domingo, 7 de junio de 2009

Una Mujer


Mi búsqueda no es algo fácil.

En mi paso por este mundo he conocido toda clase de personas, de todas las condiciones sociales; pero a fin de cuentas sólo se ha tratado de gente, y lo que yo busco es: ¡Una Mujer!

Pero una Mujer que no sea una muñequita de aparador, ni la rosa candorosa e ingenua. Tampoco que sea la hermosura mercenaria, ni la madre sumisa y abnegada o la esclava del hogar. Busco una Mujer que se atreva a ser ella misma con todas sus potencialidades.

Una mujer que no tema ser fuerte, segura e independiente, porque con ello no pierde su feminidad y, en cambio, toma el lugar que le corresponde en la evolución de la pareja humana.

Una Mujer dispuesta a descubrir y a desarrollar todos sus valores y potencial, porque los hombres no maduramos emocionalmente jamás si tenemos compañeras, madres o hermanas que han dado poca importancia al crecimiento como personas. La evolución supone un crecimiento compartido.

Una Mujer que me descargue de todo el peso de un amor no entregado, porque nunca antes alguien lo había recibido por completo.

Una Mujer que me ayude a verme como soy, no como creo que soy. Que tenga tacto al decirme mis defectos en el momento en que soy más receptivo, para que digiera la crítica constructiva y pueda así, florecer como persona.

Una Mujer que sea tierna, sin que pierda firmeza; seria sin llegar a ser solemne; deseosa de superar sin sentirse superior, dulce, sin ser melosa, y con la frescura de una niña, sin caer en lo pueril.

Una Mujer que sea mi compañera en todo: desde tender la cama juntos, hasta adentrarnos en una aventura intelectual, pasando por la experiencia de trabajar hombro a hombro y recorrer un parque en bicicleta.

Una Mujer que no se alarme si alguna vez me ve llorar (quiero recuperar esa capacidad de expresión reprimida por el machismo) y que me aliente a “darme permiso” de ser débil y a pedir ayuda a pesar de ser el hombre fuerte.

Una Mujer que descubra lo que le gusta en la vida, y que se esfuerce por averiguar lo que quiere realmente de la misma, teniendo el valor de pagar el precio de sus más grandes anhelos.

Una Mujer que no se deje utilizar y que nunca manipule a otro ser humano, incluyendo a su pareja, pues no tiene objeto caer en una simbiosis destructiva, cuando existe la alternativa luminosa de un enriquecimiento recíproco.

Una Mujer que sepa que el hombre está llamado a ser el más elevado de los seres vivientes; pero que ella, como mujer, fue concebida como la más sublime de las creaciones del universo.

Cuando la encuentre, la amaré intensamente.

-- Rafael Martín del Campo, en Canto a la Vida.

1 comentario:

  1. Me dejas sin palabras.. y, agradezco haber leído las tuyas.

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