior y ni siquiera ose pensar que podría hacerle daño, escondiendo dolor, tristeza y una buena dosis de enojo.
El problema con esto es que se crece y la estructura queda y sigue funcionando sola "por las dudas", y nosotros olvidamos que la tenemos, la asumimos como una manera de ser, como nuestra personalidad y hasta llegamos a enorgullecernos de ella, olvidándonos que detrás de ésta sigue habiendo un niñito asustado que sufre en silencio no sentirse querido, y atrayendo a nosotros sin ser concientes, justamente lo que queremos evitar, lo que creará la sensación de que "el peligro realmente parece seguir existiendo", y muy ocupados en defendernos nos olvidaremos de ese niño que sigue en nuestro interior todavía solo y asustado.
En el mundo de hoy donde parecería reinar la incertidumbre y la hostilidad, podríamos sentir que estas defensas no alcanzan provocando entonces aumento en las sensaciones de temor, de desamor e inseguridad.
¿Vamos a construir una muralla más alta? ¿Vamos a ponernos más armaduras? ¿Nos esconderemos debajo de la cama hasta que el peligro pase?
Evidentemente ése no es el camino.
Ha llegado el momento de trabajar para reencontrarnos con una parte nuestra que también quedó olvidada, nuestro verdadero Ser, en el que guardamos el verdadero Poder, que nos librará de los miedos y nos abrirá al amor. Es hora de renacer, de romper los límites construidos, de ir a buscar nuestro niñito herido abrazarlo y decirle que no hay nada que temer.
Las técnicas de autoconocimiento ayudan en esta tarea brindándonos los elementos necesarios para sanar y liberarnos.
por Marta I. Villafañe
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