Como ya es habitual para esta época del año, el Club de los Malos ofrece un
variado menú de calamidades. Saqueos, cortes de luz, falta de agua, disturbios,
aumentos de precios, furia social, políticos desorientados, son sólo algunas de
las ofertas navideñas con las que homenajeamos a la sociedad, aprovechando
también
las bondades del clima que siempre nos acompaña con 35°C o 36°C. Nunca menos.
Para evitar padecer nuestras guachadas en carne propia, la tradicional Gala
de Entrega de los Premios Turro se llevó a cabo en un lugar alejado de los
centros conflictivos: El Calafate. Allí fueron arribando los miembros de la
institución, algunos en vuelos regulares y otros en sus propios aviones
particulares, verificándose una de las máximas del CDLM:
“Dime de qué tamaño
es tu avión privado y te diré qué clase de hijo de puta eres”.
Las delegaciones se hospedaron en los hoteles de los Kirchner, con todos los
gastos a cargo de
una nueva estrella del Club de los Malos: Chácharo Páez
(le cambiamos el nombre según su propio pedido, de puro humilde que es). La
operación de lavado y retorno de dinero que organizamos con Páez para arruinar
la imagen de la familia presidencial, también sirvió para alojar a nuestros
turros.
La ceremonia arrancó con el primer batacazo.
En la categoría Mejor Labor en Provincia, Insfrán y Alperovich eran los
favoritos. Sin embargo, el ganador fue Zamora, el ex gobernador de Santiago
del Estero, quien pretendió violar
la Constitución provincial y postularse para un
ilegal tercer mandato alegando que el primero no computaba por ser anterior a
la Reforma Constitucional
que lo habilitó para una única reelección (lo mismo intentó Menem en el 99). Al
frustrar
la Corte
Suprema la maniobra, no tuvo mejor idea que candidatear a su
esposa. Lo mejor del asunto es que ella ganó, por lo que la continuidad de la
truchada de gobernar en pareja y pasarse el poder entre parientes quedó
garantizada.
El premio a
la Mejor
Labor en Ciudad fue compartido entre l
os guachos de las
empresas que hacen reparaciones en la calle y el equipo de turros del Gobierno
de la Ciudad,
que permite que esas empresas “protejan” las obras con corralitos de madera de
cajón de manzana, sin indicaciones y sin iluminar para que los automovilistas
se los lleven puestos al anochecer. De ese modo, los autos caen en los pozos,
los clavos de las maderas pinchan los neumáticos y las tablas vuelan e impactan
sobre niños y ancianos. Una fiesta. Entregó la estatuilla Usain Bolt que venía
de encanutarse 4 palos por la payasada que le hicimos hacer con el Metrobus.
El premio
Mejor Labor en Transporte Público fue una vez más para Julio De
Vido (también ganó el de Mejor Labor en Energía) por comprar vagones de
subterráneos dos talles más grandes que las estaciones, obligando al GCBA a
limar andenes y agrandar túneles. Muy ingenioso.
El momento más emotivo fue cuando se anunció
el Premio a la Trayectoria para el ex
secretario Moreno. Un justo reconocimiento a una de las figuras que más
daño le ha hecho a la economía del país y al kirchnerismo. Se proyectó un video
con imágenes memorables, desde el INDEC y la inflación hasta el cepo y la caída
de reservas, pasando por las amenazas, las patoteadas,
la Morenocard, la
destrucción del stock ganadero, y otros logros. Entregó la estatuilla, especialmente
invitado, otro grande: Domingo Cavallo. Fue la foto de la noche. Dos potencias
se saludaban en el escenario mientras el auditorio aplaudía de pie.
Entre
los Perturbadores Cotidianos, recibieron sus premios los
fabricantes de bolsitas para supermercados, los de los paquetes de galletitas
con la tirita roja, los que cierran los frascos de dulces y aceitunas con
termosellado nuclear (también recibieron
la Orden del Mérito “Mano de Piedra Durán Barba”),
los fabricantes de los blisters en los que se envasan los cepillos de dientes y
los cartuchos de hilo dental (sólo se abren con sable), los call center que
llaman a los domicilios ofreciendo servicios bancarios,
y un nuevo y pujante
grupo de hijos de puta que son los que envían a los celulares mensajes del
tipo: “Felicitaciones te ganaste un auto 0K”. Un flamante aporte en pos de
minar la paciencia y la moral de los Corderitos de Dios.
Hubo un sentido discurso de Ricardo Forster, quien comentó lo que sintió
defendiendo a Chácharo Páez, aplaudiendo a Capitanich y elogiando a Milani.
Luego, a dúo con Orlando Barone, leyeron un poema que escribieron conjuntamente
titulado:
“Adoro al alba el falsoprogresismo y al ocaso comerme los mocos”.
El Premio Turro a
la
Mejor Labor en Ciencia y Tecnología fue para el famoso “Uña”
Domínguez. Hombre de bigote finito, solapa ancha, anillo de lapislázuli y una
larguísima uña en el dedo meñique con la que solía apretar los tornillitos de
las fichas telefónicas cuando era técnico de la vieja ENTEL, su verdadera
escuela de la vida. Hoy es el responsable de los dispositivos que
cortan la
comunicación entre celulares y de haber logrado que la telefonía celular en la Argentina haya dejado
definitivamente de funcionar. Una ovación saludó a este talento nacional
del mal.
El plato fuerte era sin duda el Premio Turro
2013 a la Mejor Labor
Oficialista. ¿Quién sería el afortunado ganador? ¿Quién le ha hecho más daño al
gobierno? En la mesa de Timerman esperaban confiados. Ya había perdido a manos
de Antonini Wilson (2008), D’Elía (2009), Jaime (2010), Shocklender (2011) y
Boudou (2012), pero esta vez era número puesto.
El acuerdo con Irán destrozó al kirchnerismo como pocas cosas lo habían
logrado antes. Grande fue la desazón del Canciller (y de los jerarcas del
CDLM que lo manejan) al escuchar el nombre de la ganadora: la procuradora Gils
Carbó, cuya manipulación de jueces y fiscales se coronó con el enjuiciamiento
de Campagnoli por investigar el caso Chácharo Páez y sus ramificaciones.
Las campanas de medianoche preanunciaron el tradicional ritual de la lluvia
dorada. Ese momento en que los jerarcas del CDLM suben a la terraza del Cuartel
General de
la Institución
y, al grito de “¡meadlos y marcad territorio!”, bajan sus braguetas y lanzan
esa imperceptible lluvia degradante sobre las cabezas de los Corderitos de Dios
que representa
la constante garúa de iniquidades con las que devastamos sus
vidas. Nada de lo malo que les ocurre es obra de otra cosa que del Club de
los Malos. Las cosas son como son porque nosotros hacemos lo que hacemos.
Esta vez fueron los hijos de los jerarcas quienes cumplieron con el ritual
mientras los padres seguían la transmisión desde el sur por pantallas gigantes.
Todo
un símbolo de las nuevas generaciones que garantizan la continuidad del
mal.
Que a nadie se le ocurra tener alguna esperanza. Sangre nueva ha de tomar la
posta endemoniada. No ha nacido aún en estas tierras quien pueda detenernos.
Están perdidos. La historia inexorablemente continúa.
Por Alejandro Borensztein