martes, 30 de junio de 2009

La trampa del autoengaño


Una de las mentiras que con mayor frecuencia nos decimos a nosotros mismos es que hoy no es el mejor día para actuar, que mañana será mejor. Buscamos convencernos de que a pesar que queremos atraer el éxito y la felicidad a nuestras vidas, lo más prudente es esperar.

¿Cómo imaginas que mañana podrás realizar cosas admirables cuando decidiste no hacerlas en el momento, por parecerte el día de hoy pobre y falto de oportunidades?

Muchos de nosotros parecemos estar viviendo bajo el yugo de la versión equivoca de un viejo refrán: "Nunca hagas hoy lo que puedes dejar para mañana". Parecemos estar posponiendo constantemente nuestra propia felicidad asumiendo que el día óptimo no es hoy sino mañana, Sin embargo, ¿qué razón tenemos para pensar que seremos felices, generosos y serviciales en el futuro, cuando creemos que somos infelices hoy? Si hasta ahora no hiciste lo que sabías que debías hacer ¿por qué te engañas pensando que lo harás mañana? ¿Cómo esperas tener tiempo de sobra más adelante, para atender a tus seres queridos, consolar a los afligidos, visitar a los enfermos y mejorarte a ti mismo, cuando afirmas que hoy no puedes ocuparte en estas cosas? ¿Por qué te parece que mañana serás generoso, si hoy eres mezquino?

No seas egoísta con las congratulaciones que puedes dar a otros, con la experiencia y consejos que puedes compartir con los demás, y menos aun con aquello de lo que puedas prescindir. No guardes lo que podría servirle a otro, ni permitas que se eche a perder en espera de que algún día lo vuelvas a usar. Permite que sean cosas útiles ahora. Deja que sirvan hoy mismo. Ya te sirvieron a ti. Ofreciéndolas a otros suavizarás tu corazón y abrirás un poco más la puerta de tu generosidad.

Orison Swett Marden, autor de El camino a la felicidad, narra en caso de una joven a quien le costó mucho su educación musical, pues era tan pobre, que por mucho tiempo no podía tan siquiera alquilar un piano, y para el estudio se valía de un teclado que dibujó sobre una hoja de papel oscuro. Mientras luchaba con estas dificultades, un día la invitaron a comer en casa de una familia rica, y al levantarse de la mesa, le enseñaron toda la casa.

En el desván vio arrinconado un piano viejo, por cuya posesión ella habría dado cuanto tuviera en el mundo, o gustosa habría caminado el largo trecho cada día si le hubieran permitido practicar en él. No se fijaba aquella joven en la suntuosidad de su anfitrión, ni en la elegancia de los muebles, ni en la belleza de los cuadros, ni en ninguna otra ostentación del lujo que llenaba toda la casa, ya que sólo podía pensar en el viejo piano arrinconado en el desván, y sin embargo, ni ella se atrevió a pedirlo ni a ellos se les ocurrió ofrecerlo.

Marden dice: "nadie es tan pobre que no pueda dar algo con que enriquecer a uno de sus semejantes. El que acumula riquezas para acrecentar su caudal, es como el granjero que desea proteger su semilla de trigo de los pájaros y animales, y no quiere arriesgarla sembrándola en la tierra. Así que prefiere guardarla. Absurdo. Por el contrario, debemos aprender a ser más generosos, más desinteresados y más útiles a la humanidad.

Ni la felicidad ni las buenas acciones permiten demora. Todos debemos comenzar cada labor con el total convencimiento de que, suceda lo que suceda, salgamos o no airosos de nuestros empeños, debemos ser felices en cada instante del día, sin permitir que nada nos arrebate nuestro derecho a disfrutar cada momento de nuestra vida. Debemos resolvernos a que ni accidente, ni incidente, ni condición alguna interrumpan el flujo natural de nuestro bienestar y felicidad.

Recuerda que el ayer ha muerto y que el mañana no ha nacido todavía. Lo único que es nuestro es el momento presente. Para aprovechar ahora el bien que nos pertenece, debemos extraer el dulce jugo de cada instante que transcurra mientras sea nuestro. Tal es el verdadero goce de la vida cotidiana: trabajar y gozar en el trabajo aprovechando el momento presente, que es el único de que disponemos.

Considera que cuando pierdes un día, o cuando, todavía peor, lo desperdicias en hábitos que deterioran tu carácter, estás echando a perder parte de tu vida. Lo peor de todo es que al llegar a viejo, con seguridad darías cualquier cosa por recobrar ese tiempo tan lastimosamente malgastado.

Sólo hay una manera de vivir una vida productiva y efectiva. Levántate cada mañana firmemente resuelto a obtener el mayor provecho posible de aquel día y a vivirlo en plenitud. Suceda o deje de suceder lo que sea, ocurra o no tal o cual cosa, toma la firme decisión de sacar algo bueno de cada experiencia de aquel día, algo que aumente tu saber y te enseñe la manera para que al día siguiente sean menos tus errores.

Resolvámonos cada mañana a obtener el mayor provecho de aquel día, no de otro día por venir en que cambiará nuestra suerte, tendremos una familia, -habrán crecido nuestros hijos, o habremos superado todas las dificultades. Nunca las venceremos todas. Nunca seremos capaces de eliminar por completo todo aquello que nos molesta y perturba. Nunca nos desharemos de todos los pequeños enemigos de nuestra felicidad, ni de las mil y una molestias de la vida.

Resolvámonos a disfrutar el presente. Aprovechémonos del hoy sin permitir que las sombras del mañana, con sus presagios y temores, nos roben lo que es nuestro, el intransferible derecho a ser felices el día de hoy.

Tengamos cada mañana una afirmación positiva con la cual empezar el día. Digámonos: "Pase lo que pase, quiero obtener el mejor partido posible de este día. No he de permitir que nada me robe la felicidad ni me robe mi derecho a vivir este día desde el principio al fin. Suceda lo que suceda, no toleraré que ningún disgusto, ninguna contrariedad o circunstancia que se atraviese hoy en mi camino, me robe la paz de mi mente.

Me rehúso a ser infeliz hoy, suceda lo que suceda. Voy a gozar plenamente del día y a vivir enteramente en él. Este día ha de ser un día completo en mi vida. Sólo aceptaré en mi mente pensamientos de felicidad y gozo; únicamente los amigos de mi paz, satisfacción, dicha y éxito, hallarán hoy hospedaje en mi mente. Todo cuanto me haya hecho infeliz en el pasado, lo eliminaré, de modo que al llegar la noche pueda decir: he vivido hoy".

Comenzar cada día de manera proactiva y optimista revolucionará nuestro concepto de la vida y acrecentará enormemente nuestras fuerzas. De acuerdo a la ley de la atracción, afirmaciones como ésta nos ayudarán a trazar nuevos surcos mentales en el tejido cerebral para abrir camino a nuevos hábitos de felicidad.

¿Para qué recordar viejos errores y arrepentirnos de no haber sabido aprovechar las ocasiones de prosperidad del ayer o lamentarnos de cosas que nos perjudicaron? ¿No aumentamos así nuestra desdicha? Quien siempre está culpándose, deplorando su pasado y lamentándose de errores, extravíos y deslices del pasado, nunca podrá realizar nada de verdadero mérito, pues el éxito, en cualquier área de la vida, requiere el uso de toda nuestra energía, y lo cierto es que una persona que piense y viva en el pasado no será capaz de enfocar la mente en el instante actual con el vigor necesario para cumplir sus metas.

Todo átomo de energía gastado en lo que ya no tiene remedio, no sólo se desperdicia, sino que dificulta los éxitos futuros que podrían remediar los errores cometidos. Olvida los infortunios, por mucho que te hayan herido y humillado; limpia de errores tu mente y toma la decisión de mejorar de conducta de ahora en adelante.

Nada más insensato y perjudicial que desmejorar y enviciar la labor del día con los rezagos del pasado, con las imágenes negativas y las experiencias fallidas del ayer. Muchas personas, hasta ahora fracasadas, lograrían maravillas en el porvenir con sólo olvidar el pasado, cerrarle la puerta para siempre y empezar de nuevo".

Dr. Camilo Cruz

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