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jueves, 17 de septiembre de 2009
LAS LEYES HERMETICAS
Hace mucho tiempo ya, y sin saber exactamente cuándo, surgió en Egipto un gran maestro, o maestro entre los maestros al que llamaron “tres veces grande”. Considerado un dios entre ellos le dieron el nombre de Tot, al que los griegos terminaron llamando Hermes. Es así como nos ha venido hasta hoy en día su nombre y todo su conocimiento.
Su doctrina se conoce como Doctrina Hermética y se vio reflejada en su libro más importante, El Kybalion. Desde los tiempos más remotos han existido iniciados en ella, aunque se mantuvo en secreto. Así el conocimiento del universo estuvo exclusivamente en manos de unos iniciados o elegidos que estaban preparados para entenderlo.
La base filosófica de estas leyes radica en el dominio de las fuerzas de la mente y en la transmutación de una clase de vibraciones mentales en otras. Hoy en día ya han salido por fin a la luz sus siete leyes primordiales y son utilizadas en numerosas creencias, religiones y sectas.
Es por su importancia esotérica, por lo que hemos decidido explicártelas aquí. Así iremos relatando y comentando de una manera sencilla y directa los siete principios herméticos recogidos en el Kybalion:
“Los principios de la verdad son siete: el que comprende esto perfectamente, posee la clave mágica ante la cual todas la puertas del templo se abrirán de par en par”.
PRINCIPIO DE MENTALISMO
Este Principio encierra la verdad de que todo es mente. Explica que el todo, que es la realidad substancial que se oculta detrás de todas las manifestaciones y apariencias que conocemos con el nombre de "universo material", "fenómenos de la vida", "materia", "energía", etc., en pocas palabras: todo cuanto es sensible a nuestros sentidos materiales, es espíritu, quien en sí mismo es incognoscible e indefinible, pero que puede ser considerado como una mente infinita, universal y viviente. Explica también que todo el mundo fenomenal o universo es una creación mental del TODO, en cuya mente vivimos y nos movemos, tenemos nuestro ser. Este Principio, al establecer la naturaleza mental del universo, explica fácilmente los varios fenómenos mentales y psíquicos que tanto han preocupado a la humanidad y que sin tal explicación no son comprensibles y, además, desafían toda hipótesis científica.
La comprensión de este principio hermético habilita al individuo a conocer y realizar la ley que rige el universo mental y, de este modo, aplicarlo para su bienestar y desarrollo. El estudiante de metafísica puede emplear conscientemente las grandes leyes mentales, en vez de usarlas por casualidad o ser usado por ellas. Con la clave maestra en su poder, el discípulo puede abrir las puertas del templo del conocimiento mental y psíquico y entrar en él libre e inteligentemente.
Este Principio explica la verdadera naturaleza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo y el por qué todas están subordinadas al dominio de la mente. Uno de los antiguos Maestros escribió hace ya mucho tiempo: "El que comprenda la Verdad de que el universo es mental, está muy avanzado en el sendero del adepto". Y estas palabras son tan ciertas hoy, como cuando fueron escritas. Sin esta llave maestra el adeptado es imposible y, por ello, el estudiante que no la posea, llamará en vano a la puerta del Templo.
Por ejemplo, cuando pensamos, de nosotros emana una corriente magnética semejante hasta cierto punto a un rayo de luz hasta el alma de las demás personas ejerciendo sobre ellas influencia, aún así los individuos estén separados por largas distancias.
Un pensamiento fuertemente proyectado vencerá por su gran potencia la resistencia que instintivamente oponen muchas almas a las impresiones que les vienen de afuera. Pensamientos intensos y repetidamente proyectados en la misma dirección, acabarían por penetrar donde una sola onda fuera repelida. Los pensamientos ajenos ejercen sobre nosotros una influencia mucho mayor de lo que podemos suponer.
Debemos saber que los pensamientos son cosas, vale decir, tiene cuerpo, tienen masa, al salir de nuestro cuerpo mental adquieren vida, personalidad, son una entidad que entra a funcionar según la dirección que le hemos dado, con el color y la tonalidad que le hemos adjudicado en el momento de emitirlo. Así como un microscopio nos pone en contacto con todo un mundo invisible para nuestra vista normal, un mundo insospechado para el hombre sin estudios; así mismo podría inventarse en el futuro un aparato que vea y hasta fotografíe la forma y color de nuestros pensamientos.
Nosotros, metafísicamente, dividimos los pensamientos en dos clases: positivos y negativos:
Los pensamientos positivos siembran en nuestro subconsciente un semillero maravilloso y esas vibraciones luminosas que salen de nuestro cuerpo mental van a tocar las mentes del prójimo, estimulándolas en el sentido positivo. Es muy importante saber que con la mente gobernamos las células de nuestro cuerpo. El cuerpo físico manifiesta salud, belleza y energía, que es lo que ocurre en nuestro cuerpo mental, como si fuera un espejo.
Los pensamientos negativos, por el contrario, son opacos, de bajas y sombrías tonalidades, afectan adversamente a todos los que los reciben y a quienes los emiten. Contribuyen a rodear al individuo de una atmósfera siniestra, pesada, que entorpece y restringe su evolución ascensional en todo orden, lo vuelve una persona desagradable, antipática, indeseable, da a su fisonomía una expresión amarga que lo afea, aleja de sí los afectos, lo hacen un neurasténico crónico, porque crea lo que llamamos un egregor negativo, un ente con vida, que le pertenece y se hace su inseparable compañero; que trata de tentarlo sembrándole cada vez más pensamientos depresivos que lo van enervando. Esto es, evidentemente, lo que ocurre con este tipo de pensamientos.
Tal como piensas, así eres. El que llena su vida de pensamientos enérgicos, muestra energía en ella. El que nutre su vida de pensamientos generosos, será generoso. El que piensa con valor, manifestará valor. Tanto el valor como el miedo son actitudes mentales. Por eso es que se dice que somos los arquitectos de nuestra propia estructura. La mente crea, tiene el poder creador, allí se manifiesta la Presencia Divina en nosotros, como Inteligencia Creadora. De aquí este axioma metafísico que afirma todo es mente, lo que piensas se manifiesta.
Vivimos en un universo mental creado por el Omnisciente. Todo lo que el hombre va descubriendo y trayendo a la manifestación, ya existe en potencia en la mente divina. Ningún individuo "inventó" nunca nada, hay sólo un gran inventor, sólo un gran Creador, Dios Omnisciente. Él pensó el universo y al descargar esa energía, la energía, que es materia, tomó forma. El ser humano, como hijo de Dios, hecho a su imagen y semejanza, también es creador en su mente, pero el hombre recibe las ideas por infusión divina, esto es: Dios le envía un rayo de luz cuya fuerza estimula en el hombre la función de pensar. Respetando, no obstante, el libre albedrío.
El ser humano tiene una mente inquisitorial, siempre anda buscando, tratando de descubrir algo, usa el razonamiento y, por medio de éste, bien dirigido, ha obtenido cosas grandes e importantes. Somos colaboradores con nuestro Dios Padre-Madre, sintonizando nuestras mentes en amor y bien, ya que amor e inteligencia son los componentes de la sabiduría. La sabiduría no se equivoca nunca, jamás trabaja para el mal. La mente sola es fría, analítica, usada sin amor es un arma de doble filo, puede orientarse hacia el bien o hacia el mal. Orientada buscando el bien, nos ha dado confort, adelantos científicos como la medicina moderna que intenta aliviar los dolores de la humanidad, grandes progresos tecnológicos de todo tipo, como esta misma página computacional que nos mantiene unidos a tanta distancia, etc. Su orientación al mal, en cambio, nos ha llevado a guerras, bombas atómicas, ojivas nucleares diseminadas por el planeta, uso de armas químicas, etc. Estando en posesión de este conocimiento, tenemos la libertad que Dios nos ha otorgado, de orientar nuestros pensamientos en forma positiva o negativa. Lo que sembremos, eso cosecharemos. No es difícil la elección. La mente contribuye al éxito del individuo o a su fracaso. La fe es también una actitud mental. La mente lo maneja todo.
Alergias nerviosas, alta tensión, afecciones cardiacas o hepáticas, insomnio, cáncer, infinidad de malestares, son producidos por pensamientos negativos, temor, ambición, envidia, resentimiento, complejos, tristeza, fracaso. Esa es la cosecha de una mente no positiva.
Por el contrario, una mente positiva estimula al individuo abriéndole las puertas del éxito. Quien tiene confianza en sí mismo, llega donde se propone, si busca el camino inteligentemente actuando con fe, entusiasmo y bondad.
PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA
Este Principio encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida, y el antiquísimo axioma esotérico se refiere precisamente a esto y afirma: Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba. La comprensión de este Principio da una clave para resolver muchos de los más obscuros problemas y paradojas de los misteriosos secretos de la Naturaleza. Hay muchos planos que no conocemos, pero cuando aplicamos esta Ley de Correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra manera nos sería incomprensible, se hace claro a nuestra conciencia. Este principio es de aplicación universal en los diversos planos, ya que es una Ley Universal. Los antiguos metafísicos consideraban este Principio como uno de los grandes auxiliares de la mente, por cuyo intermedio se puede descorrer el velo que oculta lo desconocido a nuestra vista. De igual manera, que los principios de la geometría habilitan al ser humano para poder medir el diámetro, órbita y movimiento de las más lejanas estrellas, mientras permanece sentado, trabajando en su observatorio, así también, el conocimiento del Principio de Correspondencia habilita al hombre a razonar inteligentemente de lo conocido a lo desconocido.
Esta Ley funciona de una forma tan exacta que nada nos da ni se nos quita sino nos corresponde por derecho de conciencia. Si nosotros pensamos mal de alguien, estamos sembrando en la mente de ese alguien y en las mentes de muchos, idénticos pensamientos malévolos con respecto a nosotros. Por eso suele decirse que la simpatía o antipatía que se genera entre las personas es mutua. Igualmente sucede con la desconfianza, el miedo, etc., y es que la palabra correspondencia significa exactamente eso: co-responder, es decir, tú mandas y te responden. Si mandas negativo, negativo te responden; si mandas positivo, en positivo recibes. Si eres inteligente, ya sabes qué te conviene; piensa bien de todo el mundo, habla bien de todo el mundo, actúa bien con todos y recibirás lo mismo a cambio.
Es en la Ley de Correspondencia que está basada la Ley del Talión que nos entregó Moisés, el gran legislador del pueblo hebreo, en cuyo decálogo están basados todos los códigos del mundo, aun hoy, en el siglo XXI.
«El que a hierro mata, a hierro muere», «ojo por ojo, diente por diente», dijo Moisés. Más tarde, el Amado Maestro Jesús, también nacido en la raza judía, nos enseñó: «No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti». Aquello que haces bien o mal, tarde o temprano se te devolverá, construyamos un mundo feliz para todos. Recuerda que la base de todo lo existente es la mente. En el futuro, sembremos actos y pensamientos generosos que nos hagan felices a nosotros y a los demás. Miremos a todos con los ojos de Cristo que jamás vio nada feo en nada, ni en nadie, sino que todo lo encontró hermoso y bueno, y tuvo palabras de perdón y consuelo para todo y para todos, porque supo comprender.
LEY DE VIBRACION
La Ley de Vibración es una de las más bellas e interesantes leyes que rigen nuestro universo. Se basa en el enunciado siguiente: Nada está inmóvil, todo vibra. Este Principio enseña la Verdad de que todo está en perpetuo movimiento y que nada permanece estático; ambas afirmaciones ya están confirmadas por la ciencia moderna.
Este Principio Hermético fue dado a conocer hace unos cuantos miles de años atrás por los maestros del antiguo Egipto.
Explica que las diferentes manifestaciones de la materia, de la mente, de la fuerza y aun del espíritu (que no son otra cosa que diferentes grados vibratorios). Desde el todo hasta la materia más baja están en vibración. Así es como la vibración del espíritu es de una intensidad infinita, tanto que podría considerarse como que está en reposo total. En el otro extremo de la escala, hay formas de materia densísima que, igualmente, parecieran estar en reposo.
De ahí el aforismo que dice: Los extremos se tocan. Desde el corpúsculo pasando por un electrón, el átomo, la molécula, hasta el astro y los universos, todo se encuentra en perpetua vibración. De allí que una comprensión exacta de este Principio habilita al estudiante para controlar sus propias vibraciones mentales.
Los Maestros emplean este Principio para conquistar los fenómenos naturales. Quien comprende el Principio de Vibración, ha alcanzado el Cetro de Poder.
Cada persona o cosa posee su determinada rata vibratoria. En el campo espiritual, la vibración se manifiesta en zigzag. Toda materia, obedeciendo a la Ley de Vibración, ejecuta dos movimientos rotatorios: uno, en el cual gira sobre sí misma: atrayendo todo hacia su centro (fuerza centrípeta) y otro, en el cual rota alrededor de algo irradiando hacia fuera, alejándose de su centro (fuerza centrífuga). Nosotros, por Ley de Vibración, atraemos algo o alguien hacia nosotros y, por ello, estamos usando consciente o inconscientemente la energía llamada magnetismo; somos un imán, estamos jalando hacia nosotros, hacia nuestro centro, las vibraciones. Al mismo tiempo, y por la misma Ley de Vibración, también irradiamos desde nosotros hacia fuera.
El que sólo usa la vibración centrípeta y todo lo pretende atraer hacia él, hacia su centro, es un egoista y tiene una rata vibratoria baja, es un centro estacionario que no evoluciona, porque la evolución siempre es sinónimo de servicio. En cambio, el que usa la Ley de Vibración en forma centrífuga, vale decir, que irradia algo hacia fuera (presta un servicio), camina, avanza en el sendero espiritual.
Debemos usar los dos movimientos, al igual como lo hacen los planetas, comenzaremos centrando nuestra atención en nosotros, aseando, embelleciendo, alimentando nuestro cuerpo físico, emocional y mental.
El metafísico debe polarizar el ambiente, llevando siempre su mente al estado positivo.
El pensamiento positivo vibra en alta frecuencia, sus colores son claros, brillantes y luminosos. El pensamiento negativo, en cambio, vibra lentamente y sus colores son opacos.
El hermetismo enseña que el movimiento vibratorio de la luz, el calor, el magnetismo, la cohesión, es el principio de atracción molecular que llamamos comúnmente, amor.
Los estados de ánimo vibran y lanzan sonidos y colores al espacio. Todos los estados mentales son lanzados al exterior a partir del cuerpo que los crea y van golpeando cuerpos afines como lo hacen las vibraciones emitidas por instrumentos musicales y, por ende, estas vibraciones afectan a otras mentes, para bien o para mal.
En cambio, los pensamientos generosos de fraternidad, ideas respecto de Dios y de los Maestros de Sabiduría, nos llevan a vibraciones de un alto nivel y tienen el poder de elevar de plano cualquier vibración negativa, pudiendo curar enfermedades, resolver problemas, etc.
Sentimiento y mente forman el alma, a base de lo que llamamos personalidad. Cada quien adquiere y es una cifra vibratoria y actúa siempre bajo esa ecuación.
La vibración, conocida como emoción estética, es una de las formas más corrientes por medio de las cuales un individuo puede pasar de un estado de conciencia negativo a otro positivo. Esto se produce al ponerse en contacto con la belleza, en cualquiera de sus formas: un bello paisaje, una pintura, una poesía, la bella imagen de una madre y su hijo, etc.
Ya conocemos el Principio de Vibración, ahora debemos aplicarlo para tener siempre una alta vibración y pensamientos bellos y bondadosos.
LEY DE POLARIDAD
Esta Ley explica que lo que separa diametralmente cosas opuestas es sólo cuestión de grados de la misma y afirma que todo par de opuestos, puede reconciliarse en el conocimiento y uso de esta Ley.
Este Principio afirma que todo tiene su par de opuestos, sus dos polos, como el calor y el frío, el mal y el bien, lo negro y lo blanco. Esta Ley nos hace comprender que son una misma cosa, separada sólo por una cuestión de grados.
Cuando se afirma que toda verdad es relativa, es porque se trata de una verdad a medias, donde nada es definitivo. Cuando aparentemente hay oscuridad, poco a poco penetra la luz y surge la penumbra hasta seguir ascendiendo de grado y llegar a la claridad. De manera tal, que todo es susceptible de ser transformado.
Siempre dentro del átomo hay un centro que es luz, aunque no sea perceptible a nuestros ojos. Todo está en grados vibratorios tan sutiles, que no podemos darnos cuenta cómo cambia aquellos de un polo a otro, diametralmente opuesto, por transmutación.
Debemos recordar que espíritu y materia son polos de una misma cosa, con estados intermedios o planos en diferentes grados vibratorios.
La práctica de este Principio nos da la facilidad de comprender mejor nuestros estados mentales, así como los de los demás.
Para el poder espiritual no hay fronteras; si logras conectar tu mente en la corriente universal de vida, que es Dios actuando como Vida; esta vida será indestructible. Sólo debes evitar cerrarle el paso con miedos, temores, afirmaciones negativas, falta de fe, etc. Tanto el polo positivo, como el negativo, actúan bajo una misma energía: Dios. Todo es de Él, en todo está Él, por eso se le llama EL TODO. Tú tienes libertad para usar esa energía en el polo que elijas, he ahí tu libre albedrío, contra el que nada tiene poder, sólo tú al escoger.
Al polo positivo, pertenece la sonrisa; al negativo, el ceño fruncido. Cambia tu ceño fruncido por una sonrisa y bendice el bien presente en cada cosa y situación.
LA LEY DEL RITMO
Este principio encierra la verdad de que todo se manifiesta y se presenta en un determinado movimiento de ida y vuelta; un flujo y reflujo, una oscilación de péndulo entre los dos polos, que existen de acuerdo con el principio de polaridad, descrito en clases anteriores. Hay siempre una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un descenso.
Esta Ley lo rige todo: soles, mundos, animales, mente, energía, materia. Se manifiesta tanto en la creación como en la destrucción de los mundos, en el progreso como en la decadencia de las naciones, en todas las cosas. También en los estados mentales del ser humano y, respecto de esto último, ya sabemos que es lo más importante.
No se puede anular el Principio o impedir que opere, pero los metafísicos hemos aprendido a eludir sus efectos hasta un cierto grado, grado que depende del dominio que de dicha ley tengamos. Sabemos cómo usarla, en vez de ser usados por ella, empleamos la ley mental de neutralización. Así es como adeptos e iniciados son capaces de polarizarse en sí mismos, en el punto donde desean quedarse, neutralizando la oscilación rítmica pendular que tendería a arrastrarlos hasta el otro polo.
Todos los que han adquirido cierto grado de dominio sobre sí mismos, ejecutan esto hasta cierto punto, en forma consciente o inconsciente; sin embargo, el Maestro lo efectúa conscientemente y por el solo poder de su voluntad, alcanza un grado tal de estabilidad y firmeza mental casi imposible de concebir por la inmensa masa humana que va y viene en un continuado movimiento ondulatorio, impulsada por el Principio de Ritmo.
Este Principio, así como el de Polaridad, han sido cuidadosamente estudiados por los metafísicos de todos los tiempos, y los métodos para contrabalancearlos, neutralizarlos y emplearlos, forman una de las partes más importantes de la alquimia mental metafísica.
Aventurémonos en el mar de las analogías para sentir en la piel este Principio hermético e internalizar su esencia.
Ejemplos de ritmo son innumerables: las mareas, las estaciones del año, el latido del corazón, en fin, es ese eterno ir y venir, el tic-tac acompasado que oscila entre los polos establecidos por la polaridad.
Los Maestros herméticos saben que la mente tiene dos aspectos o planos generales de conciencia: uno superior y otro inferior. La Alquimia mental o Transmutación significa elevarse al plano mental superior y permanecer en él para así escapar a la oscilación del péndulo rítmico. En otras palabras, polarizar el sentir y el pensar y llevarlos a la conciencia superior, permaneciendo allí para, de este modo, escapar al "bajón" que se espera cuando el ritmo se manifieste hacia el polo negativo. Como la Ley del Ritmo funciona siempre, debemos saber que se manifestará en el inconsciente, de manera tal, que no nos dañará el consciente, ya que no se verá afectado. Esta es la llamada Ley de Neutralización, algo así como saltar por encima de aquello que viene en contra de nosotros y dejarlo pasar por abajo. Es elevar la conciencia por sobre el nivel inconsciente para no vernos afectados. El estudiante de metafísica, usando la Ley de Polaridad, se polariza en el polo positivo y rehusa, no acepta que el movimiento hacia lo negativo tenga influencia sobre él.
Las personas que logran destreza en manejar la Ley de Ritmo, no se dejan manipular por alzas o bajas en los sentimientos o en cualquier aspecto de su vida.
Basta tan sólo pensar en nuestra vida para darnos cuenta cómo nos ha afectado, cómo a períodos de entusiasmo inusitado han seguido otros de depresión, son las mareas de nuestras emociones, que se elevan y caen llevadas por la Ley de Ritmo.
Otro hecho importante relativo a esta Ley es la compensación, el equilibro, el balance, por lo que la oscilación en un sentido u otro tendrá, por así decirlo, la misma medida. Así, cuando la oscilación pierde fuerza, la pierde equilibradamente en ambos sentidos. Las mareas, las estaciones del año, todo obedece a esta Ley, es una constante física que el metafísico la hace extensiva a los planos emocional y mental.
Por lo tanto, en los ciclos bajos, decreta serenidad y tranquilidad y deja que la situación quede en manos de Dios. Piensa que si hoy te sientes perjudicado, Dios, por el otro lado de la oscilación, te está compensando en igual medida. Mantente firme en la cresta de la ola y sé feliz, porque la luz de Dios nunca falla.
LA LEY DE CAUSA Y EFECTO
Este Principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo sucede conforme a la Ley. La suerte es una palabra vana, ya que nada escapa a la Ley. Las muchedumbres se dejan arrastrar, llevadas por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos son superiores a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples causas externas empujan al ser humano común a ser actores autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus características, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, convirtiéndose de esta manera en dirigentes, en vez de dirigidos. Ayudan a las masas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos manipulados por él. Los maestros obedecen a la causación de los planos superiores al que se encuentran y prestan simultáneamente su colaboración para regular y regir en su propio plano. He aquí el secreto que intentaremos dilucidar.
Reflexionemos sobre la siguiente afirmación que se deriva de la Ley de Causa y Efecto: Toda causa origina un efecto. Este efecto, consecuencia o reacción, se transforma, a su vez, en causa que produce otro efecto y bajo esta Ley se desarrolla y funciona el universo.
Ante esto, obviamente, debemos señalar que la primera causa es Dios y luego, su efecto es la Creación, así sucesivamente, hasta llegar a nosotros mismos con nuestras propias causas y efectos.
Haciendo de esta Ley, el ser humano estudia la materia y las leyes que la dominan.
Dios, en Metafísica, es EL TODO y nosotros, somos EL TODO DENTRO DEL TODO, a nuestra vez. Dios es el Todo porque, antes de la creación de su universo, este universo ya existía en la potencialidad , dentro de él. Nosotros, y con nosotros todas las demás cosas que existen estábamos en potencia dentro de la mente divina. Formábamos un todo con él y en él.
Decimos que nuestro universo es causal porque, siendo un efecto, bajo el imperio de esta Ley se vuelve causa de posteriores efectos y es así como concatenadamente se desarrolla la vida, los sucesos y el escenario donde nos movemos. Es bajo esta Ley de Causa y Efecto como se forja nuestra individualidad física, emocional, mental y anímica.
Señalamos anteriormente, que los Maestros obedecen a las causas de los planos superiores a aquel en cual se encuentran, y que lo hacen con inteligencia y sabiduría, prestando su colaboración para regirse en su propio plano. Esto es lo que debemos hacer nosotros, que también estamos bajo el dominio de la Ley Cósmica, prestando nuestra colaboración para que el Plan Divino se cumpla.
Por eso, cuando algo negativo está ocurriendo en nuestras vidas, debemos estudiar la causa que está produciendo dicho efecto, encontrada la raíz del mal, se extirpa y el mal desaparece. Este ejemplo sirve tanto para lo físico, emocional, mental, como para lo social y lo material. Si tus negocios no van bien, si tu provisión no es suficiente, si nadie te quiere, si te sientes infeliz, si tu hogar es un desastre, estudia la causa, arréglala y el efecto desaparecerá. Ten presente todos los días de tu vida la siguiente afirmación: Siembra causas positivas y cosecharás efectos positivos.
Las leyes son inmutables, se cumplen inexorablemente, funcionan en todo y dentro del todo. Un examen cuidadoso demostrará que lo que llamamos casualidad, es sólo una expresión concerniente a causas desconocidas, no descubiertas o no buscadas. Nada, ni los juegos de azar, ni la suerte, ni la fortuna, escapan a la Ley. De la posición de los dados, de la fuerza con que se tiran, de la superficie, etc., depende el resultado que arrojen. Lo mismo ocurre con las balotas en una tómbola de la lotería o cualquier otro juego. Si volvieran a repetirse las exactas mismas condiciones, el resultado no variará jamás.
Todo pensamiento generado en nuestra mente, todo acto realizado, tiene sus resultados directos o indirectos que se eslabonan coordinadamente en la cadena de causas y efectos. Derivamos entonces a las siguientes reflexiones o interrogantes: ¿Tenemos libre albedrío u obedecemos a un destino predeterminado?
La verdad, es que ocurren ambas cosas simultáneamente, aunque es en este momento cuando tenemos que tener presente la Ley de Polaridad para darnos cuenta que las dos interrogantes anteriores son semiverdades. Con gran certeza podemos afirmar que el ser humano es, a la vez, libre y prisionero de sus necesidades, dependiendo todo de la altura de la verdad desde la cual se examine el asunto. Los seres humanos en su mayoría son más o menos esclavos de la herencia, del medio ambiente y manifiestan muy poca libertad, ya que continuamente se ven arrastrados por opiniones, costumbres y pensamientos del mundo externo, así como también por sus sentimientos, emociones, pasiones, etc., no manifiestan, por lo tanto, el menor dominio ni gobierno de sí mismos. No obstante, el conocimiento y uso de las leyes herméticas aporta las herramientas necesarias para elevarse por sobre las circunstancias y ser verdaderamente libres.
En los momentos actuales, se han verificado enormes progresos, avances científicos y tecnológicos; sin embargo, éstos no han reportado felicidad alguna al corazón humano, más aún, es posible aventurarse al afirmar que tanto avance en el dominio de las leyes físicas que rigen la vida en estos planos de manifestación, ha traído mayor sufrimiento a la humanidad.
Entonces, cabe preguntarnos: ¿es negativo para la humanidad tanto progreso? Indudablemente, negarnos al progreso sería un error. En cambio, es correcto afirmar que ocupamos solo esos avances sin un desarrollo ético y espiritual en la comprensión de la vida.
Por lo tanto, debemos internalizar las leyes, los principios que rigen tanto al macro como al micro cosmos y, en este caso particular, comprender la Ley de Causa y Efecto, para luego aprender cómo es posible, en nombre de Cristo, levantarse en las adversidades. Cristo significa enviado de Dios, portador de la Verdad, Mesías. Reconocer que cada persona es un Cristo, que tiene en su corazón un Cristo Interno, produce una inmediata mejoría en ese ser. Por eso, cuando veamos apariencias de dificultades en alguien, reconozcamos y saludemos al Cristo Interno de ese ser y pidámosle que tome el mando y el control de su vida, para que manifieste la perfección de la obra creadora de Dios.
El ser humano ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios y, por lo tanto, puede traspasar los dominios de las leyes del plano físico e, incluso, las del plano mental, para acceder a los planos espirituales. Vale decir (y aquí llegamos al verdadero libre albedrío), puede optar entre confinarse a las regiones limitadas de los planos físico, astral, emocional y mental o bien elevarse, por medio de la oración, la meditación y el servicio al reino del espíritu, al Cristo y liberarse.
Evitemos, entonces, karmas negativos generando causas y efectos positivos en nuestra vida y nuestro entorno, realicemos auténticamente a nuestro Cristo Interno y produzcamos un cambio radical en nosotros mismos.
Cuando los seres humanos se dan cuenta de que son ellos mismos los que causan los males que los aquejan, las limitaciones de sus mundos, tras conocer esta verdad arden en ganas de arreglar las cosas y este anhelo sincero recibe siempre toda clase de ayuda de las esferas superiores.
Dios ama a sus hijos y quiere que siempre todas las cosas buenas lleguen a ellos. Es el propio ser humano el que siembra las causas de sus efectos. He aquí cómo construir nuestro propio futuro, sembrando en el hoy buenas causas, cosecharemos mejores efectos.
LA LEY DE GENERACION
Este Principio encierra la verdad de que la Generación se manifiesta en todo, entrando siempre en acción los Principios Masculino y Femenino de la Creación. Esta es una verdad universal que aspecta no sólo al plano físico, sino también al plano espiritual.
En el mundo físico, este Principio se manifiesta como sexo y en los planos superiores tiene formas más elevadas.
Ninguna Creación física, mental o espiritual es posible sin el concurso activo de este Principio.
La comprensión de él ilumina muchos de los problemas que tanto han confundido la mente de los hombres. Este Principio creador obra siempre en el sentido de "generar", "regenerar" y "crear".
Cada ser humano tiene en sí mismo los dos elementos de este Principio.
Si se desea conocer la filosofía de la creación, la generación y regeneración mental y espiritual, se debe utilizar este Principio metafísico - hermético, pues contiene la solución de muchos de los misterios de la vida.
Es un deber advertir que las tinieblas siempre anteceden a la luz, de modo tal que a menudo nos encontraremos con perversiones, degradaciones, mentiras encubiertas respecto del uso o, mejor aun, del mal uso que algunos practican y enseñan en relación con el Principio de Generación. Tomemos en cuenta siempre que para el puro, todas las cosas son puras y para el ruin, todas ruines.
Aclaremos, en todo caso, que el sexo no es el principio de generación, sino una manifestación de él en el Plano Físico.
Iniciemos nuestras reflexiones con el origen de todas las cosas del universo, Dios, el Absoluto, el Todo. El debe ser considerado dualmente como Dios Padre-Madre. Cuando invocamos al Dios Padre, invocamos su inteligencia, su justicia; cuando invocamos al Dios Madre, invocamos su amor, su misericordia.
Desde el macrocosmos, descendamos al microcosmos y haciendo uso de la analogía, estudiemos esta Ley en el átomo. Definimos átomo como la partícula de materia física más pequeña que el ser humano ha podido encontrar. Está constituido de un núcleo y de un número determinado de electrones, según sea el elemento. El núcleo tiene carga positiva y es el centro y los electrones, giran alrededor de él y tienen carga negativa. En este ejemplo, el núcleo es el principio activo masculino y los electrones el principio pasivo femenino.
Cada principio tiene su rol que cumplir y su quehacer es complementario al otro, ninguno de los dos tiene existencia propia, siempre debe estar presente el otro, de lo contrario, jamás se producirá creación. El rol del principio masculino es atraer, estimular, sembrar, dirigir. El rol del principio femenino es germinar, reproducir y dar forma. Ambos son incluyentes.
Algunas escuelas esotéricas utilizan para estos principios los nombres negativo y positivo, lo que es lo mismo, siendo el positivo el polo masculino, y el negativo, el femenino. Esto es correcto, pero la terminología puede inducir a error, considerando lo positivo como bueno, y lo negativo, como malo. Para comprenderlo, pensemos en una batería eléctrica. El polo negativo es el que verdaderamente produce formas y energías nuevas (no tiene nada de "negativo"). Los científicos le llaman cátodo que quiere decir en su raíz griega "recorre el camino de generación". El polo catódico o negativo -o femenino- es el principio madre de los fenómenos eléctricos y de las sutiles formas de la materia. De modo que existen razones muy poderosas para reemplazar, en el caso de esta Ley, el viejo término esotérico "negativo" , por el más propio y moderno de "femenino".
En el Plano mental, podemos apreciarlo en las llamadas "dos mentes" que desde hace un siglo y medio la psicología estudia. Consciente y subconsciente; mente voluntaria y mente involuntaria; mente activa y mente pasiva; mente concreta y mente abstracta. Es obvio que estas teorías y conocimientos tan de vanguardia en lo científico, sólo han venido a confirmar lo que los herméticos sabían hace miles de años.
El principio masculino corresponde a la mente activa, consciente, voluntaria, concreta, lógica. En tanto, el principio femenino es análogamente la mente pasiva, consciente, involuntaria, abstracta, receptiva, subjetiva.
Los estudiantes de metafísica deben experimentar estas leyes en sí mismos, internalizarse en el silencio y adentrarse en las profundidades internas del ser. La naturaleza dual también se manifiesta en él, también posee un polo femenino y otro masculino. La tendencia del principio femenino es recibir impresiones o estímulos, mientras que la tendencia del principio masculino es expresarlas. El principio femenino conduce al trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos e ideas, es lo que conocemos como imaginación. La imaginación es fértil, siempre está creando. Sin embargo sino existe el principio masculino, la parte femenina se quedaría en la divagación sin llevar nada a la práctica o manifestación.
Existen personas que tienen su parte mental masculina muy silenciosa o dormida, generalmente sucumben ante presencias más fuertes. Son aquellos que se dejan dominar, manipular o influenciar por otros, jamás saben lo que quieren, se limitan a ser serviles copias de modos ajenos.
Existen también otros seres que tienen su parte masculina muy desarrollada y domina y avasalla. Debemos tener cuidado al toparnos con ellos, pues pueden venir a sembrar ideas ajenas a nuestro ser. ¿Quién viene a depositar ideas en mí? ¿Gandhi, Buddha, Jesús o un fanático líder político o espiritual?
Aprende a no permitir que tu mente sea manipulada por otros, a menos que tu Cristo Interno te demuestre que son mentes superiores, positivas, altruistas y que sólo buscan el bien y, por ello, sus enseñanzas te son necesarias.
Estas son, pues, las siete leyes herméticas, llamadas así porque fue Hermes Trimegisto, el Tres Veces Grande, el primero en reconocerlas y enseñarlas a la humanidad. Ahora que tú también las conoces, ¡practícalas y cambia tu vida!
Fuente: NuevoSer
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ResponderEliminarGracias por mostrar el camino a las mentes en espera, en verdad estos dias han sido magnificos y enriquecedores, me iluminaste la tarde...y la vida.
ResponderEliminarROBERTO PUERTOCISNE Y CORDOBA
disavowed0101@hotmail.com
Agradezco tus palabras y me complace mucho que este articulo te haya sido de suma utilidad. :)
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