miércoles, 1 de julio de 2009

¿La salud y la ley de la atracción?


Es increíble que tan pocas personas sean concientes de la manera como su mente influye sobre su salud. Nuestra manera de pensar y nuestra actitud ejercen una enorme influencia en nuestra salud mental y física. Es claro que, como lo afirma la ley de la atracción, el nivel de salud que cada uno de nosotros experimenta responde en gran medida a sus pensamientos dominantes. Tanto así que, curiosamente, las personas que viven con mayor temor a las enfermedades son quienes más rápido parecen contraerlas.

Sin embargo, muchas conjeturas se han hecho en lo referente a la ley de la atracción y la creación de un estado de salud óptimo. Se le han atribuido poderes casi sobrenaturales que pueden, potencialmente, poner en peligro la vida de muchas personas, mientras que lo verdaderamente importante -y verificable- ha sido casi completamente ignorado. ¿Existe una relación directa entre nuestra manera de pensar y nuestra salud física que nos permita asegurar que cada uno de nosotros es responsable por el nivel de salud que experimenta? ¿Dónde termina la realidad y comienza la ficción?

Sabemos que el corazón y el cerebro son los dos órganos más importantes del cuerpo humano. Una pérdida de funcionalidad del cerebro produce la muerte. Dentro de las muchas funciones del cerebro, se encuentra el mantenimiento y mejoramiento constante de la salud mental y física del individuo. Para ello, el cerebro causa la segregación de sustancias como las endorfinas, que actúan como analgésicos naturales, las gammaglobulinas que fortifican el sistema inmune, y las interferonas que se encargan de combatir las infecciones, los virus y ciertas formas de cáncer.

Un creciente número de estudios ha podido establecer que la producción de estas sustancias está influenciada en parte por los pensamientos, estados emocionales, actitudes y expectativas de la persona. Si la actitud de una persona afectada por una enfermedad es pesimista y no tiene expectativas de que su estado de salud mejore, es posible que su cerebro no produzca los niveles necesarios de las sustancias antes mencionadas para qué el cuerpo comience a recuperarse.

Diversos estudios y casos médicos han logrado demostrar esta relación existente entre nuestros pensamientos y nuestra salud física y mental. En general, se ha podido observar que los pensamientos negativos y destructivos suelen manifestarse en males y afecciones del cuerpo como úlceras, trastornos cardiacos, hipertensión, artritis, males de la piel, problemas digestivos, migrañas y otras enfermedades. De igual manera, se ha logrado establecer que los pensamientos hostiles y de enojo aceleran los latidos del corazón y suben la presión arterial, mientras que la ira, el resentimiento y la tristeza debilitan el sistema inmunológico del cuerpo.

Estas actitudes y emociones negativas activan mecanismos bioquímicos, a nivel del cerebro -específicamente el hipotálamo, la hipófisis y las glándulas suprarrenales- que conllevan a una supresión o disminución de la respuesta del sistema inmunológico, haciendo entonces posible la aparición de las enfermedades.

Un ejemplo de esta relación entre nuestros pensamientos y emociones y el funcionamiento del sistema inmunológico es la influencia de las hormonas que se liberan con el estrés. Se ha visto que las catecolaminas y el cortisol, entre otras, obstaculizan la función de las células inmunológicas. Basado en esto, se ha establecido la hipótesis de que el estrés y otras emociones negativas, como la ansiedad y la depresión, podrían ser la causa de ciertas enfermedades. Aunque las investigaciones no han arrojado datos clínicos suficientes como para establecer una relación causa-efecto definitiva, se reconoce que, estas emociones, afectan la vulnerabilidad de las personas a contraer enfermedades.

Ahora bien, si el sistema nervioso central y las emociones, actitudes y creencias que se encuentran en nuestra mente, pueden influir tan directamente sobre el sistema inmunológico, debe ser posible entonces restablecer el funcionamiento óptimo del sistema inmune modificando nuestras creencias y emociones negativas.

Los mismos estudios citados anteriormente señalan que, efectivamente, los pensamientos positivos, como el entusiasmo, la esperanza y la tranquilidad, producen un flujo de neurotransmisores y hormonas en el sistema nervioso central que estimula, provee energía al cuerpo y fortalece el sistema inmunológico,. De hecho, varias investigaciones han señalado que las personas optimistas sufren de menos infecciones y enfermedades crónicas que las pesimistas.

En conclusión, con nuestros malos hábitos -los cuales han sido siempre el resultado de nuestros pensamientos dominantes- nosotros mismos nos hemos encargado de atraer hacia nuestra vida el nivel de salud del cual gozamos o las enfermedades que hoy nos aquejan. Esta es la primera aplicación del enunciado de la ley de la atracción en lo que respecta a la prevención de enfermedades y la creación de un estado de salud óptimo.

Otro aspecto de la ley de atracción tiene que ver con el efecto de nuestros pensamientos en el proceso curativo y de recuperación del organismo frente a la enfermedad. Hay una amplia evidencia de la efectividad de un gran número de terapias basadas en la relación mente-cuerpo, cuya aplicación tiene altos beneficios emocionales y fisiológicos para la recuperación de diversas enfermedades, que van desde el cáncer, hasta los males cardiovasculares, pasando por el dolor, el estrés, la depresión y el SIDA.

Es importante aclarar que, a pesar de todos los beneficios enunciados anteriormente, no hay estudios médicos o científicos concluyentes que sugieran que el pensamiento positivo, la visualización o la autosugestión, por si solos, puedan reemplazar el tratamiento médico, las intervenciones quirúrgicas o el uso de medicamentos para el tratamiento de enfermedades.

Lo que si es claro es que muchos estudios conducidos por prestigiosas universidades, hospitales e instituciones como el instituto nacional de salud de los Estados Unidos, han logrado documentar un gran número de casos médicos que evidencian los extraordinarios efectos del pensamiento positivo y el optimismo en procesos postoperatorios. En general, se ha podido observar que los pacientes optimistas se recuperan más rápido de las operaciones cardiacas y logran manejar mucho mejor los efectos secundarios asociados con el tratamiento de diversos tipos de cáncer.

Todos estos estudios y casos clínicos han dado inicio al campo de la Psiconeuroinmunología (PNI), la cual se dedica al estudio de los mecanismos de interacción y comunicación entre la mente y los tres sistemas responsables de mantener la homeóstasis o equilibrio fisiológico del organismo: el sistema nervioso, el inmune y el endocrino. Los resultados de estas investigaciones están siendo utilizados en programas médicos de un gran número de universidades, entre las que se encuentran las de Harvard y Stanfórd.

Entre los mecanismos sugeridos para causar un estado mental que promueva una salud óptima se encuentran el uso de las afirmaciones positivas, la eliminación del dialogo negativo, la visualización y la creación de imágenes mentales que muestren un cuerpo saludable, libre de dolor y en proceso de recuperación. De acuerdo con la doctora Jeanne Achterberg, presidenta de la Asociación de Psicología Transpersonal, la visualización es una poderosa herramienta en el proceso de recuperación del organismo. Utilizada conjuntamente con terapias convencionales aumenta la efectividad de muchos tratamientos médicos, y reduce los efectos secundarios asociados con procesos como la quimioterapia y la radiación, utilizados en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.

Es indudable la influencia que nuestros pensamientos y emociones tienen sobre nuestra salud. Tal como lo manifiesta la ley de la atracción, nuestro cuerpo responde a la manera como pensamos, sentimos y actuamos. Cada día, la comunidad médica aprende más acerca de los diferentes procesos mediante los cuales la mente y el cuerpo trabajan juntos para alcanzar un estado de salud óptimo y recuperarse de las enfermedades. Sin embargo, ésta no es una idea nueva; por más de cuatro mil años las culturas orientales han estudiado el equilibrio de la mente y el cuerpo y los poderes autocurativos que esta relación genera.

Si algo nos enseña la ley de la atracción en lo que respecta a este poder autocurativo es a no vernos como seres enfermos que queremos sanar, sino como seres sanos que buscamos combatir la enfermedad que pueda estar afectando nuestro organismo.

Dr. Camilo Cruz

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